ALMERÍA, Almeria


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No es la primera vez que entro en la cárcel. Ni siquiera voluntariamente. Este es el centro penitenciario de Almería.
Entrar en la cárcel siempre da un poco de escalofríos, sobre todo las primeras veces. En ésta, me estaban esperando en la puerta. Después de pasar puertas que siempre oyes más cuando se cierran tras de ti, de ver una exposición de trabajos (forja, ebanistería, alfarería, bordado y fotografía) en uno de los soleados patios, después de recorrer largos pasillos, llegué a la Biblioteca. Allí anduve viendo el fondo, hablando con la encargada del taller de biblioteconomía y con varios de sus participantes, llegaron los participantes del talelr de animación a la lectura también. Total, unas treinta personas entre las de un curso y el otro. Allí estuvimos hablando sobre la literatura en general, viendo álbumes ilustrados, hablando del contar y de la profesión. Charlando sobre libros a uno se le pasa el tiempo volando, de una manera tan intensa que le cuesta terminar. Pero había que hacerlo, para comer.

Comí con Adrián de ALIN (www.alin-almeria.org) y mientras degustábamos una comida italiana abundante y exquisita, seguíamos con libros y palabras sobre la mesa.

Por la tarde vuelta al Centro. Sesión en el salón de actos con personas de varios módulos. Unas 80 personas estuvomos disfrutando de El primer beso, Los aviones de papel, El regalo, El árbol generoso, Hombre aseado... y otros cuentos. Después cante flamenco con muchas palabras que sonaban a libertad.
Un lujo el poder contar para este público, agradecido siempre.

El retorno a casa por la autovía en la que los paisajes van variando hasta llegar a la urbanizada Murcia. Cada día más edificios, más chalets iguales, más urbanizaciones, menos sostenibilidad. En fin, poco a poco.

Llego a casa sonriendo, eso sí.

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