ESPETERA
(De espeto).
1.- f. Tabla con garfios en que se cuelgan carnes, aves y utensilios de cocina.
2.- f. Conjunto de los utensilios metálicos de cocina que se cuelgan en la espetera.
3.- f. Pecho de la mujer cuando es muy abultado.
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ESPETERA. -Félix Albo

No podía dormir. Busqué chicles pero no me quedaban, así que bajé a la recepción del hotel a comprar algo que entretuviera mi mandíbula mientras esperaba el sueño. En la planta baja recorrí silencioso el enmoquetado pasillo que separaba el ascensor del vestíbulo.

Buenas noches -le dije al recepcionista que se encontraba de espaldas a mí, colocando unos garfios en la espetera de la recepción. No me esperaba y quizá por eso le pegué un susto de los grandes. Se giró y me miró nervioso, sobresaltado aún y sudoroso.

Buenas noches, señor -me contestó.

Voy a comprar algo de la máquina -le dije mientras ya me dirigía a ella con la moneda en la mano.

Hasta mañana -le dije al volver, antes de tomar de nuevo el pasillo y volver al ascensor.

Que descanse usted bien -me dijo algo más tranquilo pero no del todo, con las dos manos sobre el mostrador de madera y un peto blanco sobre su pecho. Demasiado desaliñado, para mi gusto, pero a veces, el personal de la noche se relaja en estos aspectos, sobre todo en horas de madrugada.

A la mañana siguiente mientras esperaba que me atendieran dando golpecitos con mi llave sobre el mármol del mostrador de la recepción fue a mí a quien asustaron pues no me esperaba que la recepcionista me hablara desde atrás.

Me habéis devuelto el susto -le dije.

¿A qué se refiere? -me preguntó curiosa.

Nada -sonreí-, ayer le di un susto a tu compañero porque bajé como a las tres de la mañana y hoy me lo...

Nunca hemos tenido servicio de recepción nocturna -me interrumpió-. No sé a quién se puede referir.

¡Ah! -le dije- pues a un hombre así bajo de estatura que estaba colgando unos ganchos en la... -y al levantar la mano y la vista comprobé que el decorado era totalmente distinto. La recepción entera era distinta. El mostrador de madera ahora era de mármol, la pared blanca del fondo ahora era oscura... Y caí en que el hombre más que un recepcionista parecía un carnicero. Sí, eso era, un carnicero como los de antes, con su peto con salpicaduras de sangre, sus cuchillos grandes y ese desaliño típico en una persona siniestra. Pero recordaba con todo detalle cómo estaba colocando unos ganchos de esos de colgar los pavos o los pollos sin cabeza.

Nada -continué-, no me hagas caso. Habrá sido un sueño raro -sin saber si esta frase era más para mí que para aquella señorita.

Pagué y salí del hotel sin darle mayor importancia.

En el coche, mientras mascaba un chicle de menta que acababa de meterme en al boca, guardaba en mi carpetita la factura de aquel hotel.

Hotel Degollina -antiguo matadero-.

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Esta palabra, ESPETERA, llegó a peritas@felixalbo.com de la mano de Maria José Serón. ¡Gracias!
Yo no la conocía. En su pueblo, al parecer, la utilizan en el sentido de desorden y me encantó. Ya sabes que si tienes alguna palabra perdida, extraña, confusa, particular, de poco uso, que recoja la el diccionario de la RAE, estaré encantado de buscarle una historia dentro de su universo. Otra cosa es que...

Feliz fin de semana, para algunos largo.

Abrazos a capazos.

Boletín mensual de FÉLIX ALBO Pasos
Si no lo ves bien
Míralo en la web

P E S P U N T E S

Este mes PESPUNTEAMOS
tres TEATROS

25 abril - 20.30 h.
LA PUEBLA DE ALMORADIEL
TEATRO MUNICIPAL

10 mayo - 20.30 h
C U E N C A 
TEATRO AUDITORIO

31 de mayo - 20.30 h.
AÑOVER DEL TAJO
TEATRO MUNICIPAL
#TEREGALOUNCUENTOcada #lunesdeperita
Cada semana UN CUENTO. Para ti y para quien quieras. Te lo lees en menos de tres minutos y quizá te habite durante un rato.
Quién sabe si te gusta tanto que tú también lo quieres regalar.

