Seguimos sumando.


Cada vez son más las voces críticas contra algunas de las medidas tomadas por muchos claustros de maestros de la Comunidad Valenciana para una pretendida presión hacia Consellería.

Algunas de esas voces disconformes caen en la fácil descalificación de la profesión docente con un discurso tan manido como falso. Otras optan por negar el apoyo a sus reivindicaciones que son lógicas y que, sin dudarlo, nos afectan a todos. Todas estas acaban dividiendo.

Otras van más allá, llegan a la reflexión, pretendiendo sin dejar de movilizarse, cambiar hacia donde apunta el cañón.

La entrada del blog que enlazo merece ser leída. Es la voz de un maestro, es la reflexión, la crítica y la propuesta de un maestro. No es la única, hay más, pero se oyen menos que las otras... de momento.

Yo, sigo sumando, y pensando en acciones que aúnan, que sumen, que hagan la voz más fuerte contra este atajo de bandoleros con traje y sin escrúpulos que nos andan gobernando y hacen una política que no tiene nada que ver ni con, ni para el pueblo.

Creo que merece que le dediques un minuto y, si quieres, comentamos.


Tratado sobre la puntería o de cómo protestar por los recortes

De un tiempo a esta parte se viene fraguando en las salas de profesores de colegios e institutos valencianos todo un movimiento asambleario. La causa no es la degradación que, desde el gobierno del PSOE -y parece que continuará con el PP-, está sufriendo la educación en cuanto servicio. Hemos visto perder profesores otras veces, hemos visto aparecer y desaparecer asignaturas banales, hemos sufrido las ocurrencias de una buena porción de consejeros, pedagogos, expertos, ministros y ministrillos. Hemos visto bajar el nivel hasta el tercermundismo y derrochar el dinero en material inútil o directamente inservible. Hemos asistido mudos a cursos de formación deplorables, y lo sabíamos, pero a muchos incluso les convenía (qué cómodos aquellos cursos on-line, tancool como vacíos). No hubo jamas protestas. O las hubo minoritarias. Quien se dirige ahora a ustedes participó en algunas.
Afortunadamente algo ha cambiado. Ahora se protesta por todo eso, ahora se airean las cuentas de los colegios e institutos en fabulosos rankings de impagados. Ahora se les dice a los padres que sus hijos no reciben una buena educación. Ahora, por fin, nos ponemos camisetas, pancartas y, por poner, hasta ponemos el grito en el cielo. ¿Qué ha cambiado? Lo que ha cambiado todo el mundo lo sabe: los funcionarios de carrera hemos visto reducirse nuestros sexenios a la mitad y los interinos cesarán en junio, y ya veremos cuántos trabajan el próximo curso, si es que trabaja alguno.
Como tengo la costumbre de comer de mi sueldo y quisiera seguir pagando religiosamente mi hipoteca, no puedo sino indignarme ante esta bajada de sueldo (y llueve sobre mojado. Zapatero, no te olvidamos) y esta amenaza a mis compañeros interinos. Yo me sumo a todas las protestas contra este ataque y, precisamente porque tengo gran interés en que surtan el efecto deseado, considero que hay que plantearlas bien. Esta es mi personal postura (que ni siquiera representa necesariamente la opinión de cuantos escriben en este blog):
  1. No podemos pretender que padres y alumnos protesten porque a nosotros nos han bajado el sueldo. La única forma de hacer a padres y alumnos cómplices de nuestra movilización es minimizando el tema del sueldo y maximizando todo lo demás hasta llegar, como creo que se ha llegado en algún caso, a la manipulación pura y dura. Así lo que conseguiremos es que nuestra reivindicación estrictamente laboral se disuelva en aguachirle pedagógico. Pagarán a sus centros el dinero que les deben para fotocopias, calefacción y papel del culo, pero para eso mandarán a la calle a 3.000 interinos que ahora se manifiestan porque hace frío en clase. Y no nos devolverán el sexenio ni el trabajo a quien lo pierda. Las protestas por el lamentable estado de la educación son una cosa, y las protestas por un salario digno son otra. Que cada palo aguante su vela: que se manifiesten los padres y alumnos por la mediocre educación que se imparte, yo iré a esa manifestación en calidad de ciudadano y de profesor interesado por la calidad de la educación. Pero debe haber otra movilización a la que hemos de acudir comotrabajadores que han sido humillados, engañados y maltratados, y esa guerra es sólo nuestra.
