27 de enero

Ayer mi hijo cumplió nueve años. 

Ayer fue un día aparentemente normal salvo que no se quedó a comer en el comedor de la escuela como hace siempre y nos fuéramos a comer los tres juntos unos deliciosos macarrones con atún; salvo que por la tarde después de ir a su clase de bombardino y hacer sus deberes fuéramos a jugar al parque, aunque hiciera frío, aunque la noche con sus nueve y media se nos viniera encima. 

Ayer fue un día aparentemente normal a pesar de las muchas risas que compartió con su madre mientras, ya en la cama, leía un libro de los de la escuela.

Ayer podría haber sido un día más pero no. Su madre y yo sabemos que hace nueve años, ese día nació nuestro niño y con él nacieron muchas cosas más que siguen creciendo, como él, cada día. Como el goce de verle dormir, como el placer de escucharle reír, o cantar mientras se ducha, o verle jugar. El palpitar ante el abrazo, o la mirada, o la palabra que nos regala, a veces sin venir a cuenta. Sí, es un absoluto placer verle crecer y crecer junto a él. Reconocer en él y con él la improvisación de lo educativo, la belleza de un atardecer, la fuerza de un poema, la responsabilidad ante lo vivo, lo rotundo de un sueño, la satisfacción del esfuerzo y el absoluto placer del disfrute de la vida. Reconocer en él y con él la necesidad de mejorar, de exigir, de construir cada día.

Sigue creciendo. Y su madre y yo seguimos descubriendo y disfrutando de este camino tan difícil como placentero y gratificante que es el educar.

Crecer, caminar, reír, escuchar, mirar, rectificar, aprender, soñar, temer, afrontar, planificar, compartir, decidir, intentar, hacer, correr. Verbos que nos acompañan en nuestro día a día. Verbos que forman parte de nuestro cotidiano familiar gracias a él. Y que todos están dentro de querer, de amar, de vivir.

Ayer mi niño cumplió nueve años. Nosotros, seguimos creciendo con él.
Y qué regalo hacerlo juntos.

Ayer mi niño cumplió nueve años ya. Y toda la intensidad que hemos vivido nos alienta a comernos todo lo que la vida nos ponga por delante.

Allá vamos.



PÁRAMO
(Del latín paramus, voz de origen prerromano).
1. m. Terreno yermo, raso y desabrigado.
2. m. Lugar sumamente frío y desamparado.
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ILUSIÓN - félix albo.

A principios de mes fui a recoger a tres grandes amigos al aeropuerto. Era el último vuelo que llegaba desde Barcelona y tras la estampida inicial del pasaje que no había facturado equipaje comenzó a gotear con tranquilidad el resto de viajantes que venían en el mismo avión según iban recuperando sus maletas. 
De mi lado se fueron marchando las personas que esperaban hasta quedar cuatro. Un hombre con un folio en el que se podía leer un apellido extranjero, una muchacha aparentemente nerviosa, otro hombre vestido con una gabardina y yo.

Los dos primeros quedaban detrás de mí, por lo que, por discreción apenas pude prestarles atención. No así el tercero que estaba dos pasos por delante dándome la oportunidad de observar su barba perfectamente recortada y un cabello largo sin exceso, correctamente despeinado y limpio. Una chaqueta informal de lino dentro de la gabardina, que abrigaba un cuerpo vestido con una camisa color crudo de cuello mao y unos pantalones de lino también perfectamente planchados. Me pareció un hombre moderno, atractivo y, sin saber por qué, de éxito.

De repente se adelantó unos pasos más sobrepasando la línea roja que prohíbe hacer lo que él precisamente estaba haciendo. Al instante se abrieron las puertas automáticas dejando ver a una mujer escultural empujando un carro con tres maletas pequeñas de colores vivos, a la que le adelantaban tres niños de entre seis y once años que corrían hacia este hombre que ya se agachaba para recibirles un abrazo tan efusivo que le hizo caer al suelo amontonándose en gran algarabía de niños sobre él mientras les devolvía sus risas convertidas en besos. La imagen, mientras la mujer elegante y atractiva se acercaba sonriendo coqueta para besarle con lenta sensualidad, me pareció dotada de una inusitada perfección, digna de admiración y, por qué no admitirlo, envidiable. De repente caí en que detrás llegaba una mujer de mediana edad, morena de piel, con un abrigo recio empujando con fuerza un carro con cuatro maletas grandes y una mediana.