No te quedes sin #lunesdeperita.

Mira el de esta semana.
P I P I R I P A O
Una actividad para padres, madres, maestras y maestros.
Un centenar de personas
YA LO ESTÁN DISFRUTANDO
Necesitas un grupo de 12 personas
2,5 h. presenciales al mes
una dirección de correo electrónico
y muchas muchas ganas de disfrutar con la literatura, la palabra y los tuyos
 ¿Te atreves?
 pipiripao@biblitoecadeloselefantes.com

SEGUIMOS A LA NUESTRA
En la  BIBLIOTECA DE LOS ELEFANTES, te espera la reseña de un álbum ilustrado cada semana. Corre, échale un vistazo y busca el que más te guste. Corre que muchos no los conoces y te van a encantar. Además tenemos tiendaSolo libros para para 
D I S F R U T A R.
Madre. Que se acaba abril y no he mandado el correo.

Esta primavera me tiene loco, con mocos, estornudos, carrasperas y kilómetros. Muchos kilómetros. Es lo que tiene tener un oficio de viento, mira.

En lo que queda de mes y los primeros días de mayo estaré en:
CIUDAD REAL
lun 28 VILLARTA DE SAN JUAN
09.30 h. CUENTOS DE CUENTOS (prim.) Sesión de cuentos para el alumnado de 5º y 6º en la Biblioteca Pública Municipal.

lun 28  DAIMIEL
13.00 h. YAYERÍAS (sec.) Encuentro con el alumnado de secundaria en la Biblioteca Pública Municipal.

lun 28  CALZADA DE CALATRAVA
20.00 h. YAYERÍAS (ad.) Sesión de cuentos para público adulto en la Biblioteca Pública Municipal.

mar 29  SANTA CRUZ DE MUDELA
10.00 h. CUENTOS DE CUENTOS (prim.) Sesión de cuentos para público escolar en la Biblioteca Pública Municipal.

sab. 3 -mayo- HERENCIA
16.00 h. PIPIRIPAO (ad.) Actividad lúdico formativa para padres, madres y profesionales de la enseñanza.

CUENCA
sab. 3 -mayo- FUENTES DE PEDRO NAHARRO
09.00 h. PIPIRIPAO (ad.) Actividad lúdico formativa para padres, madres y profesionales de la enseñanza.

mié 7 -mayo- CUENCA
17.00 h. PIPIRIPAO (ad.) Actividad lúdico formativa para voluntariado del programa Biblioteca Solidaria en la Biblioteca Pública del Estado Fermín Caballero.

sáb 10 -mayo- CUENCA - TEATRO AUDITORIO -
20.30 h. PESPUNTES (ad.) Un espectáculo exclusivo en teatros donde la ternura y el humor se remendan, se entretejen, se zurcen con una historia de amor única. No te lo pierdas. En el Teatro. Ya puedes comprar la entrada aquí.

MADRID
vie 25  LOECHES
18.05 h. CUENTOS DE CUENTOS (fam.) Sesión de cuentos familiar en la Biblioteca Pública Municipal.
SANTA CRUZ DE TENERIFE
vie 9  -mayo- PUERTO DE LA CRUZ - MUECA -
23.30 h. EL PUEBLO DE LOS MELLADOS (ad.) Dentro del FESTIVAL de MUECA, arranca el preestreno en teatros de la historia de misterio más divertida que hayas escuchado jamás para celebrar mis 20 años en escena. En el espacio Agustinos, pasaremos 60 minutos inolvidables. ¡Ven!

TOLEDO
vie 25  LA PUEBLA DE ALMORADIEL - TEATRO -
13.00 h. EL PRIMER BESO (sec.) Espectáculo unipersonal de narración oral para público de secundaria. En el Teatro.

