RESULTA QUE...


Resulta que Chuusa Martí y Blanca Portillo han retirado esta foto de la exposición "Camerinos" que se desarrolla dentro del Festival de Mériida. La exposición, según leo, presenta una serie de instantáneas que muestran los momentos de preparación del artista antes de salir a escena, algo que, por lo normal, queda oculto al público general.

La foto ha sido retirada definitivamente porque han recibido cientos de correos de corta y pega, quejándose. Al parecer ya antes algunos profesores (de visita con el alumnado) tambien se habían quejado.

La noticia la leo en El país, y la busco y leo también en Digitalextremadura.com (por buscar una fuente más cercana). Y me sorprende.

Me sorprende por muchas razones, pero dos de ellas por encima del resto.

La primera, sin mirar la foto, es la falta de respeto hacia un hecho artístico, un trabajo: el trabajo que no se ve. Y no me refiero al tiempo que, a lo largo de doce años, el fotógrafo Sergio Parra ha dedicado para obtener las instantáneas. Me refiero a la retirada de una sola foto de la exposición. ¿Se le puede quitar un par de versos a un poema?  ¿Un capítulo a una novela? ¿Una estrofa a una canción? ¿Un par de compases a una sinfonía? ¿Una columna a un edificio? ¿Un lobo a un cuento? ¿Un plato a un menú? ¿Un par de años a una vida?

Entender una exposición como una serie de fotos expuestas al azar sin tratar de buscar el hilo que las une, la línea emocional que el artista pretende transmitir, el por qué de esas fotos, de ese orden, de ese espacio manifiesta una sordera total hacia el arte. Una actitud pasiva hacia la percepción y muy poco, muy poco respeto hacia el hecho artístico. Y más. 

La segunda y menos relevante para mí, a pesar de ser la que ha ocasionado el hecho, es la razón: la ofensa, el atentado contra los cristianos.

Mirando la foto... me pregunto:

¿Dónde está la ofensa? ¿En el medio Cristo de Velázquez colocado en el pubis? ¿En la cicatriz en el costado derecho? ¿En el maquillaje de los ojos del actor Asier Etxeandía? ¿En el blanco y negro?

¿Qué cristianos se han quejado? ¿Cuántos? ¿De los que van a misa, o de los que rezan en sus casas? ¿De los que se casan por la iglesia y sus hijos comulgan y ¡au!, o de los que día a día tratan de que entre su vida y su fé haya coherencia? ¿De los de "por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa", o de los de vamos a arremangarnos que hay mucha faena por hacer, hermano?

Hay tanta variedad de cristianos que uno se siente, cuanto menos, contrariado.

Y digo yo ¿se habrán preguntado esos cristianos que se han quejado si las imágenes que invaden las vías públicas en semana santa atentan contra alguien? ¿Acaso no hay Cristos semidesnudos en ellas? ¿Acaso no representan personas torturadas, sangrantes, incluso muertas? ¿Se han preguntado esos cristianos quejicosos si, al margen de la fé, esa manifestación no resulta agresiva para los menores que observan sin restricciones la representación de la pasión y muerte de Jesús de Nazareth?

Un abuelo me dijo una vez que lo más gracioso de alguien que come mierda es que pida una servilleta.

Mientras, queda un hueco en una exposición. Un silencio. Un tijeretazo.

Mi aplauso a Chusa Martín y Blanca Portillo por actuar, aún sin entender, con un respeto que otros nunca llegaran ni a plantearse.

Cuando acabe el festival, ellas recogen y se marchan.

Ya lo dice Galeano en "La música" en Patas arriba...
Se llevaron la mula, se llevaron el arpa, pero no se llevaron la música.

Ni podrán llevársela, por suerte. 



Pradell de la Teixeta es un pueblo catalán que queda cerquita del Ebro y cerquita del mar. Está rodeado de montañas frondosas y majestuosas que con las laderas y barrancos forman un paisaje sin par. Bello.

A principios de este mes que acaba tuve el placer de viajar desde Madrid hasta este pueblecito noreste peninsular, recorriendo parte de Aragón y, desde un poquito más allá de Lleida, bordear bastantes kilómetros del Ebro y llegar a Pradell. Y ¿para qué? Para contar, claro.

