En Úbeda se cuenta


El pasado fin de semana tuve el placer de contar en un festival dulce y energizante. 

En Úbeda se cuenta celebraba su (a ver si lo pongo bien) décimo tercera edición. Contar en las plazas de esta bella ciudad, contar en los patios, charlar con el público mientras nos desplazamos con la música de Camerata Tragantitae recorriendo las calles, hacer sonar el cuerpo con Nenacaracol y su grupo..., es uno de esos placeres que regala mi profesión.

Un festival que te permite además disfrutar de tus compañeros, ponerte al día de la vida y saldar cuentas con los abrazos pendientes; y sobretodo refortalecerse para aguantar, resistir y organizarse con la intención de salir de la trinchera para ganar espacio en esta batalla en la que quieren fulminar a los profesionales de cualquier materia.  Y es que a Úbeda se va, a contar o a disfrutar, pero a Úbeda se va. Fue un placer encontrarse además con Elena, Patricia, Pepe, Arturo, Inés...



Pero sobre todo, un festival que reoxigena el corazón viendo cómo un grupo de personas, de amigos, se carga de ilusión y empeño para sacar adelante, contra viento y marea, un precioso festival como es el de Úbeda. Malión es quien lo organiza, quien lo pelea. Malión es a quien le debemos estos trece años de festival y todos los esfuerzos que no se ven. Gracias a ellos la palabra suena en Úbeda y la pueden disfrutar cientos de personas, cada año, cada noche de San Juan, para que la Tragantía no salga y se coma a los niños y niñas rebosantes de incredulidad.

Marchar de Úbeda es pensar en volver, y pronto. Marchar de noche, es volver acompañado y con el alma sonriente.



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