Perita: TORNASOL
25 abr 2013
Como cada lunes (ñeeee) perita con cuento al canto. Esta semana una palabra con T: Tornasol.
LUCÍA TORNASOL - félix albo
LUCÍA TORNASOL - félix albo
Desde que el magnolio asomó por encima
del muro de la casa del cura, su sombra coqueteaba con la plaza del
pueblo, fuera de la propiedad eclesiástica.
Años después, el árbol había
crecido tanto que su sombra, una tarde cualquiera, acogía con gusto
a un pastor que había desparramado su cansancio sobre un poyete
encalado. De repente, con ira divina, el cura párroco, despertó a
manotazos al pastor y se enzarzaron en una tremenda discusión que
fue haciendo aparecer al resto de vecinos formando corro sin
atreverse a opinar.
El cura que esa sombra era suya. El
pastor que qué decía, que la sombra no era de nadie. El cura que la
sombra era del magnolio, y el magnolio era suyo, con lo que la
sombra, por transmisión de poderes, era suya también. El pastor
que a “monseñor” le había dado un aire divino.. El cura que ese
descarriado no podía descansar sobre la sombra sin su consentimiento
y menos él que no aparecía por misa. El pastor que no bebiera todo
lo que bendecía, y que le dejara tranquilo. Y que no se descansaba
sobre la sombra sino en ella. Y que mañana iba a ir con más rebaño.
La discusión se alargó tanto que la
sombra siguió su camino muro arriba y ya nadie podría descansar en
ella o sobre ella, vete tú a saber.
El caso es que al día siguiente dos
fueron los pastores que fueron a descansar. Y otra bronca monumental.
Al parecer, en menos de una semana, el
curo mandó quitar el poyete, pero a aquel y otros pastores,
labriegos y gente guasona, les parecía un lugar ideal para reunirse
al medio día, aunque fuera sentados en el suelo. La sorna y las
risas les hacia disfrutar del encuentro y de la bronca.
Desde aquel 1946, es costumbre en el
pueblo, echar el mediodía en la tapia de la casa del cura, de otro “monseñor” también mayor, iracundo y rencoroso.
Yo voy. Cuando estoy en el pueblo,
estoy deseando que lleguen los medios días para disfrutarlos a la
sombra del magnolio hasta que sale el buen hombre asotanado. No es
por fastidiar al pobre abuelo.
Yo voy porque va ella: Lucía. Y me
encanta sumergirme en la belleza de los juegos del sol con los
pliegues de su falda, con las caricias sobre su piel, o en el brillo
inmenso de su mirada.
Lucía Tornasol. Así la pienso,
mientras la amo en silencio bajo la sombra libre y desacralizada de
un magnolio centenario.
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3. m. Quím. Materia colorante azul violácea, de origen vegetal, que sirve de reactivo para reconocer el carácter ácido o básico de una disolución.
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Vaya solazo que campa por las tierras manchegas. Da tanto juego, seduce tanto y provoca tanta vida esa luz que uno no puede sino dejarse llevar y enamorarse, claro. Que soy mediterráneo.
Feliz semana.
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