Este municipio es uno de los cuatro que participan del Festival de Narración En Veu Alta (En voz Alta). De hecho cuando llego, el festival hace un día que arrancó con cuentos y charlas. Las siglas del festival forman EVA y quizá por eso, vete a saber, el pueblo está lleno, llenetico de manzanas. Manzanas en cajas formando centros frutoflorales, colgando en ristras desde los balcones, pinchadas en cañas... En las casas particulares, los comercios, el Ayuntamiento, las plazas, la puerta de la iglesia... todo el pueblo amanzanado y por eso no era nada extraño ver que niños y mayores, de vez en cuando le hincaban los felices dientes a esta jugosa fruta.

Conté en dos espacios. Uno en el pueblo, en un evento denominado A tres bandas, donde tres narradores (Ferrán Martín, Julio Manao y un servidor) en tres distintas plazas cuentan a lo largo de veinte minutos tres veces a un público que, cuando acaba la minisesión, cambian de espacio. Un lujo. A mí me tocó una plaza en el linde este del municipio desde la que se abría el paisaje hasta más allá del poder cubrirlo con una sola mirada.

El público genial, con muchas, muchas ganas. La mayoría adultos, que era para ellos, pero algún que otro chaval de mirada picarona tratando de coger el por qué de las risas adultas y algún que otro niño que reía por inercia mientras sonriente devoraba una manzana.

Después descanso, claro, y cena copiosa y común, en mesa corridas. Todos cerca de todos. Y por la noche sesión nocturna: Yayerías. El espacio era especial, de esos que al verlo sientes que hay muchas posibilidades de que vaya bien. La cova del rector es una cueva que queda a unos dos kilómetros del casco urbano. Dos kilómetros por camino de tierra, entre aromáticas y algún frutal despistado, zarzales y huertos. Un espacio no demasiado alto, profundo y cerrado. Lo que uno no imagina es que desde el pueblo se organizan dos grupos para llegar hasta la cueva a pie, en plena noche, iluminados por linternas, frontales y la propia noche. El público va llegando y la cueva se va llenando. Hasta los topes. Cada uno, al entrar, coge un cartoncillo para no notar la humedad de la tierra en las posaderas.


Aviso que Yayerías dura 100 min. La gente está dispuesta. Vienen con muchas ganas y eso facilita un montón el trabajo. Contar el cuento de los mellados que se desarrolla en un pueblo de 213 habitantes, para un pueblo que tiene 230 es algo que no me había pasado nunca pero parece que se cogen más matices, que se hila más fino. Antes del tercer cuento pregunto. Quieren seguir y acabamos, muchos con cansancio en el culo y las rodillas. La lástima es que sea de escuchar cuentos, aunque hay gente que me dice que ha gozado, que le ha encantado... y eso hace que tenga que salir de la cueva.


La noche tranquila y gozosa al lado de un campanario que se empeña en marcar el paso del tiempo a cada cuarto y por dos veces cada hora. 


Lo pasé tamn bien que por la mañan me quedo y participo en un evento popular a la salida de misa. Por escenario, las escaleras de la iglesia;como platea su iglesia; como público el pueblo; como narradores, también. Historias de todo tipo, familiares, tradicionales, dichos y sucedidos... Un lujo, vaya. Yo me animo y cuento mi cuento de la Hoguera de San Antonio, reivindicando el cuidado del entorno por la conexión emocional que tiene con un pueblo, con la historia, con sus gentes.


Regreso a casa, bordeando el mediterráneo, doblemente feliz.

No puedo sino agradecer al regidor de cultura, a los voluntarios y voluntarias, al pueblo entero y, a la organizadora del festival Jordina Biosca, haber disfrutado de esta experiencia en Pradell de la Teuxeta donde cuando uno llega, no se siente recién llegado sino uno más. Un lujo. Un pueblo para enseñarlo. Gracias.

Por lo demás... Nos leemos el lunes, con una perita. ¿Cuál? Ays... tendremos que esperar a que madure. Cada perita a su tiempo. Buen fin de semana.