Venga niños, compórtense -dijo cuando el beso se detuvo-. Buenas noches Don Luís -se dirigió a él casi sin mirar.
Hola...-dudó él-. Recoge por favor la chaqueta del niño -señalando uno de los abrigos que tras el abrazo había quedado en el suelo.

Y mientras el hombre abrazaba sonriente con ternura a la mujer pletórica y en el mismo abrazo emparejaba a los niños para caminar felices del reencuentro hacia afuera del terminal, la señora de tez oscura recogía el abrigo apurada para no retrasarse.

Un viento me recorrió los adentros, un viento frío, mientras les seguía con la mirada hasta la puerta. Se desvaneció la aparente perfección, incluso la alegría de participar de un encuentro así, para quedar una sensación de rabia extraña, desazón y desamparo que no sabría explicar.

Solo el abrazo de los tres amigos a quienes había ido a buscar pudieron apaciguar la zozobra que un simple gesto de aquella escena había instalado en mí.

Contarlo, es seguir buscando el equilibrio, evitar el mareo para poder seguir remando en este océano social que cada día provoca resacas y mareas más agresivas.
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Hay personas que me preguntan de dónde saco las historias. Yo les contesto que en ocasiones la vida, el cotidiano, la observación de cada instante te las susurra, otras te las sugiere, pero hay algunas en las que parece regalártelas así, desnudas, abruptas sin más.

Hay situaciones que te dejan con mal sabor de boca, te desconciertan, te arrebatan la capacidad de reacción. Como tirar la basura en un contenedor en el que alguien anda hurgando, como atropellar inevitablemente a una ardilla, o sentir cómo se te rompe el hilo que te conecta a tu cometa. Somos humanos y apenas somos capaces de explorar la equidad moral ni desde la razón ni desde la emoción. Pero si no sembramos flores, plantas o árboles milenarios, corremos el peligro de que todo esto: nuestra vida, nuestro entorno y también nuestros sueños, futuro y esperanzas, queden convertidos en un desolador y estéril páramo.

Sembremos pues. Huertos, bosques enteros o macetas, aunque sea en botellas de plástico.
Sembremos pues en esa germinación nos va todo lo poco que nos queda.

Feliz vida.
Feliz semana.

Abrazos a capazos.


OMNISCIENCIA
(Del lat. omnis, todo, y scientĭa, ciencia).
1. f. Conocimiento de todas las cosas reales y posibles, atributo exclusivo de Dios.
2. f. Conocimiento de muchas ciencias o materias.
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NOVELISTA - félix albo.

A veces, el proceso creativo se te va de las manos -estas fueron sus palabras para contestar a un periodista, añadiendo- y para muestra, mi última novela, que desde hace un par de meses parece que no puedo controlar a sus personajes -rió-.

Era considerado uno de los mejores novelistas del país. La entrevista hacía dos meses que había sido publicada y esa noche acabó por fin el libro. Tenía un inesperado final feliz. Él había perfilado un asesino feroz e infame dotado de tal crueldad que acabó por detestarlo y en el séptimo capítulo le hizo cometer un error en su última atrocidad que le sirvió para que la policía, tras trepidantes persecuciones y huidas a lo largo de los dos capítulos siguientes, diera con él y lo encarcelara rápidamente con la intención de dejarlo allí de por vida.

Introdujo el autor, para alimentar la trama moral, una eficaz abogada defensora. En la carta que el reo escribe a su letrada en el capítulo once, el autor notó cómo el texto transpiraba una sutil seducción. No le gustaba, pero sus dedos parecían bailar solos sobre el teclado. Lo que esperaba aún menos el escritor es que ella se estremeciera con la primera y cada una de las siguientes cartas que el preso le escribía a lo largo de los veintidós capítulos restantes en los que el proceso judicial se desarrollaba.

En la última escena del libro, abogada y criminal, tras la liberación del segundo, yacían desnudos sobre la cama de ella, exhaustos al haber consumado el tan deseado encuentro. La cabeza de ella reposaba tranquila en el antebrazo de él que le acariciaba con su otra mano mimosa su larga melena desparramada sobre las sábanas húmedas.