  2. No podemos usar las actividades extraescolares como medida de presión. La realización de actividades extraescolares era algo voluntario. Nadie cobró jamás una miserable hora extra por hacerlas. Probablemente jamás debimos hacer ni una actividad extraescolar en esas condiciones, como ningún otro trabajador hace una hora extra sin cobrar (y si la hace, eso tiene un nombre…). Si nos bajan el sueldo no podemos protestar dejando de hacer algo por lo que no nos pagaban. El Jefe (Conselleria) dirá ‘muy bien, que no las hagan, con su pan se lo coman’. Y vaya que si nos lo comeremos. Los afectados se darán cuenta de que si las actividades se realizaban por nuestra pura y santa voluntad, se dejan de hacer por lo mismo. Nos harán a nosotros responsables, no a Conselleria. Y ¿qué se creen? ¿se despertará una buena mañana alguien en Conselleria y pensará “vaya, no hacen actividades extraescolares… voy a devolverles el sueldo”? De eso nada. Antes nos obligarán a hacerlas (después de todo están en nuestras programaciones) y cobrando menos.
  3. Seamos valientes. Detrás de todas esas ‘medidas’ hay una peligrosa falacia. Se nos dice que si hacemos huelga perdemos dinero, se lo ahorra Conselleria y no nos hacen caso. Para evitar esos males se nos propone dejar de hacer actividades extraescolares para perjudicar a autobuses, parques temáticos, museos, compañías de teatro, etc. y ¡que protesten ellos! Se nos propone no usar libro de texto, para fastidiar a editoriales y librerías, y ¡qué protesten ellos! Se nos propone, en definitiva, perjudicar a cuantos negocios se nutran de un modo u otro de la educación para que protesten ellos sin que a nosotros nos cueste un duro. La verdad es que, cuando veo casos como el de los policías (funcionarios) que hace unos días dieron la vida en acto de servicio por salvar a un borrachome avergüenzo de pertenecer a un gremio capaz de las mezquindades que se nos proponen: perjudicar a familias, a trabajadores como nosotros, mandarlos al paro, si puede ser, para que nos hagan el trabajo sucio y recuperar nuestro sexenio.  Señores, quien nos atacó fue el Gobierno del PSOE, y quien nos ataca ahora es la Conselleria de educación de la Comunidad Valenciana, a manos del ya ubicuo PP. Atacando a la sociedad están demostrando una pésima puntería: les saldrá a ustedes (nos saldrá) el tiro por la culata: la sociedad se defenderá, y como quien la ataca no es Conselleria, sino nosotros, se defenderá de nosotros. Y ahí perdemos fijo. Pero fijo.Hay que presentar batalla con nobleza a quien hasta ahora nos ha atacado. Y sólo hay una forma legalla huelga. O sea, dejar de hacer lo que nos pagan por hacer.
  4. En cuanto se menciona la huelga decenas de pares de ojos miran para otro lado. Si se convoca una huelga -me dicen- no irá nadie. Pues entonces -contesto- es que no nos han hecho bastante daño. Si realmente nos han agraviado, y yo creo que sí, hay que ir a la huelga. Los gremios que han conseguido algo lo han conseguido con huelgas. Y nosotros mismos, en educación, cuando hemos conseguido algo, no lo hemos conseguido con pancartas, camisetas, chapas y más merchandising, lo hemos conseguido con huelgas. Pero para que la huelga funcione no puede confundirse con un puente. La huelga tiene que molestar, de lo contrario no es ninguna medida de presión, sino sólo una forma de hacer el ridículo.
  5. Propongo una serie de 3+1 periodos de huelga, con sus servicios mínimos y todo,of course. El primer periodo sería para las evaluaciones de este segundo trimestre. El segundo para las evaluaciones de junio y el tercer periodo de huelga para los exámenes y evaluaciones de septiembre. El bonus track es una huelga para las evaluaciones de 2º de Bachillerato y la selectividad. Una huelga nuestra sólo supondrá una medida de presión contra la administración si paralizamos las evaluaciones. Esa es nuestra Semana Santa. Los alumnos no resultarán perjudicados en cuanto a su educación porque durante las evaluaciones raramente se avanza materia. Dado que los alumnos tienen el derecho de ser evaluados y, especialmente los de segundo de bachiller, de ir a selectividad y ser examinados, la administración tendrá que garantizar ese derecho. Pero como nosotros también tenemos derecho a la huelga, el problema de la evaluación no es nuestro, sino de la administración. No pueden los alumnos ni los padres culparnos por ejercer lo que es nuestro derecho, pero sí pueden exigir a la administración el suyo a ser evaluados. Esa es una medida de presión hacia la administración, que es de lo que se trata, y no hacia la sociedad, que bastante tiene, la pobre, con lo que tiene.

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