P.D.: A finales de Octubre volveré a participar en el EVA, pero esta vez en Manresa. Chau.

El oficio

Ando de remodelaciones, como algunas personas sabéis ya y una de ellas es el blog que con tanta etiqueta y demás se me ha desorganizado.

Revisando los artículos que he ido publicando aquí, me he dado cuenta que, sin querer, he ido dejando de lado el hablar de este oficio que me apasiona: Contar historias.

En mi quehacer diario sí que le dedico tiempo. Dedicación plena, podría decir, pues qué mejor manera que defender el oficio de uno que preocuparse por hacerlo cada día mejor, creando mejores espectáculos y buscando nuevos espacios donde presentarlos.

Cada año, desde hace nueve, organizo junto a un equipo genial, el Festival de narración para adultos D'Palabra, en la bella ciudad de Cuenca, donde a lo largo de la semana de la Feria del Libro, la Lectura y las Industrias Culturales, cada noche más de trescientas personas se dejan llevar por la voz de excelentes narradores y narradoras que cada año elegimos delicadamente, pensando en el equilibrio de la semana y en el público que gustosamente va creciendo cada año en número y en exigencia. Como debe ser.

Además desde hace tres años, hemos ampliado este festival con el único espacio permanente de formación y reflexión sobre este oficio. El seminario D'Palabra, en el que este año, hemos estado dándole vueltas a las artes que a veces contribuyen a ampliar la narración: música, objetos, cuerpo, silencios...

A ratos, echo un poco de esfuerzo en Palabras del Candil, una editorial hecha por narradores y que publica textos de personas que cuentan. Ahora ando terminando un trabajo de un libro sobre teoría. Un lujo.

También llevo como puedo la secretaría de AEDA, la primera asociación estatal de profesionales de la narración oral desde la que andamos creando estrategias para capear estos malos tiempos para la lírica y la palabra.

Desde allí, y para empezar, os presento, a modo de contextualización,  el trabajo de uno de los grandes: Pep Bruno. 

Diez meses investigando sobre la historia de nuestro oficio en estas tierras. Un documento lleno de enlaces, la mar de interesante sobre todo para saber lo que ha costado llegar hasta donde estamos y el peligro que supone perderlo todo de golpe o desvirtuarlo poco a poco. Un trabajo para leer poco a poco pero que nos da una imagen de la gran red cultural que se ha ido tejiendo entre muchas buenas manos con mayor intención que buenos hilos. Una historia de la palabra, de la palabra dicha, de mi oficio, ese al que me debo y por ello me entrego día a día.

Este es el enlace y, si queréis comentar algo, ya sabéis... aquí ando.

Palabra.

Como algunas personas sabéis, cada semana comento un libro en mi Biblioteca pública particular. SOn libros que me encantan., que me apasionan, que me parecen muy muy buenos, incluso algunos imprescindibles. Esta semana le ha tocado el turno a uno de Lóguez. Se llama Qué blanca tan bonita soy.

Como estos libros forman parte de mi mí, he decidido, cada martes, postear en este blog también aquellos libros que publique en la biblioteca.

Ya lo he hecho ocasionalmente. A partir de ahora, lo haré periódicamente. Si queréis participar de los comentarios o sumaros a la lectura, solo tendréis que pasar por el blog o bien por el facebook. Espero que os resulte interesante...

Esta semana: Qué blanca tan bonita soy.

escrito por Dolf Verroen
ilustración cubierta: Wolf Erlbruch
traducido por Rodrigo Martínez
editado por Lóguez en el 2007

ISBN 978-84-96646-11-7

comentado por Félix Albo

Piensa en un regalo para una niña de doce años. Pero piensa un poco, un regalo nada común.

¿Ya? 

Pues verás, Maria (sin tilde), la protagonista de este cuento, cumple doce años. Aún no le han salido los pechos, y es algo que le preocupa durante todo el libro. Recibe regalos de todo tipo: un perfume, una Biblia, un bolso, un vestido... Pero de todos los regalos, el más importante es que le hace su padre. Se hace de esperar y se lo entrega en el convite. 

