mi casa - Villaescusa de Haro 299 Kms. En este año 299 + 4275 = 4574

A Villaescusa llego a través del CPR de Belmonte. Llego a dar una charla sobre el cuento en el aula al claustro de este centro, que son maestros de distintas escuelas unitarias y escuelas más pequeñitas. Llego con mi maleta cargada de libros y lleno de ilusión. Los libros van saliendo. La ilusión también.

Sólo hay una fórmula mágica para que el alumnado lea: que nos vean leer. Se verá reforzado si lo que les mandamos leer, lo hemos leído antes y lo hemos seleccionado. Nuestro criterio vale más que el de un comercial editorial. El comercial quiere vender, nosotros queremos que nuestro alumnado lea. Son intereses distintos, por lo que lo criterios son distintos también. Si leemos y nos emociona podemos compartirlo con el alumnado. Nos emocionaremos al hablar de lo que nos ha emocionado. No hay trucos. A veces la falta de tiempo es un argumento pero... digo yo, si en un claustro hay veinte maestros/as, seguro que pueden leer al menos, dos títulos a lo largo del curso. Dos títulos al margen de los que nuestro alumnado lea. Si los ponemos en común en el claustro serán cuarenta títulos leídos en un curso. Los dos míos y los dos de cada compañero/a. Ya tenemos cuarenta títulos para seleccionar la lectura del curso que viene con un criterio más que válido: el nuestro.

Al año siguiente otros cuarenta ya sumarán ochenta. Puedo asegurar que en tres años no sólo leeremos más de dos títulos a lo largo del curso, sino que habremos encontrado entre tanta paja, alguno que nos emocione. ¿Y si cambiamos de centro? Nos llevamos cuarenta títulos a nuestras espaldas. Cuarenta sobre los que podemos hablar al nuevo claustro y plantear otra vez esta estrategia: dos libros al año. Dos libros de literatura infantil/juvenil... Es una idea.



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