20.30 h. PESPUNTES (ad.) Un espectáculo exclusivo en teatros donde la ternura y el humor se remendan, se entretejen, se zurcen con una historia de amor única. No te lo pierdas. En el Teatro.


sab. 3 -mayo- QUINTANAR DE LA ORDEN
11.45 h. PIPIRIPAO (ad.) Actividad lúdico formativa para padres, madres y profesionales de la enseñanza.

ZARAGOZA
jue 8 -mayo-  ZUERA
17.00 h. PIPIRIPAO (ad.) Actividad lúdico formativa para padres, madres y profesionales de la enseñanza.

¡Vaya mes de Abril! ¡Qué locura de kilómetros!
He disfrutado de Monóvar, de Argamasilla de Alba, de Almoradí, de Elda, de Las Rozas, de Talavera de la Reina, de Lliria, de Massamagrell... El público actúa como un desfibrilador cultural y se agradece tanto...

Comparto el  
PIPIRIPAO con seis grupos geniales de madres y maestras principalmente, con quienes estamos haciendo un trabajo bárbaro en las casas y en algunas aulas con los álbumes ilustrados, reescribiendo, leyendo, contando, creando...

A ver si hay suerte y en lo que queda de mes nos vemos en los escenarios. Si no, en mayo también estaré por las provincias de Alicante, 
Cuenca, Madrid, Teruel y Toledo. Y en junio... empiezo en Colombia.  

Ya sabes que puede que haya cambios y errores que últimamente soy un poco ñu, porque sigo siendo un desastre, así que pásate por el blog, el facebook o el twitter donde si me doy cuenta de algún gazapo lo enmiendo.

Y si conoces a alguien que viva o esté cerca de donde trabajo y le quieres regalar un momento intenso escuchando historias, puedes reenviar este correo a quien desees. O regalarle un cuento, cada lunes, en los #lunesdeperita, también en las redes.

Gracias mil.
Abrazos a capazos.

Felices días. Felices sueños. Feliz vida.


DULCINEA
(De Dulcinea, personaje del Quijote, de Miguel de Cervantes, 1547 - 1616).
1.- f. coloq. Mujer querida.
2.- f. (poco  usado o usada). Aspiración ideal, fantástica comúnmente.
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MI DULCINEA BELLA. -Félix Albo

Me encanta volar. Me encanta la tensión del despegue, la incertidumbre del aterrizaje y las divertidas turbulencias del trayecto. Si miro por la ventanilla me abstraigo totalmente y me entran ganas de saltar sobre las nubes algodonosas, o empiezo a buscar letras, o caras, o cualquier figura en las líneas que dibujan los campos de cultivo, o me empeño en orientarme por dónde estamos pasando tratando de identificar un río, o una catedral, o una orilla, o una autovía, o las obras del AVE... Normalmente, menos saltar, lo cumplo todo (encuentro caras, letras, incluso palabras enteras; reconozco Toledo, Aspe, Almansa, Arganda, Loeches, Lanzarote, Benidorm, El Burrero o Menorca. Ya digo, menos saltar...
Y todo, en absoluto silencio. Raro es que cruce alguna palabra con quien se sienta a mi lado.

Recuerdo un vuelo desde Madrid a Las Palmas de Gran Canaria. A mi lado, una mujer de unos setenta años, a la que recibí con un educado y cortés saludo y que me devolvió con un gesto taciturno y circunspecto. No cruzamos mirada alguna durante las dos horas largas de viaje salvo al acercarnos al destino. La aeronave comenzó a convulsionarse en el aire. Se encendieron las luces de los cinturones y el comandante nos indicó algo que ya habíamos notado: turbulencias.

La miré porque notaba cierta tensión. Me estaba observando excitada y de manera intermitentemente. Sus ojos abiertos iban desde mi persona a su falda, o al sillón de al lado, o al suelo del pasillo, o al proyector de aire del techo y a mis ojos de nuevo.