El autor, acometiendo un sobre esfuerzo en la última frase, consiguió que el liberado quedara sonriente, mirando el firmamento. Pero él sabía que no era así. Su mirada la tenía clavada en él mismo, en su creador, con cierta sorna y altanería.

Se levantó algo confuso. Apagó el flexo de su mesa y la luz del estudio y, a oscuras, atravesó su sala para llegar hasta la cama. Enorme, fría y rebosante de soledad.

Dudó de si era un narrador omnisciente o, si en realidad era un simple fisgón, un correveidile inventor de chismes, vidas y pensamientos a partir de lo que entreveía sin tener la más remota idea de lo que en realidad pasaba dentro de cada protagonista.

Se acostó desconcertado reflexionando sobre si lo que hacía, su función creativa, era una tomadura de pelo a sus lectores o una falta de respeto a sus personajes.

Fue entonces cuando escuchó que en el estudio, ella volvía a despertar y los amantes se abandonaban a la pasión con absoluto desenfreno.
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Crear, es esa experiencia absolutamente maravillosa que a veces te pone contra las cuerdas de tu propia vida.
Crear es dejar un rastro de nuestros logros, de nuestras deficiencias, de nuestras dudas, de nuestros miedos, de nuestros sueños. Sea con palabras, trazos o materiales, un rastro de nosotros mismos.

Feliz lectura. Feliz semana.

Abrazos a capazos.





#Postaldesde ILLESCAS


#Postaldesde NARÓN


ÑUDOSO
1. adj. p. us. nudoso  
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CUERDAS - félix albo.

Andaba sumergido en la lectura, sentado de espaldas a la dirección del tren y no me había dado cuenta ni de en qué estación había subido la señora que ahora me estaba llamando a la rodilla.

Se disculpó y se presentó casi al mismo tiempo. Me preguntó por el libro que leía y el motivo de mi viaje. 

Interrumpiéndome, me informó de que a ella no le gustaba leer. Ni tampoco viajar. Que se mareaba mucho, pero que llevaba tres meses moviéndose por toda la península.

Yo esto no tendría por qué contarlo, pero mira.

Según entendí, en su pueblo, a cada recién nacido le dan una cuerda que mide justo el doble de la largura de su cuerpo al nacer. 

Es de cáñamo y por tradición tiene siete hilos -me dice, y en ese momento saca del bolso la punta de una cuerdecilla marrón, del grosor como de un lápiz, un poco deshilachada y me indica hilo por hilo-: uno por padre, otro por madre, y otro por cada abuelo y abuela, que están enrollados -me muestra- alrededor del séptimo, que es de una mata cortada en la luna antes de tu nacimiento. 

¿Sabes de algo tan arropado que el centro de una cuerda? -me pregunta pausada antes de seguir hablando.

La cuerda, era el juguete de bebé, y también el de la infancia. Un objeto sobre el que uno se responsabilizaba al ir creciendo. Y en el pueblo siempre era buen momento para un nuevo nudo; aprender a hacerlo y deshacerlo. Y jugando de niños anudaban cuerdas, haciendo una mucho más larga que le daba la vuelta al pilón de la plaza o al carro de un tal Tío Mohío. 

Hay cuerdas más largas, las hay más blandas -me mira divertida-, hay quien la cuida, quien las deja perder, quien la corta y lleva dos trozos o hace virguerías con una no muy larga... 
Hay también quien no la saca nunca por miedo y también quien nunca  la guarda.

Es la norma -dice casi susurrándome- que el adulto solo puede anudar las cuerdas para unirlas con otras. 
Y si es la propia, solo puede hacer un nudo prieto cuando alguien le ha hecho daño en el alma. 
Un daño serio, un nudo prieto.

Los hay quien tiene muchos nudos, los hay quien menos. Lo difícil es tener la cuerda limpia. El nudo tú lo haces y lo aprietas, ¡vaya que lo aprietas! Pero queda ahí -me mira fijamente- en tu cuerda, y tú tocándolo en cuanto te descuidas, venga que te toca, venga que te toca... 

