ZACATECAS, México
18 ago 2007
No puedo seguir escribiendo en el Blog antes de terminar de contar mi viaje a aquellas tierras mexicanas. Sí, ya se que hace casi un mes que estuve, pero por mis adentros aún hay una frase que me recorre cuando pienso en Zacatecas y es: ¡guau! qué sensasión...
amable. De allí, de Zacatecas, y de fuera. Entre las narradoras y narradores que pZacatecas es una ciudad amable llena de gentearticipábamos en el festival descubrí a Inés Grimland, narradora argentina. Una de esas mujeres que cuanto más hablas con ella, más quieres hablar. Una maestra de la narración que desde el escenario no para de dar lecciones, por lo que cuenta y por cómo la hace. Nos sorprendió, y a mí, a lo grande, con una sesión donde habla sin perder la compostura de cómo vive y se siente una mujer de 50 años separada en la sociedad actual. Te ríes, pero acabas jodido, muy jodido. Antes nos había enternecido Maisa, otra grande. Una leonesa que con fiereza narra y vive, una rompe corazones millonarios que en nuestra tierra no habíamos tenido ocasión de intercambiar chocolates, cafés y conversaciones la mar de intensas. Un gusto.
Personas como Misael Torres, juglar colombiano, persona en constante efervescencia, que merece escuchar, compartir y aprender (que es algo innato si se cumplen las dos primeras).
Reencontrarme con Moisés Mendelewich fue todo un gusto. Él es un gusto. Una persona sorprendente, sin más. Creo que la sorpresa y la amabilidad es lo que recorrer su ser y así lo hace ver. Grande, por fuera y por dentro. Con él conocí a Marcela Romero, calladita... pero matona. Ambos nos hicieron disfrutar de una sesión genial. Marcela, además de dar unos abrazos lentos, me recomendó uno de los libros más intensos que he leído últimamente: Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini. Gracias, lo he disfrutado tanto.
J Villaza, o Jota, como se le llama, es un hombre con sombrero, un paisa colombiano, que cuenta desde dentro, con un ritmo fascinante marcado por unas palabras que dibujan otras bien contundentes. Jota es un narrador de esos que va en boca de todos y cuando le escuchas entiendes por qué. Yosune es mejicana y me quedé con la sensación de que debíamos haber hablado más, pero eso a veces es bueno, porque te da la seguridad de que nuestros caminos volverán a cruzarse y volveremos a disfrutar. Gabo tiene tres razones para contar, pero no se da cuenta de que ya lo hace, y que las tres razones que le dio su maestro son las de su maestro y que él ya tiene otras, y otras herramientas. Tenéis que verle la cara que pone cuando cuenta. Genial. Rosa Martha, mejicana también, es una mujer de sonrisa permanente mientras cuenta. Luego también, no vayáis a creer. Siempre peripuesta y dispuestas. Compartí con ella mi primera sesión. Con ella y con Marconio, otro narrador con guitarra, que lo mismo cuenta que canta que da palmas que toca el yembé. Una de esas personas que rumbean por dentro y cuando no pueden aguantarse uno acaba rumbeando. De otro mejicano, Argueta, diré ayyyyyyyy mis hijos... Un narrador con capa y que si le pides una nota te dará siempre un mí.
Hay personas que siempre me alegraré de encontrar. Una de ellas es Flora Ovalle. Venezolana que conocí en Barquisimeto, que encontré en Elche y Burgos, que pude disfrutar en Zacatecas y que probablemente vea de nuevo en octubre, en Colombia. Vaya, ya tengo ganas. Es imposible no sonreír a su lado, incluso cuando se enoja no pierde la sonrisa. Y cuando canta sus historias de tío tigre y tío conejo, uno no puede dejar de bailar.
Jaramillo es el hombre de la eterna sonrisa, pero por dentro. Organizador del encuentro de Buga (Colombia) es un hombre con una experiencia enorme como escuchador de cuentos. Quizá por ello tiene un criterio e ironía especiales. Benja Briseño, del D.F. es, simplemente sorprendente. Judtih Harders me sorprendió en su sesión. Hablaba un mejicano afrancesado que llenaba de cadencia (en su 3ª acepción) sus historias. Compartió sesión con Caroline Mantoy, francesa también, pero ella tenía un acento más francés que mejicano lo que no le quita mérito después de estar varios años por aquellas tierras.