¿Se encuentra bien? -le dije tratando de poner voz ansiolítica.
Estoy muy nerviosa -me dijo moviendo las manos-, es la primera vez que vuelo y ¡ay dios mío! -suspiró.
No se preocupe mujer, esto lo hacen por si alguien se ha dormido -le contesté tratando de buscar una sonrisa en ella, pero no.

Me miró fijamente. Tragó saliva como si fuera pan de tres días. Mantuvo un silencio denso y de repente lo rompió:
¿Le puedo pedir la mano?

No pude evitar reír.

Es la primera vez que alguien me pide a mano -le dije-, y no puedo creer que sea en un avión y de una persona como usted. Así, sin conocernos, sin noviazgo ni nada, pero oportunidades como esta no se desaprovechan -volví a sonreír dudando de que ella me hubiera escuchado-.

Sí, quiero, mi dulcinea bella -le dije tomándole la mano.

Ella me puso la otra sobre la mía y apretó. Apretó la mano y los labios, simulando una sonrisa. Y siguió apretando mientras el avión andaba con su particular celebración de vivir un amor pasajero en plena operación de aterrizaje.

Cuando llegamos a tierra yo no me sentía los dedos. Ni la mano. Tenía un hormigueo divertido desde la muñeca hacia abajo.

Salimos del avión juntos y yo la tomé del brazo, imaginándome que nos esperarían con confetis, y kilos y kilos de arroz y jolgorios... Esperó conmigo mis maletas para salir juntos y presentarme a su hijerío y su nietería y compartimos unas risas y una foto.

Cuando arrancó mi taxi, ya en soledad, me pareció escuchar cómo se provocaba una algarabía festiva al seguirme una ristra de latas amarradas a una cuerda. Sonreí toda la tarde y muchas veces durante toda esa semana.

Hoy mismo, mientras escribo esta historia ando sonriendo.

La foto, aún la guardo.
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Sí, lo sé. Dulcinea no es una palabra desconocida. Corrijo. Dulcinea no es un nombre desconocido, pero yo desconocía que estuviera recogida en el diccionario como palabra y menos con estos significados. Y me apeteció jugar con ella. Este diccionario me tiene enganchado. Me encanta por ejemplo que la definición de circunspecto, nos lleve a circunspección sin más información. Y la de taciturnidad, nos lleve a taciturno. En un dislate este diccionario y son unas cachondas estas personas que soplan el alma de sus páginas.

Ya se ha instalado la primavera en mis vías respiratorias y desde allí ha colonizado mis fosas nasales, mi garganta y mis ojos. Estoy hecho un pistilo y por eso no dejo que me toque nadie los estambres, no sea que me polinicen y tengamos un lío.

En fin. Ojalá os guste esta anécdota mínimamente fabulada en la que, sorprendentemente, no se muere nadie. (Je).

Feliz semana. Feliz primavera.

Abrazos a capazos.

Félix Albo.

#lunesdeperita: CUBIL

CUBIL
(Del lat. cubīle).
1.- m. Sitio donde los animales, especialmente las fueras, se recogen para dormir.
2.- m. Cauce de las aguas corrientes.
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CUBIL NEGRO.- Félix Albo

¡Fiera! ¡Monstruo! -le gritaba agarrándole del brazo- ¡A tu cubil! ¡a dormir esa maldad que tienes dentro de ti!
Y le metía en un cuartito que quedaba bajo la escalera, totalmente oscuro. Allí lo podía tener horas. Había veces que parecía que se se había olvidado de él y con la voz llena de miedo la llamaba. Mami. Tratando de que un cariño impostado aflorara por encima del terror. Había veces que le hacía caso y venía y le daba un golpe a la puerta, o abría y le decía ¡Saldrás cuando yo te diga! y cerraba de un portazo o le daba otro golpe que él no podía evitar cegado por la luz que acaba de entrar. A veces ni siquiera eso.

Recuerda ese castigo desde siempre. Desde que tiene memoria aunque siempre dudó porque también guarda imágenes algo difusas, como ráfagas, en las que ríe junto a ella y su padre, antes de que él se fuera, que fue muy pronto.