Solo tú puedes deshacerlo -me señala-. Solo cada quién sabe cómo deshacer lo que anudó por el daño que le hicieron.

Queda en silencio un instante.

La cuerda es larga -dice-, pero se acorta cuantos más nudos haces en ella -y separa su mirada de la mía, hacia la ventana.

Como ensimismada en voz baja sigue diciendo:

Quiero dejar la cuerda limpia. Me queda poco y quiero dejar mi cuerda limpia. 

A eso viajo -sigue-, a desanudarme la vida. A eso viajo -y se queda mirando el vidrio ahumado mientras baila entre sus dedos la punta de la cuerda y en ella, dos nudos prietos y gastados de caricias-.

Queda en silencio. Todo el vagón parece haber quedado espeso.
No sé muy bien qué hacer ni qué decir.
Cierro el libro. Miro donde ella mira. Y la veo.

Su reflejo, que en la ventana se funde sobre el paisaje de árboles que corren en sentido contrario, llora.
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Feliz semana.
Abrazos a capazos.



Boletín mensual de FÉLIX ALBO Pasos
Si no lo ves bien
Míralo en la web

CON CIERTO SEXO

Es mi último espectáculo.
Sesenta minutos cargados de
HUMOR, MÚSICA EN DIRECTO, SENSUALIDAD y EROTISMO.
Tengo el LUJO de compartir escenario con CARLOS ORAMAS, un virtuoso de la música que nos hará vibrar con una tiorba y una guitarra romántica que aderezan la vida sexual e íntima de Marta.
¿Te atreves?

Este mes tienes tres ocasiones.
¿Cuál te illa cerca?
#TEREGALOUNCUENTO
#lunesdeperita
Cada lunes, en el blog, te espera una historia. Una historia corta, por la que apenas inviertes tres minutos y que, te puede ocasionar una sonrisa que te dure toda una mañana, o una tarde, o un nudo, o un olor a bizcocho. Quién sabe.
No te quedes sin #lunesdeperita.

 

SEGUIMOS A LA NUESTRA
En la  BIBLIOTECA DE LOS ELEFANTES, te espera la reseña de un álbum ilustrado cada semana.
Corre, échale un vistazo y busca el que más te guste. 
Corre que muchos no los conoces y te van a encantar.
Además tenemos tienda.
Solo libros para para 
D I S F R U T A R.
PIPIRIPAO
EL PLACER DE LA LECTURA Y LOS LIBROS INVADEN TU CASA

Necesitamos
un grupo de 12 personas adultas
2,5 h. presenciales al mes
una dirección de correo electrónico
y muchas muchas ganas de disfrutar
con la literatura, la palabra y los tuyos
¡¡IDEAL PARA AMPAS!!
¿Te atreves?
pipiripao@biblitoecadeloselefantes.com

 

Arranca este 2014 lleno de ganas y buenos propósitos. A ver si hay suerte.

CON CIERTO SEXO, mi último espectáculo para público adulto y teatros asoma por la península en tres localidades: Alicante, Monóvar y Narón. A ver si te pilla cerca alguna y puedes disfrutar de esta propuesta erótica musical que posee elegancia, ternura, humor y seducción. ¿Te atreves?.

Me paseo por las cercanías de la capital (parece que me voy acercando)  a contar a público familiar y a seguir disfrutando de dinamizar el Club de Lectura Juvenil de la Biblio de Tres Cantos.

Y también acabo mi gira dentro del cricuito de Artes Escénicas de Castilla La Mancha en ILLESCAS, Toledo. PESPUNTES sonará y creo que sonará muy bien ante ese público genial.

Poco más. Decirte que #TeRegaloUnCuento cada semana en mi twitter, en mi face y en mi blog, con los #lunesdeperita. Te lo regalo para que te lo quedes, o lo regales (en las redes es tan fácil...). Un cuento que le busco cada semana a una palabra rara, poco conocida, graciosa o confusa. Esta semana es NEFELIBATA. ¿Quieres leer la historia? Te espera aquí.

