Hace una semana llegué a Zaragoza con mi maleta llena de cuentos. Más de veinticinco álbumes ilustrados que, esta vez, no viajaban con la intención de que fuera mi voz la que los contara.

"De contar" es así. Casi quince horas compartiendo ese camino bello e intenso que surca la parte trasera del contar un cuento. Quince horas acercándonos a las herramientas, los procesos, los juegos, los respetos, las posibilidades, las éticas, las satisfacciones, los miedos, las voces, las miradas, las manos, los gritos, las portadas, las frases leídas a todo trapo, los círculos culicéntricos, las risas, las muchas risas, las miradas en silencio, las parejas modernas de tres, los primeros amores...

"De contar" es la intención de mostrar la narración como herramienta ideal para promocionar la lectura. Poner los recursos de la narración al servicio de la seducción hacia el libro. 

La invitación e incitación a jugar, con la voz, con el libro, aunque no se cuente el cuento; a abrir la puerta, la primera página, las ganas de seguir leyendo para saber el final, o imaginar otro, o compartirlo, o pintarlo.

Tuve suerte y el grupo era majísimo. Bibliotecarias y bibliotecarios de la provincia maña que, a pesar de ser de interior, no dejaron de sonreír, incluso las que no imaginaban que iban a contar.

Me encanta compartir lo que sé. Aprendo mucho al preparármelo. Aprendo mucho compartiendo. Aprendo una barbaridad escuchando las distintas voces, las distintas maneras de mirar, decir, gesticular, los distintos por qué, de dónde, para qué. Aprendo mucho de lo distinto que, en este trabajo a veces tan solitario, se hace tan necesario. Aprendo porque se hace todo más grande, cuantas más miradas, más perspectivas distintas, mayor es la visión del universo de mi oficio.

Un placer posible gracias al equipo de la diputación provincial de Zaragoza y al personal de las Bibliotecas Públicas municipales.

Un placer de los grandes. Gracias.


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