Me pidieron un cuento

Y aquí está. Cada quien que saque sus propias conclusiones, y si eso nos las cuentas.


MAR SALADA  -Félix Albo-

Cuando Njal Roland tuvo seis años, su abuelo le llevó a la fiesta de Jötun, el Gigante come hombres; una fiesta tradicional en su tierra en la que aún hoy se realiza una feroz matanza de focas. Hombres armados con sus “kilswåzsch” degüellan excitados a cientos de mamíferos acorralados que braman mientras un público numeroso, lleno de euforia y alcohol, vocifera hasta aturdir desde las laderas y la orilla.

Grita -le dijo el abuelo aquel día-, así no oirás cómo chilla la muerte. Y se unió al atronador grito del resto.

Él era incapaz de detectar belleza alguna en aquella lengua de arena amarillenta en la que morían dos
laderas verde primavera con restos de manchones blancos supervivientes del invierno. El agua, azul maravilla, hervía borbotones rojo sangre aún llenos de vida que manaban de unas focas negro brillante sacudiéndose la muerte con violencia y fuerza.

¿Dónde irá a parar tanto dolor? -se preguntó cogido de la mano de su abuelo.

Hoy, más de cincuenta años después, Njal dedica la noche y el día del gigante a hacer focas de arena; moldea en silencio decenas y decenas en una cala cercana a la de la masacre. Desde hace pocos años hay quien le ayuda moldeando más de trescientas.

Hasta la cala no llega el ruido de la fiesta humana, pero sí el llanto desgarrado y continuo de ellas.

Al caer la tarde, el mundo parece quedar en silencio conforme los “cazadores” se retiran.

En la cala, los alfareros de arena esperan.

Con las primeras estrellas el mar comienza a lamer una a una las focas de la orilla y las devuelve lentamente a su seno.

Esa noche el rumor de las olas es su llanto.

3 comentarios:

    On 25/5/11 17:46 Susana dijo...

    Bonita la historia, a pesar de la crudeza de las (sin)razones que la provocan. Una historia, una motivación en el protagonista muy loable; la emoción a flor de piel (ayuda también el calor de estas tierras y que vengo de un día agotador). Ahora sólo queda que las.... gentes (no puedo llamarlos personas) que actúan así se den cuenta del grave error que están cometiendo y terminen con estos atropellos a la naturaleza.

    Un abrazote con beso de propina.

     

    El cuento es precioso, la historia, muy triste.

    Debiera de leerla mucha gente que va a las fiestas de los gigantes... Ayyy

    Salud

     

    Gracias Susana, gracias Pablo.

    Un cuento... con un universo distinto al que plantea directamente, pero sí, intenso y duro.

    Salud y abrazos

     

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