Este mes nos vemos, si quieres por:
A CORUÑA
jue. 16  NARÓN
20.30 h. CON CIERTO SEXO (ad.) SALA CAFÉ TEATRO del PAZO DA CULTURA.
ALICANTE
vie. 10  ALICANTE
23.00 h. CON CIERTO SEXO (ad.) SALA CLAN CABARET. c/ Capitán Segarra, 14. Frente al P del Mercado Central. Ya están las entradas a la venta.
sáb. 11  MONÓVAR
20.30 h. CON CIERTO SEXO (ad.) TEATRO PRINCIPAL.  c/ José Quiles Moya, 1. Ya están las entradas a la venta.
MADRID
lun. 20  MÓSTOLES
17.30 h. CUENTOS DE CUENTOS (fam.) en BIBLIOTECA PÚBLICA Municipal CALEIDOSCOPIO. c/ Carlos V, 3. Niños a partir de 4 años.

mar. 21  MÓSTOLES
17.30 h. CUENTOS DE CUENTOS (fam.) en BIBLIOTECA PÚBLICA Municipal JOAN MIRÓ, c/ París, 5. Niños a partir de 4 años.

mié. 22  MÓSTOLES
17.30 h. CUENTOS DE CUENTOS (fam.) en BIBLIOTECA PÚBLICA Municipal PARQUE COIMBRA. c/ Cedros, 71. Niños a partir de 2 años.
18.30 h. CUENTOS DE CUENTOS (fam.) en BIBLIOTECA PÚBLICA Municipal PARQUE COIMBRA. c/ Cedros, 71. Niños a partir de 6 años.

jue. 23  TRES CANTOS
18.00 h. CL3C team (juv.) en la BIBLIOTECA PÚBLICA Municipal LOPE DE VEGA, 3º sesión del Club de Lectura Juvenil.
mié. 29  MÓSTOLES
17.30 h. CUENTOS DE CUENTOS (fam.) en BIBLIOTECA PÚBLICA Municipal CENTRAL. c/ Canarias, 10. Niños a partir de 2 años.
18.30 h. CUENTOS DE CUENTOS (fam.) en BIBLIOTECA PÚBLICA Municipal CENTRAL. c/ Canarias, 10. Niños a partir de 6 años.

TOLEDO
sáb. 18 ILLESCAS
20.30 h. h. PESPUNTES (ad.) En la Casa de la Cultura. Dentro del circuito de Artes Escénicas de Castilla La Mancha.
Y recuerda que puede que haya cambios, que soy un desastre, así que pásate por el blog, el facebook o el twitter donde si me doy cuenta de algún error lo enmiendo.
Y si conoces a alguien que viva o esté cerca de donde trabajo y le quieres regalar un momento intenso como el que viviste tú, puedes reenviar este correo a quien desees.

Gracias mil.
Abrazos a capazos.
Felices días. Felices sueños. Feliz vida.
P.D.: Saludo a los del CNI y sus colegas estadounidenses que nos estarán leyendo en su rutina diaria desde sus espacios de trabajo bien iluminados. ¿Noos?


2014
Este correo puedes recibirlo en tu dirección para ello  (y para cualquier otra consulta), solo tienes que mandar un correo a 
distribucion@felixalbo.com .
GRACIAS

FÉLIX ALBO
es miembro de AEDA,
la Asociación de Profesionales
de la Narración Oral en España.

NEFELIBATA

1.adj. Dicho de una persona: Soñadora, que anda por las nubes. U.t.c.s.
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NIETA ENAMORADA - Félix Albo.

Era pelirroja, sí. Tenía los ojos color negro lago y raro era no encontrártela sonriendo. Siempre tenía alguna canción en su voz que no se le oía más allá de su susurro, pero cantaba. Cantaba de continuo.

Cuando te despistabas ya se había descalzado y, cuando podía, prefería sentarse en el suelo. Sus faldas anchas y largas, sus camisas frescas y coloridas hacían de ella la abuela más divertida y llamativa de todas las de la escuela con diferencia, y del pueblo también. Me atrevería a decir, sin arriesgar nada, que de toda la provincia.

Tendríais que haberla visto bailar con cada una de las camisas que destendía. Sus pies parecían volar sobre la hierba. Y su risa, su risa florecía.

¡Qué envidia me das Juana! –le decían las de su edad achacosas.
Envidia le tengo que estar dando a la muerte -les contestaba risueña- que se llevó lo que yo más quería y para fastidiarla no me queda otra que disfrutar de esta vida. Para que le entre aún más rabia de no poder morderse el labio que no tiene.