Su regalo se llama Kokó. Es un niño. Negro. Su regalo es un esclavo. Una tía suya le regaló también una fusta que, lamentablemente, era demasiado grande y no cabía en su nuevo bolso.

Este es el punto de partida de este intenso libro, dividido en cuarenta cortísimos capítulos en los que la vida de Maria se va plasmando a través de sus reflexiones: los esclavos, las conversaciones de sus tías que vienen a tomar té, la relación de su madre con su idealizado padre, la normalidad del desprecio y superioridad para con los esclavos, el mercadeo de personas, un amor de nombre Lukas y su propio desamor, esos pechos que no acaban de crecer...

Redactado en frases cortas. Muy cortas, tratando de simular la forma de redacción de una niña de doce años.
Lo que cuenta, en ocasiones, es duro, pero quizá resulte más duro la normalización de ese trato, de esa vida, por parte de una niña de doce años donde se mezclan las preocupaciones comunes a la edad y las explícitas a una forma de vida, a una situación social, a un periodo histórico concreto. 

¿He dicho concreto? Qué va. Hasta que no llegamos al epílogo, no sabemos que el libro es producto de una serie de viajes que el autor, holandés, hizo a finales de los 70 a Suriname. Pero en el libro, en la historia, realmente no nos indica ni lugar, ni fecha.

Y, seamos críticos y sinceros: ¿podríamos pensar en algún lugar de el mundo actual donde aún conozcamos que existe la esclavitud?

Vayamos más allá incluso, con un titular de la prensa de la pasada semana (julio,2011) sobre la hambruna de Somalia o el cuerno de África. A caso neustro hemisferio no somete a un inhumano trato a las poblaciones de Áfirca, regiones enteras de Asia o Latinoamérica. Sí, podemos decir que son los mercados, pero estos existen porque nosostros les damos aire. Podemos pronunciar palabras como demagogia, historia, pasado... pero este libro deja marca, como un nombre en el tronco del chopo.

Qué blanca tan bonita soy es un libro de esos que cuando se cierra, la vida sigue, pero tenemos la oportunidad y la razón para intentar mirar de otra manera.

A ti, ¿qué te parece?

Feliz semana. Feliz lectura.

Félix Albo

P.D.: La semana que viene, vamos con una historia para leer en pareja, o en familia, o en soledad, o...
Clementina y Arturo nos esperan.

Perita: Corambovis

A cualquier persona, sea expresiva o no, cuando no entiende algo se le nota. De una manera u otra, per ose le nota. 

Qué sé yo. A veces, aquello que realizas inmediatamente después lo llevas a cabo con más pausa, como entrecortado; o te sumerges en un profundo silencio; o eres incapaz de mantener una coherencia ágil en la conversación; o, tras unos segundos de shock, rompes a reír...

Andas rumiando. Algo en ti, a veces todo tu ser, pero lo normal es que algo en ti, un cierto porcentaje, se queda rumiando el asunto que no has entendido.

Pero en el momento de la incomprensión, se te nota sobre todo, en la cara. Esa cara de perdón, pero no he entendido nada. Es un gesto en el rostro fugaz pero inevitable y común a toda la humanidad.

Lee con atención:

coramvobis.

(Del lat. coram, delante, cara a cara, y vobis, de vosotros).

1. m. coloq. p. us. Aspecto de la persona, en especial la gruesa y corpulenta, que afecta gravedad.


¿Ves? Esa cara. Es a la que tienes ahora a la que me refiero. 

Si quieres, puedes volver a leer la definición. Yo lo he hecho más de cinco veces y sigo sin hacerme una idea de qué leches es y para qué demonios sirve el coramvobis. Ni siquiera me hago una idea de a qué altura queda. Ni si lo tengo.

Ale, pues eso era.

Feliz última semana de julio. Tempus fugit.

Perita: Pipiripao

Hoy es lunes, dieciocho de julio. 

Lo sé. Podría, con la perita, hablar de muchas cosas. 

