VALENCIA, El duende. Turia 62.

Comienza la nueva temporada de cuentos en este Café valenciano y especial. La séptima. El siete, que sabemos que es un número así, especial también, claro: las notas, los días de la creación católica, los pecados capitales, los colores del arcociris, los días de la semana, maravillas del mundo... Pero para contar éramos más que siete. Muchos más.

Cuando empieza la temporada, cuando acaba y cuando existe cualquier excusa, nos juntamos en el duende personillas para contar y personillas para escuchar. Y es un goce, como ayer. Carles, Llorenç, Domingo, Valentín, Susu, Luna, Ana Ballester, Vicent, Pablo, Amparo, Jesús... y para terminar, cómo no, Els Trencaclosques, un grupo que me enamoró el día que los escuché y así hasta hoy. (De la mayoría de narradoræs están los enlaces en mis ventanas, aquí a la derecha)

La sala, pintada, empapelada y con una cortinilla de luces en el escenario, se llenó de público y las palabras hicieron venir a la chica de la curva con su nueva oferta laboral, vino Nasrudín, un emperador y su dragón, pulgarcito y pulgarcita, unas monas viajeras, Mari Paz y Mari Luz, la reina de Almería, otro dragón, pero éste era un comevírgenes, Frederick, una viuda llorona... Y las historias con música deliciosa del final.

Aplaudimos con las manos sordas, pero no por falta de ganas, sino por las horas que se nos hicieron. Regresé feliz, con abrazos (siempre es un goce ver a Laura y a Silvia) y una luna preciosa que me llevó hasta la última noche que pasaré aquí hasta que regrese de Colombia. Marcho mañana y me voy con muy buen sabor de boca.

Os cuelgo aquí un vídeo que he encontrado, que no es de El duende, además cantan en francés (creo), pero es... bueno ya contáis. (espero que se cuelgue bien, que es la primera vez que hago algo así)

OTRA VEZ LA SGAE

Llega a Cuentistas (lista de narradores y narradoras) de las manos de Blai Senabre (narrador alicantino) el texto, que copio y pego tal cual para delelite de las personas que pasáis a echar un vistazo (que siempre agradeceré poco por mucho que lo haga)

Fecha: 25 de septiembre de 2007 12:53:26 GMT+02:00
Asunto: [cuentistas] de nuevo la sgae

La SGAE ataca de nuevo. Pásalo.
Escrito y firmado por Jose Luis San Pedro, escritor, filósofo y buena gente.

POR LA LECTURA

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y
padres de alumnos. Sus "clientes" éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y veces también ellas quedaban prendadas.

Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada.

En la vida corriente el que paga una suma es porque:
a) obtiene algo a cambio.
b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?
¿Acaso dejaron de cobrar por el libro vendido?
¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?
¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos?
Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura?
¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos?
No entiendo a esa Europa mercantil.
Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.

Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autorcargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes
ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!
José Luis Sampedro


Debo rendir homenaje y respeto a todas las bibliotecarias que llevan ...años ya... tratando de que esta absurdez sin sentido llegarara a ponerse en práctica y, ahora que ya lo está, continúe.

Más información en http://noalprestamodepago.org/


Este año el otoño no entró el 21, como tiene costumbre, sino el 23 de este mes, pero no te preocupes que no tiene nada que ver con el cambio climático.

Dice la R.A.E., en la segunda, que el otoño es la época templada del año, que en el hemisferio boreal corresponde a los meses de septiembre, octubre y noviembre, y en el austral a la primavera del hemisferio boreal. Le falta poesía al diccionario. (No sé si copiar esta acepción estará penado por la SGAE, que claro, últimamente son unos penas)

Es gracioso que en un lugar del mundo comience el otoño y en el otro la primavera. Dos épocas donde el ánimo se ve desbocado (qué triste una primavera sin boca, con la que hablar, con la que besar, con la que poner una O de sorprendido ante cualquier detalle de la vida. Una primavera sin boca es como un otoño desaforado) e incontrolable.

El otoño tiene fama de triste, de decadente. Uno tiende a sentirse así. Y no sé por qué, pero parece que cuando uno se encuentra una cuesta abajo, parece que el cuerpo le pese menos, que pesar pesa igual, pero parece que no. Ante una cuesta abajo uno se suele alegrar, menos en las cuestas del ánimo.

