Perita: UJIER

En París amanece triste. 

Quién sabe por qué, pero la tristeza, como la alegría, son universales y no hace falta conocer el idioma para percibirlas. Quizá por suerte, anden las emociones prendidas de las nubes y recorran así, sin límites ni visados, la faz terrestre. Aunque la tristeza y la alegría llegan incluso donde nunca pasa una nube, pero bien es cierto que cuando se nubla, hay gente, mucha gente que entristece, y cuando llueve, llueve de todo: personas que se ponen contentas, personas que revientas a llorar, personas que bailan de alegría o no, pero bajo la lluvia y otras que, a menudo con torpeza, tratan de cubrirse de las gotas que nos llegan desde vete a saber tú qué parte húmeda del mundo.

Pero es cierto que, a menudo, la tristeza embriaga cuando menos lo esperas, aunque aparentemente sea innecesaria, aunque sea un día despejado de nubes y nostalgias y, como no ocurre con otras emociones, la tristeza es mayor cuanto más lejos se está de casa.

Las emociones, como muchas veces las palabras, no necesitan de un ujier que les permita entrar o no en uno, sea individuo, pueblo o idioma. Andan suaves, como el paisaje de lomas ondeantes que me acompañaron ayer desde Estrasburgo a París. Andan torpes, como las primeras veces que uno responde en el idioma que desconoce. 

Viajando, uno se hace grande, por lo que ve, por lo que lee, por lo que escucha y, sobre todo, por lo que come. 

Desayunaremos pues París. 

Feliz semana.


ujier.

(De usier).

1. m. Portero de estrados de un palacio o tribunal.

2. m. Empleado subalterno que en algunos tribunales y cuerpos del Estado tiene a su cargo la práctica de ciertas diligencias en la tramitación de los asuntos, y algunas veces cuida del orden y mantenimiento de los estrados.

~ de armas.

1. m. Criado o ministro que antiguamente tenía el encargo de la custodia y guarda de las armas del rey.

~ de cámara.

1. m. Criado del rey, que asistía en la antecámara para cuidar de la puerta y de que solo entrasen las personas que debían entrar, por sus oficios u otros motivos.

~ de sala.


~ de saleta.

1. m. Criado del rey, que asistía en la saleta para impedir la entrada a los que no tenían derecho a ella. Lo había también en el cuarto de la reina, con el mismo encargo.

~ de vianda.

1. m. Criado de palacio, que tenía a su cargo acompañar el cubierto y copa desde la panetería y cava, y después la comida desde la cocina.

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