Perita: Yerta

Sabio, compañero, maestro, gruñón, cercano, comunicador, poeta, honesto, coherente, bondadoso, portavoz del pueblo, franco (de franqueza), caminante, insólito, socarrón, fundamental, necesario, gran amigo, gran bromista, abuelo...

Estos son algunos de los adjetivos que tratan de calificar a Labordeta en la prensa desde ayer. Lo mejor, por buscar algo en la desazón, es la gente que ahora se acerca a sus poemas, asus canciones y a sus maneras. Belchite, el pueblo al que el franquismo condenó a la ruina, fue pueblo de su padre y nombre de uno de sus poemas. Al final del mismo, la perita de esta semana:

yerto, ta.

(Del lat. *erctusde *ergopor erĭgo).

1. adj. Tieso, rígido o áspero.

2. adj. Se dice del viviente que se ha quedado rígido por el frío o del cadáver u otra cosa en que se produce el mismo efecto.


BELCHITE


El árbol se levanta sobre la tapia hundida.
El viejo campanario –la paloma que había
huyó bajo la guerra- está desierto:
Todo es la sombra.

El monte desolado invade el patio,
el pozo seco,
el niño destrozado por la yedra.
Alguien recuerda –Antes estuve aquí,
hoy ya no vuelvo- por los muros de adoba calcinados:

¿Quién ha puesto el olivo
enfrente del olivo?

¿Quién ha dejado sangre
enfrente de la sangre?

¿Quién ha traído muerte
en contra de la muerte?

¿Quién, en fin, ha destruido al hombre
contra el hombre?

Sobre la casa yerta ya nadie se levanta.

Feliz semana.

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