De hecho, tenía un par de peritas ya seleccionadas, relacionadas con el molt honorable president de mi comunidad (con su texto ya escrito y todo), y con el ilegal levantamiento militar que dio origen y lugar hace setenta y cinco años no solo a una guerra civil, ni a una dictadura que desde el primer día ya duró demasiado; sino a miles y miles de muertes injustas de un lado y otro durante el conflicto y del otro durante la dictadura. Tenía un texto redondo, duro y bonito sobre abrir zanjas y cerrar heridas, porque no nos engañemos, pero a estas alturas hay que abrir para cerrar y esa labor es de todos. 

Pero resulta que ando requeteleyendo un libro precioso que recomendaré esta noche como lectura para finalizar julio en la Biblioteca de los Elefantes (se trata de Qué blanca más bonita soy, por si te animas a leer, de Dolf Verroen y está editado en la genial Lóguez) y la requetelctura me ha llevado al diccionario, y este me ha regalado una palabra que no buscaba pero que me ha alegrado la mañana y un poco más allá. 

Mira como suena: pipiripao.

Léela en voz alta: pipiripao.

No me digas que no suena bonita: pipiripao.

Cuando la haces sonar, te dan ganas de jugar con el final: pipiripao, pao, pao, pipiripao, pao, pao.

Suena a fiesta, a timbre que suena, a amigos, a noche o tardes enteras, a música y mojito, a lo que tú quieras mi vida pero ven y dame un abrazo.

Pero es que resulta que no solo suena bien. Es que encima va y tiene un significado genial.


pipiripao.

1. m. coloq. Convite espléndido y magnífico, especialmente el que forma parte de una serie de ellos que se van haciendo un día en una casa y otro en otra.
 V.



Espléndido y magnífico. Ahí queda eso. Para esta semana me pilla tarde, pero no acabo el verano yo sin organizar un pipiripao de los de arremángate morena que abro el agua y nos empapamos.

Pipiripao. Pao. Pao.

Feliz semana. Feliz verano. Feliz vida.

Perita: facundo

Anteayer los almendros florecieron de repente.
Callaron las golondrinas su vuelo y el mar supo más salado. Las gotas de rocío de las flores no fueron rocío sino lágrimas.

Anteayer asesinaron a un poeta con balas que llevaban otro nombre y sin importarles nada se le llevaron la vida.

Hoy, ya le cantan las guitarras, y el viento quebrado, y la vida. Hoy ya nombran su nombre libre haciéndole más grande, más vivo.


facundo, da.

(Del lat. facundus).

1. adj. Fácil y desenvuelto en el hablar.


Feliz semana.

Privatizar las bibliotecas.

Esa es la intención. Ya lo comenté hace un par de semanas. Salió a concurso público la gestión de las actividades culturales de las bibliotecas municipales. En este caso son las de Madrid, pero ya se sabe que subcontratar y rascar, todo es empezar.

¿Es lícito que los políticos elegidos democráticamente vendan o alquilen los servicios públicos a empresas privadas? Sí, ya sé que las leyes lo permiten, pero no estoy hablando de esa legalidad.

Creo que hay cosas, servicios, bienes inmuebles, paisajes, elementos sociales y culturales que pertenecen al pueblo, pueblo como ente, como uno, como todos, pueblo a quien creo que no se les puede arrebatar, malvender, subcontratar eso que es suyo, sin una consulta, sin una explicación siquiera.

Solo hay que echarle un vistazo en el pliego a las condiciones económicas de salida y al reparto de puntuación para saber qué es importante para los políticos (publicidad y precios a la baja) y qué es totalmente accesorio (las actividades, el programa).

Y uno se queda así, con cara de cabreado y alma de bobo. 

Pero mira tú que a veces este transitar te da alegrías. Resulta que mañana, día ocho de julio, se ha convocado una movilización en contra de este concurso público (que tiene azucenas la cosa que se llame concurso público al concurso que privatiza)

A mí, solo la convocatoria ya me conmueve:

La gente sale a la calle. Y ya sé que últimamente está casi de moda (aunque menos mal porque la silenciosa situación ya rayaba el surrealismo), pero es que esta vez salen a protestar por la privatización de un servicio público que encima es el de la Biblioteca.