Uno quisiera en esta época tender las tristezas, para airearlas, para ventilarlas, para que se sequen, pero claro, el otoño es un tiempo húmedo, por las lluvias y por las lágrimas, y lejos de secarse, las tristezas se humedecen más, y algunas incluso crecen como los enanos de los circos de la mala suerte.

Me encanta cocinar con cebolla cuando me siento triste (con mucha cebolla), así no tienes que dar explicaciones a nadie de por qué lloras. Pero claro, hay veces en las que ya quisieras tener a alguien a quien poder darle explicaciones de tu sal interior licuada. Y acabas comiéndote solo tus tagliattele con miel, soja texturizada, nueces y cebolla, mucha cebolla. Y si te has olvidado la sal pues te da igual, ya se la echas tú mientras vas comiendo.

Cuando un llora mientras come suele mirar por la ventana, como queriendo ir al otro lado. Da igual si estás dentro o fuera, lo importante es querer ir, mientras se enfría la comida pinchada en el tenedor que espera a media altura a que el pensamiento se vaya y así ella pueda llegar a la boca y de nuevo regresar a la vida.

El otoño también tiene sus cosas buenas. Las playas, por ejemplo se vacían de turistas y por las mañanas emergen menos latas de cocacola y botes de protector solar y bolas de papel de plata (que en verano parece navidad). Y da más gusto pasear por la orilla, dejando, si no hace mucho frío, que el mar te vaya lamiendo los pies desnudos y llenándotelos de arena. Y uno pasea, gozoso, en silencio, disfrutando de esa soledad. Sí, el otoño es tiempo de cebollas y también de soledades. Y de paseos largos escuchando esas canciones que animan a desanimarse. Y de casas de pueblo y de conversaciones al teléfono, y de mirar la luna y de parar y sentir cómo roza nuestra cara con el universo por el girar del mundo.

Soledad,
aquí están mis credenciales,
vengo llamando a tu puerta
desde hace un tiempo,
creo que pasaremos juntos temporales,
propongo que tu y yo nos vayamos conociendo.

Aquí estoy,
te traigo mis cicatrices,
palabras sobre papel pentagramado,
no te fijes mucho en lo que dicen,
me encontrarás
en cada cosa que he callado.

Ya pasó
ya he dejado que se empañe
la ilusión de que vivir es indoloro.
Que raro que seas tú
quien me acompañe, soledad,
a mi, que nunca supe bien
cómo estar solo.

J.Drexler


Feliz otoño. Feliz vida.

Titulares de lo que parecía una tarde tranquila de domingo.

De Gaza a Barcelona, pasando por un contenedor turco EFE .Quince palestinos originarios de la franja de Gaza viajan como polizones en el contenedor de un barco desde Turquía a Barcelona

Morir de frío en la 'frontera verde'
CRISTINA GALINDO La madre chechena que perdió a tres hijasintentando entrar a la UE por un bosque polaco se recupera en un centro de refugiados

Hallado el cadáver de un bebé en un vertedero de Girona EFE El cuerpo es de un recién nacido todavía con el cordón umbilical.-

Ingresa en prisión un joven acusado de matar a sus padres en Catarroja LYDIA GARRIDO

Zara retira un bolso con esvásticas bordadas EL PAÍS

Un obispo alemán cambia de parroquia a un sacerdote pedófilo reincidente JOSÉ COMAS

Ocho años de abusos y golpes M. C. B / Á. DE C. Una sentencia revela la ineficacia de la Administración en el caso de un menor maltratado física y sexualmente por sus padres

EE UU e Israel compartieron información secreta sobre la actividad nuclear en Siria ANTONIO CAÑO Los datos llevaron, según 'The Washington Post', al ataque aéreo israelí del 6 de septiembre

Dos heridos en un nuevo tiroteo en una universidad estadounidense D. A.

No recuerdo quién, pero decía que los periódicos, más que periódicos parecen partes de guerra. Qué razón tenía.

ARMAS

Hoy dice El País:

España promoverá por ley la prohibición de las bombas de racimo pese a fabricarlas (1) Curiosa noticia, cuando España duplicó en 2006 sus exportaciones de armas (a países estables como Israel (mensajero de la paz ahora en EE.UU (otro)) o Colombia). Además, al parecer no hay intención de dejar de fabricarlas, y ahora menos claro, que estamos en época de vendimia.