Como niño, probó todo. Negarse con todas sus fuerzas, incluso morder la mano que tiraba de él, colaborar en el desplazamiento al cuartucho... Llegó a meterse él solo. Pero siempre, recibía golpes y gritos como una única respuesta.

Aquella oscuridad absoluta, aquel olor a cerrado, aquel sonido que le devolvía sobredimensionando cualquier movimiento suyo, le aterrorizaba Y chillaba. Y lloraba. Ella venía y le daba más golpes. Él trataba de aguantar los sollozos y gritos de miedo, pero era raro conseguirlo. Cuando lo hacía solo reprimía los sonidos, con una gran tensión muscular que no le dejaba dormir luego por la noche. Luego, no sabe desde qué momento, se fue acostumbrando y quedaba en silencio, tratando de percibir, de analizar. Se centraba en los lugares donde tenía el dolor producido por los pellizcos, arañazos o algún golpe. Sentía el latir de su corazón en la mejilla, en el hombro, la pierna. Así se aliviaba. Así hasta llegar a la calma. Entonces se ponía a pensar qué era lo que había hecho mal y de ese pensamiento que no le entretenía demasiado, pasaba a cualquier otro entretenimiento mental, como niño y se imaginaba cosas, soñaba despierto, deseaba juegos, risas, flores, campo, luz, agua.

Dentro se escuchaba todo de otra manera. Se oía perfectamente cualquier conversación que su madre tuviera con quien fuera. Y le gustaba escuchar cómo ella, con voz ebria, tarareaba alguna canción. Le hacía sonreír desde la calma.

Un día le abrió la puerta después de tenerlo allí varias horas y él no salió. 
¡Sal! -le dijo. Y como no salía, lo sacó a golpes.

Otro día, cuando una amiga de la madre le pidió que le enseñara su habitación él le abrió el cuartucho.
Su madre salvó la situación con alguna broma pero cuando se fue su amiga...

Cuando tuvo diez años, escuchó cómo hablaba con dos hombres que habían ido a preguntar por él porque hacía tres días que no iba a la escuela. Alarmados por sus gritos, entraron y le sacaron del cuarto. Fue la última vez que la vio.

A partir de ahí, un par de centros y la suerte, la gran suerte, la enorme suerte de una familia que lo acogió como si fuera aquello que más desearan en el mundo. Nunca un grito. Nunca un golpe. Nunca un reproche. Nunca una humillación. Nunca. Todo amor. Amor y palabras. Amor y preguntas. Amor y respuestas. Y todo a cambio de solo ser él.

De esto hace ya cuarenta y tres años. Hace dos, se enteró de que ella había muerto y de que la casa era suya.

Hoy está parado frente a su puerta. Una puerta que reconoce, junto al porche, las ventanas. La sensación es extraña, pero abre. La casa está igual, los mismos espacios, la misma distribución, pero le cuesta encontrar algún mueble, algún objeto que recuerde. Hace ya tanto, y está todo muy cambiado. El salón, el aseo, la cocina. La cocina no era así. En la planta de arriba en su habitación se amontonan muebles y trastos que él si que recuerda. Encuentra un viejo peluche, compañero de secretos que coge con sonrisa. En el baño falta la bañera y hay una ducha. Entra con pausa a la habitación de su madre y encuentra en el aparador una foto de ella que le abraza. Una foto que le hace dejar caer el peluche. Una foto que sustenta con fragilidad y cierta dulzura entre sus manos, tratando de reconocer la escena, el momento; no por el lugar físico, sino por la ternura que transmite ese instantánea. Sale inmerso en ella. Baja las escaleras algo confuso y encuentra el cuarto de castigo abierto. Duda. Duda mucho en un segundo.

