REMUSGO

(def. de rae
1.- m. Barrunto o vislumbre que se tiene por algún indicio.
2.- m. Viento tenue, frío y penetrante.

LECHE - Félix Albo

Un ruido los despierta.

-Luis, ¿qué ha sido ese golpe?
-¿Eh? -dice Luis medio dormido aún. Incorporándose- Será la nevera mujer.
-Ya, la nevera, pero ¿por qué se ha abierto? La nevera sola ni se abre ni se cierra Luis. ¿Cerraste la puerta de casa con llave?
- -complaciente.
-¿Doble vuelta?
-Imagino.

Los ruidos siguen. Ahora es como si alguien dejara un vaso sobre la encimera.

-Voy a ver -dice Luis levantándose.
-Voy contigo.
-Calla mujer. Si no es nada. Ahora vengo.

Luis sale de la habitación y, a oscuras, se pierde en el pasillo.
-Pero enciéndete la luz, hombre.

De repente cesan los ruidos y un silencio denso rebosa el pasillo y llega hasta la habitación. 

-¿Qué pasa Luis?, ¿qué pasa por dios? - se agarra a la sábana, tapándose el medio pecho, tratando de captar cualquier indicio como respuesta. Es incapaz moverse, ni de escuchar nada pero no presiente nada bueno- ¡LUIS!

Luis viene. Su sombra trae otra sombra de la mano. La acción no es violenta. Ni siquiera tensa. 

Los dos cuerpos se alumbran con el resplandor de la lámpara de la habitación. De la mano, Luis, trae a Francisco, su hijo; Paquito. Su hijo muerto hace tres años. La madre mira al muchacho, y al marido, y otra vez a su hijo sin entender.

-Madre -le dice yendo a sus brazos.

Ella es incapaz de decir nada, ni tan siquiera de cerrar la boca. Levanta los brazos lentamente para recibir a su hijo. Mira a su marido. Su marido trae lágrimas en los ojos que atenúan su espanto.

-Tenía sed -le dice Luis-, por eso ha tomado un vaso de leche. Ha venido a decirte, a decirnos algo.
El marido se acerca y toma la mano de la madre. El muchacho se separa y la mira. A sus labios morados les rodea un arco de leche más blanca que su tez.

-No me llore tanto, madre. Déjeme marchar. No me piense tanto madre. Sé que me quiso, que me quiere, que nunca me olvidará, pero no me añore tanto porque así no puedo más que vagar, y estoy cansado madre. Yo también la quiero. La he querido siempre. Usted lo sabe ¿verdad madre?. Usted también ¿verdad padre?.

- Claro Paquito, claro hombrecillo -dice el padre entrecortado, tomando con torpeza los hombros de la madre, dejando en medio al muchacho, rompiendo a llorar.

El chico sonríe y se desvanece, recorre el hueco que deja entre el matrimonio, un remusgo helado que les deja en silencio ya toda la noche. Sollozan entrecortadamente, abrazados, sin conseguir calmar el frío.

En la cocina, la botella de leche, se vuelve a verter.


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No sé si es este viento, o los chasquidos de la leña en el fuego... Pero mira, a veces las noches se presentan así.

Buenas noches. Buena lectura.
La semana que viene más.

Abrazos a capazos.

Félix Albo.

P.D.: En enero del 2009 le busqué una historia a una palabra que me resultó rara, extraña, desconocida o confusa. La intención era aprender, enriquecer mi escaso vocabulario y mantener en marcha la maquinaria de la creatividad. Desde entonces, muchas personas se han ido sumando a la lectura de estas "peritas" que cada lunes intento parir. Gracias por ello. Se pueden compartir, regalar, imprimir... Intenta no eliminar a quien les ha dado su primera vida. GRACIAS.

4 comentarios:

    Hermoso.
    Gracias.

     

    Gracias a ti por comentar... Hoy la de esta semana, y la semana que viene más.

     

    Gracias

     

    a ti barbqnk. ¡Qué lujo que desde Siam te pases por aquí.

    Un beso te devuelvo.

     

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