Perita: YELMO

Y como cada semana, PERITA al canto. 
Una palabra elegida con mimo y a partir de ahí una historia.

Esta semana la penúltima letra, la Y. Y una palabra cuya imagen nos une directamente a nuestro loco soñador y espiritual Don Quijote de La Mancha: YELMO.

YELMO -félix albo

Buenos días, ¿tiene usted yelmos? -yo trabajaba en la ferretería del pueblo más grande de la comarca pero era raro encontrar caras nuevas.

Aquella mañana entró una, la de un hombre apuesto de mediana edad. Venía acalorado pero bien arreglado. Con él entró en la tienda una ola de perfume fresco y suave que me detuve a respirar.

Buenos días, ¿tiene usted yelmos? -repitió.

¿Yelmos? -le pregunté extrañada- Un yelmo, yelmo, ¿como el de Don Qujote?

-respondio él azorado-, un yelmo de los de toda la vida.

De toda la vida de usted, querrá decir -le dije con cierta sorna-, que yo en los años que llevo en vida nadie me había preguntado por un yelmo ni lo he visto usar, que tampoco soy tan mayor.

Bueno, entonces ¿no tiene? -impaciente-.

Pues no sé, tendría que buscar, pero va a resultar difícil -le dije mientras veía cómo se le llenaba de desesperanza el rostro-. Seguro que algo podemos encontrar. ¿Para qué lo quiere extactamente?

Sonrió mirándome y dobló los labios como un niño. Se reirá de mi, pero desde hace tiempo uso un yelmo para recuperar la cordura.

Tenía razón. No pude evitar reirme y ante su gesto de fastidio le agarré de la mano para que no se fuera.
Disculpe -le dije-. Entienda que a Don Quijote le pasó justo al contrario.

¿Esta usted segura? -afirmó preguntando-. Yo también opinaba así pero estaba confundido.
El viento es la vida, no lo es la luz. Habrá oído usted mil veces esa frase de “camina hacia la luz, camina hacia la luuuz” -susurrando gracioso-. ¿Lo ve? La luz forma parte también de la muerte, sin embargo al viento solo lo podemos sentir los vivos. El viento es la vida: nos despeina, nos empuja, nos raya de arena la mirada, puebla la cabeza de voces y músicas y la caja -y se puso la mano en el pecho- de aromas de lavandas y rosas de terciopelo.
Placer, fuerza, sueño, misterio y memoria. El viento es la vida.
Hoy hace un viento estupendo. Hace un día ideal para celebrar la vida ¿no cree? -me miró, fijamente-.

Yo sin saber por qué, ni desde cuándo, tenía una sonrisa radiante que venía desde la raíz.
Así que de su brazo pasé a tomarle la mano. 

Sí, creo -le dije- merece la pena dejarse despeinar de vez en cuando.

Así fue. Así nos conocimos. Y desde entonces, mírale -y las dos miramos hacia el este donde estaba echado en la tierra, con una florecilla en sus labios que parecía brotar desde su barba recia. Una camisa abierta, sus pies descalzos y un yelmo en la cabeza. No pude sino sonreír-.

Míranos -me dijo y la miré; y allí estaba, ella, sonriente, radiante, con un mechón despinado y juguetón sobre su mirada feliz- tomando vida, tomando viento.

¿Alguien tiene un yelmo? Parece que la tarde va a ser ventosa.
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yelmo.
(Del germ. *hĕlmcf. a. al. ant. e ingl. ant. hëlm).

1. m. Parte de la armadura antigua que resguardaba la cabeza y el rostro, y se componía de morrión, visera y babera.


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Habrá que dejarse despeinar por las libertades de vez en cuando, por la cordura, por la ilusión. 
Habrá que dejarse llevar, por lo menos, por la buena lectura.

Feliz semana. 

Abrazos a capazos.


P.D.: Más peritas en:
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Y esta la podrás escuchar hoy domingo sobre las 12.30 h. en el hoy por hoy de Murcia que puedes escuchar aquí, pinchando en Murcia, Radio Murcia.
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