Se tiene que agachar para entrar. Apenas cabe pero cuando está dentro se queda replegado en sus piernas, con la foto sobre ellas, mirándola. Trata de reconocer, de reconocerse, de encontrar, de encontrarse y sin saber cómo, la puerta se cierra. Queda lo oscuro, el denso silencio. Mira esa oscuridad levantando la cabeza. Le pesa el negro que le envuelve. Y como si se activara en él un resorte que desconocía comienza a buscar dónde le duele, dónde se halla su dolor, dónde le palpita la vida. Dónde. ¿En la mejilla? ¿el pelo? ¿la pierna? ¿la espalda? ¿las manos? 

Tiene que buscar más adentro. Mucho más adentro. Y cuando lo encuentra, siente, no sabe si recuerda, pero siente, oye  a la vez que llora, la voz de ella tarareando una canción.

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Estamos llenos de secretos. algunos no se desvelan por miedo, por celo, por avaricia, por orgullo, por amor, por respeto. Hay algunos secretos que también lo son para nosotros. Restos olvidados de una historia que vivimos en primera persona. Hay personas que arrastran esos secretos como losas, otras los guardan como absolutos tesoros. Hay quien lo comparte como cuando ves abrirse una flor, y hay quien prefiere el calor de un fuego para darles voz.

Al hacerlo, los secretos cambian. Siempre. Algunos toman brillo, otros gigantes y pesados, se vuelven diminutos, insignificantes, otros toman importancia y hay de los que la pierden por completo.

Somos dueños de nuestro bagaje, de nuestra vida. De nosotros, nuestras herramientas, nuestras voluntades, nuestras capacidades depende el tono de la voz que ponemos al contar nuestra historia.

Es primavera, tiempo de nacer.

Feliz semana. Feliz vida.
Abrazos a capazos.

Félix Albo

BERBIQUÍ
(Del fr. vilebrequin y este del neerl. wimmekijn)
1.- m. Manubrio semicircular o en forma de doble codo, que puede girar alrededor de un puño ajustado en una de sus extremidades, y tener sujeta en la otra la espiga de cualquier herramienta propia para taladrar.
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BERBIQUÍ.- Félix Albo

A Patricio Hernández, su abuelo le contó que dios había creado tan bien el mundo que, para protegerlo de los vientos del universo, le hizo una esfera alrededor a la que llamó cielo. Cuando se dio cuenta, el creador había quedado fuera del hermético globo y ya no podía admirar su obra así que en el lado de la noche, con un berbiquí, fue haciendo agujeritos para, sobre todo, escuchar los sueños de los niños y los deseos de los amantes.

Por esos agujeros -le dijo- entra la luz del universo y nosotros les llamamos estrellas.
¿Y la luna? -me dice Patricio que le preguntó un día-.
La luna la hizo dios para mirar, porque no se podía creer qué era lo que nos estaba pasando -le respondió-.

Patricio me contó que el ataúd en el que fue enterrado su abuelo se lo había hecho él mismo con sus propias manos y en la tapa, reprodujo el cielo nocturno de primavera: Leo, Virgo, Pegaso, Cáncer, Boyero...
Para seguir escuchando el canto de los pájaros -le dijo un día cuando estaba con un berbiquí horadando la madera-, y quién sabe si tu voz o la de tu abuela -y le despeinó el pelo de niño pillo.

Un berbiquí como este -me dice Patricio, sacando de su bolsillo una herramienta pequeña y fina-.
¿Y tú para qué lo llevas? -le pregunto.

Quién sabe -me mira-. Tengo claro que él no va a poder escuchar mi voz porque yo estoy muy mayor ya y su tumba queda muy lejos. Pero lo que sí sé es que cuando acaricio la madera gastada del puño, yo sí escucho la suya y esa voz hace un agujerito en mi oscuridad por el que siempre, siempre entra luz, aire o simplemente fuerza para seguir.

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Hay palabras que casi pertenecen a otra época. El berbiquí me encantaba de pequeño y en cuanto los adultos se descuidaban, ya estaba yo haciendo algún agujero en un marco, una mesa, o la pata de una silla. Me gustaba cómo esa virutilla infinita de madera salía bailando con el hierro desde un adentro que se estaba produciendo en ese momento. Placeres de niño, está claro. Esta palabra corre el peligro de caer en desuso y me siento afortunado al saber que por esa ínfima e improductiva diversión infantil, permanecerá en mi memoria emocional.