Recuerdo que pasar una tarde con ella era disfrutar de una plenitud y sosiego que duraba toda una semana. Qué manera de reír, qué manera de soñar, qué manera de sentir la vida corriendo por dentro.

Tumbadas sobre la loma de en frente de su casa, me tomaba de la mano y me decía:
Ven.
¿Adónde, abuela? –le preguntaba yo.
Donde tú quieras, lo importante es que vengas. Y que no me sueltes.

Y se nos podían pasar horas, con los ojos cerrados, tomadas de la mano, viajando, juntas.

Mira esa nube –decía otro día mientras paraba violentamente el coche-. Tiene forma de… de… -y se impacientaba quitándose el cinturón y abriendo, y saliendo, la puerta.
Pero madre- le decía mi madre-, deje usted de mirar las nubes ya, mujer.
Calla y deja que salga la chiquilla, que desde ahí solo ve un trozo y al cielo hay que mirarlo todo.

La monda. Era la monda.

Mi abuela, me enseñó a bailar los vientos, a sentir en mis pies desnudos sobre la tierra los pasos de otros pies: pies que galopan, pies que esperan, pies que caminan, pies que pasean (la diferencia no está en el ritmo, sino el lo que se busca con cada paso –me decía).

Me enseñó a escuchar la distancia con la oreja pegada en un rail, y a dibujar los deseos en las nubes. Los deseos propios en las nubes de todos. Decía que así ayudábamos a las personas que estaban indecisas o faltas de deseos.

Me enseñó a escribir dejando que en la tinta vaya el latir.
Y a beber agua con la lengua sobre el río. Este es el beso más antiguo y el más fresco- reía.


Me enseñó a viajar con los ojos cerrados y no perder el camino de vuelta al descender desde las nubes después de haber sido feliz, para no olvidar por qué y poder contarlo aquí. 
Contarlo y cantarlo, aunque sea en voz bajita.

Ná, nara ná nará na na ná. Ná, nara ná nará na na ná. Ná, nara ná nará nana na ná.

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Cantar los sueños es otra manera de perseguirlos. Caminar hacia ellos con ritmo, con alegría, sin dejar de caminar sobre los pasos a los que llegan, sienten, crean nuestros pies.

Cantar los sueños, es cantar la vida, cantarla bonita aunque no sepamos cantar.

Estoy últimamente soñador, sí, pero esta en época de fríos que aletargan y que uno queda pegadito al chisporrotear de la chimenea no deja tregua ni da tiempo al despiste en la realidad. 

Soñar es otra manera de vivir.

Desconocía esta palabra que es rara, sí. Como raras resultan las personas que sueñan de continuo, si enfermedad ni culpa, sin prisa ni desasosiego, sin aleccionamiento ni presagio. 
Soñar sin miedo requiere un valor que pocos valientes de los de pie en tierra poseen. 

Soñar sin red, soñar sin ruta, soñar sin manos, sin vuelta.

Soñar es ese verbo que se puede sustituir por vivir, y cuando no, algo falla.
Algo falla.

¿Y tú? ¿Sueñas? ¿Vives? ¿Soñamos?

No dejemos de soñar pues si soñar, es vivir, al dejar de soñar...

Feliz semana. Feliz vida. Felices sueños, claro.









MORCEGUILA

1.f. Excremento o estiércol de los murciélagos. 
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LA CUEVA DEL MILHOMBRES –Félix Albo

Era un buscavidas. No llegaba ni a ladrón de pocamonta.
Con una tea, una cuerda, una piqueta y un saco de arpillera que esperaba llenar de morceguila para luego vender como abono, se adentró en aquella cueva por su boca, tapada por un enorme lentisco nacido en el tronco muerto de un algarrobo.

Dentro la humedad lo hacía todo poco respirable y la oscuridad era absoluta, así que encendió la tea. Las estalactitas, estalagmitas y los recovecos de la cámara llenaban de sombras siniestras la visión. A él le sobrecogía, sin embargo, el silencio. Vio un grupo grande de murciélagos, al fondo. Eran cientos de ellos. Estudió meticulosamente cómo llegar allí antes de apagar la tea y alumbrarse solo con la brasa y la memoria y comenzó a caminar con prudencia, asegurando cada uno de sus pasos en una negrura espesa.

