ZALOMA
(Del lat. celeusma, canto de marineros).
1.- f. voz cadenciosa simultánea en el trabajo de los marineros.
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SAL.- Félix Albo

Mis primeros tres días de vida los pasé acompañando a mi madre mientras le esperábamos en el pequeño muelle.
La sal del gran mar sabía igual que la sal que ella guardaba dentro.
Mis primeras tres noches dormí mecida por la voz del gran azul.

En la cuarta tarde llegó. La zaloma se esuchaba por encima del rumor de las olas y bailaba con ellas. Atracó su barca azul y blanca que siempre me pareció de papel y cuentan que el abrazo que se dieron alrededor de mí hizo que el sol quisiera contemplarlo un poquito más y se alargó un rato el día para que sol y marineros pudieran seguir cantando.

Así crecí, enredada en los brazos de mi madre sobre el muelle, jugando con mis manos en la arena donde mar y tierra se acarician, añorando su encuentro, su abrazo, su amor. Y seguí creciendo con la mirada puesta en la línea sobre la que se besan cielo y mar, esperando escuchar las voces del barco de mi padre que cantaban la alegría de volver a casa cada viernes con cantos de orca y coral.

Entonces era él quien me mecía, era su timbre el que me arrullaba y la casa se convertía en un inmenso océano en el que mi madre y yo nos sumergíamos sin miedo.

Un día su barca de papel no llegó, por pequeña, por frágil; no llegó y el silencio inundó el mar.

Mi madre fue vaciando poco a poco el piélago que guardaba hasta quedarse sin lágrima que llorar.

No nada hay peor que ahogarse en tierra -dijo una tarde. 
Y al poco, dejó de nadar y se hundió.

Hoy veo a mi niña, descalza, jugar en la orilla donde son una arena y sal, y nos ponemos, tomadas de la mano, de puntillas tratando de ver una barca navegar.

Su risa es la vida que resuena en una niña de tierra, una niña de sal, una niña de noches enteras trenzadas entre sábanas dormida con mi voz o la de su padre, cantando arrullos de mar.

Y cuando ella duerme, envuelta en otro abrazo, salgo a pasear.
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Llevo una semana en las islas y me rodea, me brota, me rezuma, me apacigua el placer de escuchar y sentir el mar cerca.

Vaya placeres que nos guarda cada silencio.

Feliz semana.
Abrazos a capazos.

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