Sí, las Bibliotecas, esos espacios que por guardar silencio en su interior, existe mucha gente que no sabe que existen. Además son públicas y funcionan de maravilla y cada día mejor porque las suelen dirigir personas apasionadas por la gestión, la lectura y la literatura, con un compromiso social y con lo público como para no dejar de aprender y que además conversan, pelean, capean a diario con concejalías y alcaldías a veces indiferentes, a veces interesadas, a veces molestas con el servicio y también en ocasiones dispuestas. Y todo esto sin hacer ruido.

Las Bibliotecas, donde la palabra escrita toma vida en la lectura individual, en la colectiva, en los clubs de lectura, en los foros, los talleres, las sesiones de cuentos, en los encuentros con las personas que ilustran, que escriben, que editan los libros, en las exposiciones...

Espacios de incitación al encuentro, al aprendizaje, al desarrollo, a la crítica, a la reflexión, al pensamiento, al juego, a la imaginación, al movimiento, a la palabra, a la expresión, a la escucha, a la comunicación, al disfrute de la cultura que se mueve y está disponible para todos. Esta sí. Está disponible para todos.

Pues mañana, 8 de julio, a las 10.00 de la mañana, frente al Área de gobierno de las Artes de Madrid, en la calle Montalbán 1, habrá una manifestación pacífica y cultural, donde además, según reza la convocatoria,  habrá cuentacuentos, talleres literarios y otras actividades varias... Si te pilla cerca...




Esta tarde, sin ruido, arranca el verano familiar. Yu Pi. 
Y yo lo celebro con un cuento que ayer me anduvo rondando.

Concurso de otoño.

Las hormigas van como locas: hormiguero adentro, hormiguero afuera. Todas, sudorosas, dibujan una brillante línea negra por el césped, el borde de la piscina, el bordillo de la acera... Llevan desde finales de mes apresuradas recorriendo el irregular firme del jardín de mi casa. No hay un hormiguero, no. Hay muchos. Trece he contado yo y todos inmersos en una actividad frenética. 
De aquí para allá, y ya cargadas, de allá para aquí.

No auguran nada. No son una señal de mala suerte, lluvias o cambio de presidencia. Qué va.

Siempre se ponen como locas en verano. Siempre.
Están nerviosas por lo del concurso. El concurso; el de todos los años. 

Lo organiza la naturaleza en todo el planeta, a nivel mundial.

Es un concurso de pruebas. Cada año hay alguna nueva pero hay muchas que son clásicas que varían en orden, intensidad y dificultad. El concurso dura todo el invierno y lo mismo hay un incendio que una especie vegetal de raíz invasora, o una nevada aparentemente interminable, o un sol inexplicablemente abrasador; o, o un oso hormiguero, un niño aburrido, un camino asfaltado, un tacón de aguja, unas lluvias torrenciales o apenas cuatro gotas escasísimas.

Solo la organizadora conoce las pruebas de cada año. El hormiguero entero, en un ejercicio asombroso de equipo y disciplina, ha de estar preparado para responder a la de una, porque antes del dos ya sería demasiado tarde. Por eso están nerviosas.

El premio es realmente importante: las que sobrevivan al invierno, solo las que sobrevivan, podrán concursar el año que viene.

Perita: Facineroso

facineroso, sa.

(Del lat. facinerōsus).

1. adj. Delincuente habitual. U. t. c. s.

2. m. Hombre malvado, de perversa condición.


Escribe en un papel el nombre de diez facinerosos nacionales de los últimos 20 años. ¡YA!.
tic
tac
tic
tac
tic
tac
tic
tac
tic
tac.

Muy bien. Y ahora el nombre de diez premios Nobel de cualquier nacionalidad y época.
tic
tac
tic
...

Una sociedad que recuerda más a sus delicuentes y malvados que a sus investigadores, descubridores y personas con una dedicación a la sociedad y humanidad relevante no puede funcionar bien.

Quizá debiéramos esforzarnos en educar la memoria y la percepción, pero claro, eso es nadar contracorriente.

Feliz semana. Feliz mes de julio.

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