Cuando creyó estar cerca, comenzó a palpar la superficie irregular y suave de la roca caliza.
Fue instantáneo notar que tocaba piel y que algo le apretaba la mano.
Gritó y tiró fuerte hacia atrás y entonces un estruendo enorme rompió el silencio de la cueva mientras algo se abalanzaba sobre él. Los murciélagos, comenzaron a revolotear y chillar a su alrededor al tiempo que trataba de zafarse del cuerpo ruidoso que ya tenía encima.

Quedó tendido en el suelo. Inmóvil. Paralizado más por el miedo que por el peso que sentía. Volvió el silencio.

Ayúdame –le respiró una voz vieja, ronca y apenas ininteligible-. Ayúdame –repitió.

Eso fue lo que el ladroncillo contó a los guardias aún exaltado por el susto varias horas después.

Así fue como le encontraron. La figura que se abalanzó sobre él resultó ser un hombre.
Aunque parecía tener veinte años más, tenía solo sesenta y dos cuando lo sacaron de la cueva que había sido su morada durante cuarenta y seis años. Había vivido a base de setas, frutos y carne de conejo, mochuelo y murciélago.

Se supo que era de un pueblo del otro lado del valle. Quedó huérfano a los quince y la juventud y una cara deformada por un mal de nacimiento le impidió remontar la vida por encima del dolor, la soledad, la burla y el rechazo.
Se refugió en aquella cueva y la encanto con su presencia.

Cuando alguien se acercaba, provocaba rugidos con su voz rota por el frío, el miedo y la humedad. Y también sonidos extraños con latas que llevaba atadas a sus brazos y piernas.

Fueron los pastores quienes comenzaron a hablar de voces y apariciones y hasta allí solo se atrevía a acercarse algún hombre descocado por el alcohol o la bravura. Justo antes del treinta y seis llegó a malherir a dos jóvenes altaneros que juraban haber visto al demonio en la absoluta oscuridad o envuelto en escabrosas sombras.

El tiempo de guerra se encargó de dejarle tranquilo en forma de personaje de leyenda: un ogro temible y oscuro, deforme y violento, una mala bestia devoradora de niños que comían mal o se portaban peor, o despistados y desobedientes que se adentraban en el monte al acabar el día.

Nadie le había visto pero todos conocían a alguien que decía haber visto una sombra en la noche merodeando la boca de la cueva.

Su cuerpo era pequeño y huesudo. Sus cabellos largos y enredosos. Su barba cana y nacida a borbotones.
Tras la exploración y el aseo en el hospital, al tumbarlo en su cama y taparlo, cuentan que sonrió. Sonrió con su boca desdentada, sus labios morados y sus ojos pequeños.

Esa es la verdadera historia de la Cueva del Milhombres de mi pueblo. La historia de un hombre pequeño que sirvió de excusa a madres y abuelos para atemorizarnos a varias generaciones con fantasías.
Hoy, al conocer su historia, uno se sobrecoge al reconocer al horrible y verdadero ogro que, este sí, vivía fuera de la cueva y se hizo valer del repudio social para condenar una vida al miedo, la soledad y el olvido.
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Sumergidos ya en este cotidiano año nuevo, habrá que estar pendientes a todas esas voces que nos cuentan mil historias sobre ogros, bárbaros despiadados y peligros inminentes y vislumbrar en ellos la verdadera historia que esconden para diferenciarlas de los malos cuentos que buscan atemorizarnos con el objetivo de lograr algún interés cada vez más desvirtuado por la codicia desenfrenada de unos cuantos.

Habrá en este dos mil catorce que escucharnos, que contarnos, que confiarnos incluso nuestros miedos para hacer de ellos una fiesta al calor de una hoguera hecha con palabras.

Decía mi abuelo de los cuentos que cuando se cuenta un miedo ya se comienza a vencer.

¿Sabemos quiénes son nuestros ogros de verdad? ¿Nos atrevemos a salir de la cueva? ¿Y a meternos?

Feliz semana. Feliz vida.

Abrazos a capazos.

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