Francisco Ibarlucea me presentó en mi sesión, junto a María Eugenia Márquez. Los dos son mejicanos. El primero es un vasco en cuerpo de mejicano. No sé si os hacéis una idea pero es una muy buena definición. La segunda es la organizadora y parturienta en este festival. Y claro, como todos los partos, tiene sus momentos de dolor. Aún así es una mujer moto, de esas que su ilusión y fuerza hacen que pasen por encima de muchos obstáculos y recelos y ahí está el festival. Un festival que engalanó aquella ciudad. Un festival en el que Zacatecas se convirtió en la ciudad de la cuentería y la cantera. Con acto oficial y oficioso.
A todas las personas con las que he compartido mi profesión y ratos inolvidables: GRACIAS.
Conté en autobuses urbanos que allí llaman camiones, escuché a un cronista que no cesa en su empeño por unir las leyendas orales a la historia de la ciudad, disfruté de contar en Tlaltenango que con dos cervezas es difícil de pronunciar, sobre todo si las cervezas son zacatecanas. Dos cervezas zacatecanas, por favor...
En fin. Un festival lleno de gente majísima (simpática, que en México maja es un perfume) y donde aprendí un montón. Lo pasamos bien. Rodeado también de la gente que nos llevaba, nos traía, la gente del Instituto Zacatecano de Cultura, dos mozas que andaban siempre en el hotel dispuestas a todo lo que la moral y la legalidad permiten, la prensa, la radio, quitando un fotógrafo que para hacer su trabajo entorpecía el nuestro, el resto genial.
Y el público. Qué lujo de público: agasajador, respetuoso, amable... un encanto, vamos. Entre todo el público, entre toda la gente de Zacatecas, me quedo con dos mozas. Dos encantos con forma de persona que conocí el día de Maisa e Inés. Quizá por ello aquel día fuera tan especial. Llovió, dentro de la sala donde Inés contaba y eso hizo que el público nos apretáramos, y allí estaban Diana y Melina. De su mano aprendí esta ciudad y me enseñaron rincones a los que nunca habría llegado. Si vais por aquellas tierras no os podéis perder un paseo nocturno por la Bufa (un monte desde el que se domina toda la ciudad y en el que hay una cueva donde se esconde el diablo), tomaros un vino caliente en una crepería que hay detrás del mercado, justo al lado de la catedral barroquiquiquisísima, donde no faltan pobres en la puerta. No podéis marchar de allá sin probar la cerveza michelada con sal y salsa barbacoa o limón o... la verdad es que allí a la cerveza le echan de todo. Y sus bares, y sus calles, y sus noches, y sus tacos...
Y también me llevaron a La Quemada, unas ruinas que quedan cerquita y que merece ver por lo impresionante de aquellas construcciones que los antiguos (muy antiguos antes de la conquista) hacían sin recursos ni sindicatos. Unas ruinas donde se te pierde la vista en un horizonte distinto a cada flanco. Y todo eso disfrutando de un acento peculiar y de reír y caminar. Gracias a las dos y a Óscar que se unió en los dos últimos días.
En fin. Zacatecas quedó atrás en el calendario, pero no en mí, y no podía hablar de lo que sigue sin tratar de mostrar lo que ya viví (que ya te vas), aunque releyendo... me quedo corto.
Que gusto leerte y saber que has disfrutado tanto. Es lo que tiene viajar y escuchar historias, algunas de profesionales de la narración, otras de las gentes de la calle.
Ya se te echaba de menos
Sigue viajando, disfrutando, leyendo, contando y ... no te olvides de escribir, aquí, para que todos podamos disfrutarlo.
Un beso desde la tierrina
mira que eso de andar haciendo historias de la vida y con la vida hacer historias se da mejor al lado de dos shikas tan lindas como las ke tienes a los lados es mejor, venga! que la inspiración continue, suertudo...
bakunin_joe
Felix, yo también me quedé con ganas de haber intercambiado más palabras y sobretodo más historias. Lo que sí sucedió entre la cantera y las historias es que se aprendió a quererte.
yosune, la meXicana (sí, con X, porque viene del náhuatl
un beso
cuando fui a mexico fue estupendo, conoci la cultura maya y grandes paisajes. no pude hacer viaje directo por lo que tuve que tomar vuelos a Buenos Aires desde Comodoro Rivadavia para volver a casa pero igualmente fue un viaje estupendo