Perita: YELMO
28 may 2013
Y como cada semana, PERITA al canto.
Una palabra elegida con mimo y a partir de ahí una historia.
Esta semana la penúltima letra, la Y. Y una palabra cuya imagen nos une directamente a nuestro loco soñador y espiritual Don Quijote de La Mancha: YELMO.
YELMO -félix albo
Buenos días, ¿tiene usted yelmos?
-yo trabajaba en la ferretería del pueblo más grande de la comarca
pero era raro encontrar caras nuevas.
Aquella mañana entró una, la de un
hombre apuesto de mediana edad. Venía acalorado pero bien arreglado. Con
él entró en la tienda una ola de perfume fresco y suave que me
detuve a respirar.
Buenos días, ¿tiene usted yelmos?
-repitió.
¿Yelmos? -le pregunté
extrañada- Un yelmo, yelmo, ¿como el de Don Qujote?
Sí -respondio él azorado-, un
yelmo de los de toda la vida.
De toda la vida de usted, querrá
decir -le dije con cierta
sorna-, que yo en los años que llevo en vida nadie me
había preguntado por un yelmo ni lo he visto usar, que tampoco soy
tan mayor.
Bueno, entonces ¿no tiene?
-impaciente-.
Pues no sé, tendría que buscar,
pero va a resultar difícil -le dije mientras veía cómo se le llenaba
de desesperanza el rostro-. Seguro que algo podemos
encontrar. ¿Para qué lo quiere extactamente?
Sonrió mirándome y dobló los labios como un niño.
Se reirá de mi, pero desde hace tiempo uso un yelmo para
recuperar la cordura.
Tenía razón. No pude evitar reirme y
ante su gesto de fastidio le agarré de la mano para que no se fuera.
Disculpe -le dije-. Entienda
que a Don Quijote le pasó justo al contrario.
¿Esta usted segura? -afirmó
preguntando-. Yo también opinaba así pero estaba confundido.
El viento es la vida, no lo es la
luz. Habrá oído usted mil veces esa frase de “camina hacia la
luz, camina hacia la luuuz” -susurrando
gracioso-. ¿Lo ve? La luz forma parte también de la
muerte, sin embargo al viento solo lo podemos sentir los vivos. El
viento es la vida: nos despeina, nos empuja, nos raya de
arena la mirada, puebla la cabeza de voces y músicas y la caja -y se puso la mano
en el pecho- de aromas de lavandas y rosas de terciopelo.
Placer,
fuerza, sueño, misterio y memoria. El viento es la vida.
Hoy hace un viento estupendo. Hace un día ideal para celebrar la vida ¿no cree? -me miró,
fijamente-.
Yo sin saber por qué, ni desde cuándo,
tenía una sonrisa radiante que venía desde la raíz.
Así que de su brazo pasé a tomarle la mano.
Sí, creo -le dije- merece la
pena dejarse despeinar de vez en cuando.
Así fue. Así nos conocimos. Y
desde entonces, mírale -y las dos miramos hacia el este donde
estaba echado en la tierra, con una florecilla en sus labios que
parecía brotar desde su barba recia. Una camisa abierta, sus pies
descalzos y un yelmo en la cabeza. No pude sino sonreír-.
Míranos -me dijo y la miré; y
allí estaba, ella, sonriente, radiante, con un mechón despinado y
juguetón sobre su mirada feliz- tomando vida, tomando viento.
¿Alguien tiene un yelmo? Parece que la
tarde va a ser ventosa.
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yelmo.
1. m. Parte de la armadura antigua que resguardaba la cabeza y el rostro, y se componía de morrión, visera y babera.
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Habrá que dejarse despeinar por las libertades de vez en cuando, por la cordura, por la ilusión.
Habrá que dejarse llevar, por lo menos, por la buena lectura.
Feliz semana.
Abrazos a capazos.
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Y esta la podrás escuchar hoy domingo sobre las 12.30 h. en el hoy por hoy de Murcia que puedes escuchar aquí, pinchando en Murcia, Radio Murcia.
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