Domingo. Un día espléndido y soleado. Las calles de la ciudad, cerca de las 11.00 están aún tranquilas. Llego a la exposición y cerquita de las 12.00 empieza a llegar la gente. Gente que repite, como ayer por la tarde; gente que viene porque le han dicho; gente que pasaba por allí..., el caso es que poco a poco la sala se va llenando otra vez.

Me piden que repita algún cuento. Lo hago, sin remilgos. Encantado del público que tengo. Más libros: En algún lugar, El gato tragón, La nube... Como con Ana, otra Ana y casi tan maja como la primera.

Por la tarde, otro lujo. El personal de la exposición otro encanto. Contar cerca de casa, genial. De vez en cuando no está de más que la voz de uno suene por las calles que le han visto crecer durante algunos años. Lo pasamos igual de bien, eso sí.


Antes de acabar les recomiendo que vengan la semana que viene, para ver a Pablo, y que les cuente El tragaldabas. Y que lean, que leamos mucho, pero libros buenos. Acabamos bailando.

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