Contar en LAS MATAS

Las Matas es un lugar ya, por suerte, conocido. Aquí he venido varias veces, no sé si tantas como a Las Rozas, pero tarí marí.



Para mí es una alegría venir por estas tierras porque así veo a Carmen y Alicia que son caras de ver y, o es así, o no hay manera. Y la asiduidad y la majura hace que también me alegre de ver a Natalia, Marta y Marina en esta ocasión, o a Ruth y Estrella (seguro que me dejo a varias) en otras.


El viernes 13 pasado,  me acerqué hasta esa población y las segundas vinieron a la sesión infantil. Ellas y un montón de personas más. Padres, madres, tutoræs legales... y niñ*s, de diversas edades, pero principalmente de las tempranas.



Cuentos de maleta está preparada y llena con nuevos cuentos.


Se abre y sale el primero y el segundo y el tercero y el cuarto y acabamos con la abuela que me pide una madre 


-¿Tú eres el de la abuela de la tortuga y la guardia civil?
- Pues sí, abuela tengo, tortuga también y con la guardia civil mantengo una relación estrecha
- ¡Ay! qué gracioso. ¿Lo vas a contar?


No pudieron salir todos los cuentos que traje, ni conté todos los que tenía pensado. Por tiempo y por la excitación que poseían algun*s escuchantes pero ahí estuvimos, disfrutando. 



Después, como es usual en esta biblioteca, las personas pequeñas, las últimas auspiciadas por las adultas, incluso alguna un poco empujada, vienen a darme las gracias y, si no les da cosa, un beso.


La biblioteca se vacía de gente conforme se va llenando de silencio. Es una biblioteca chula, atractiva y muy bien atendida.


En una hora comienza la de adultos. Las Cuatro Esquinas


Una hora y cuarenta minutos llenan de risas y silencios tensos, una sala coqueta y recoleta a la vez. 
Una hora y cuarenta minutos dan para pasear la mirada por los ojos de las personas que pasean su mirada por las historias que forman en el aire cada una las palabras que voy contando. 
Una hora y cuarenta que finaliza con un gran aplauso y felicitaciones también, de personas que ya me habían visto, otras que vienen de poblaciones cercanas y alguna que venía por primera vez y ha quedado gratamente sorprendida.



Mayor es mi gozo. Faltando siete minutos de la sesión, llegando para el último cuento, apareció Magda, de Palique. Con ella tengo conversaciones pendientes, pero las que hemos mantenido han sido siempre fructíferas e interesantes a la par de divertidas y agradables. En este día compartimos la conversación con Carmen, Alicia y Marina, con quien a parte de palabras compartimos también unos montaditos, unos mejillones y una cerveza.


El viaje de regreso me regala una noche preciosa cuya negrura entra por algún resquicio del coche y lo inunda de noche y de sueño. Tengo que parar. El sueño desaparece cuando salgo del coche y miro hacia el techo negro y agujereado que se abalanza sobre mí. Un lujo. Un regalo contemplar en vivo a Orión, a su Tauro esquivo, al Can, a... Insisto y duermo. 


Después de un día así, a mi ser no le queda más remedio que seguir regalándome sueños bonitos.

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