¿Tienes tú alguna palabra así? ¿Cuál es? ¿Y tu historia?

Ahora vienen unos días para poder recordarla. ¿Nos la cuentas? 

peritas@felixalbo.com

Feliz primavera.

Abrazos a capazos.



ABRACADABRA
1.- m. Voz cabalística que se escribía en once renglones, con una letra menos en cada uno de ellos, de modo que formasen un triángulo, y a la cual se atribuía la propiedad de curar ciertas enfermedades.
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ABRACADABRA.- Félix Albo

Hace ocho meses ya que cambié de compañera de piso. No fue un cambio que elegí, pero al marcharte tú, entenderás que... ¿Por qué una chica? ¿Por qué no? Es silenciosa y un poco desordenada. No es que sea tremendamente divertida, pero a veces hablándole de ti, de nosotros, se nos llena un instante de carcajadas. Tiene unos ojos grandes, y oscuros. Le gusta escuchar, más que hablar y normalmente siempre trae alguna canción en sus bisbiseos. Una cantinela que se me pega y no me quito de encima durante todo el día. Le gusta beber, a veces demasiado. Esas noches, las de borrachera de piso, acabamos abrazados en la cama y más de una, hemos hecho el amor, de manera fugaz y apasionada.

Le gusta pasear en el silencio de las calles mojadas y dormidas, sentarse en la orilla del mar sin más que hacer que acompañar el respirar, pasarse tardes enteras sin hacer nada. Nada. Y mirar fotos. Y leer cartas en voz baja. Y mirar la tele sin ver o estar engullida horas eternas en el sofá. Yo la acompaño.

En el desayuno, en cada uno de los desayunos, acabamos hablando de ti. Quizá sea porque al despertarme es cuando más noto que no estás. También te nombro en la merienda y en muchas cenas. No sé qué tiene esa mesa de cocina. Bueno sí. Y tú también lo sabes. ¿Te acuerdas? ¡Vaya risas!

Es cierto. Dormimos juntos la mayoría de las noches. Sé que no te molesta. Peor. Sé que no te importa. Ojalá. Pero por si sí, no te preocupes. Ella sabe que lo nuestro es totalmente accidental. Llegó al piso y, mira, una cosa lleva a la otra. Pero está segura, lo sabe; en cuanto aparezca alguien que a mí me convenza, que me guste de verdad, se acaba. El problema está ahí. A mí solo me gustas tú. Solo tú.

Cada noche, antes de dormir, echamos un rato abrazados. Algunas reímos, muchas lloramos, hay alguna que no puedo evitarlo y te nombro, mi voz rompe la noche y te nombro. Otras, nos amamos. Después quedamos dormidos.

Me da miedo enamorarme de ella, por su mirada, por los ratos que pasamos juntos que son muchos, si no todos. Porque al final es cómodo vivir así, con alguien que se amolda dispuesta a tus maneras. Y cuando me atemorizo, escribo ABRACADABRA en pirámide para evitarlo. Una tontería de las mías, pero tengo el estudio lleno de pirámides abracadabrísticas. Con mayúsculas, con redondilla, con filigranas, con tonterías, tonterías de las mías. Ya sabes.

A ella tampoco le gusta, pero no dice nada. Se sienta a mi lado, me toma la mano y me mira con esos ojos infinitos. 

¿Que cómo se llama? Soledad. Mi compañera de piso se llama Soledad.

Te sigo esperando. Lo sabes. Y ella tardaría bien poco en hacer las maletas y marchar a ocupar otro hueco que no sea este que tú me has dejado.

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Comienza la primavera con una nueva vuelta al abecedario. Arrancamos con la A, la primera. Con una palabra cuya definición me sorprendió y probé a escribir esa palabra mágica siguiendo las instrucciones del diccionario. No me sentí mejor pero pensé en un mal malo.

El cuento es el resto de tarde.

Feliz semana. Feliz primavera.

Abrazos a capazos.

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