Y sigue alegrándome la mañana con
Aznar advierte en Polonia de que el nacionalismo amenaza con destruir Europa (2); argumentando que "Europa tiene raíces históricas, no es sólo el proyecto de los ingenieros sociales y, si no respetamos esos valores que tenemos en común como Estados-nación, el nacionalismo puede crecer y podría destrozar Europa tal y como lo conocemos" Y me pregunto yo si esas raíces históricas de las que habla, se referirán también al período histórico en el que el pueblo árabe vivía por estos lares (hasta que llegó Isabel, una nazi a la antigua usanza), o seguirá en sus trece.

Y digo yo... ¿estas actitudes tendrán algo que ver con que hoy es el día internacional del Alzheimer? Esta desorientación espacio temporal, no reconocimiento, tendencia a la inmovilidad, reiteración...

A pesar de todo, hay hechos que, lamentablemente, no podemos olvidar:

20.09.07 Llega a Canarias un cayuco con 146 'sin papeles'
18.09.07 Salvamento Marítimo rescata a 59 inmigrantes cerca de Gran Canaria
17.09.07 15 pateras llegan a la costa española entre Canarias y Benidorm
17.09.07 Interceptada una nueva patera con más de un centenar de inmigrantes a bordo en Canarias
10.09.07 74 inmigrantes, interceptados en las costas de Andalucía y Murcia
09.09.07 Llegan 42 inmigrantes en dos pateras a las costas gaditanas en menos de 24 horas

Y así, cada día.

Me gusta cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno".

Me parece un poema tan divertido que no me he resistido a colgarlo. Ya lo siento por los de la SGAE, pero creo que hay otros caminos para compartir la cultura.

Luis Alberto de Cuenca es un poeta de los grandes, opino, y está vivo. Cuando lo lees tienes una sensación de cercanía. Luego te sorprende leer que fue secretario de Estado del PP y más aun que se define como no perteneciente a ningún partido y que estaba en contra de la Guerra de Iraq. De todos modos, la buena cultura está por encima de la política absurda que vivimos.

Espero que os guste.

Aquí os dejo dos enlaces de este hombre, en la
wiki y en el Cervantes. Hay un montón de páginas con poeams suyos, pero llevan mucha publicidad y... no me gusta hacer publicidad de publicidad.

Escucho este titular en el telediario de La2. Luego lo leo en El País en una noticia de hace un año.

Dice que hemos mejorado mucho en cinco años (optimistas los de la ONU). Dice que la mayoría de niños y niñas en esta situación son del África subsahariana. ¡Ah! digo por dentro.

Setenta y siete millones de niños y niñas son muchos millones. Sobre todo pensando que si no van a la escuela estarán trabajando, o con un subfusil en las manos que probablemente pese demasiado para ellos, o una azada los que tengan suerte, o lamiendo penes sucios de turistas de mierda, o rebuscando en las basuras algo para vender o comer, o corriendo delante de quien acaban de robar o alguien que les quiera pegar o detener o cualquier acción que les haga correr.

Setenta y siete millones corriendo (aunque muchos ni en sueños tienen fuerzas) tratando de escapar de su miseria.

Setenta y siete millones de niños y niñas (que siempre son más niñas que niños) es un número que nos debería quitar el sueño. Y no es necesario tener hijos para estremecerse. Simplemente pensar que es dos veces la población de España, y mira que España es grande, y mira que "habemos" gente. Pues dos veces.

Es curioso (¡ja!) que salga esta noticia justo en estos días, cuando la mayoría de familias andan desembolsando una cantidad infame de dinero en cosas que no se necesitan tanto para comenzar un curso escolar. Son curiosas las malas caras de muchos escolares por tener que ir al colegio.

En mis viajes más allá de donde hubiera imaginado nunca, estuve en un par de escuelas sin escuela, donde el alumnado llegaba a pie, muchas veces con los zapatos en la mano para no estropearlos, y llegaban desde tan lejos como nunca dejaríamos ir a ninguno de nuestros niños. Ellos sí, para ir a la escuela. Una escuela sin escuela: sin paredes, sin techo, sin sillas, por lo menos para todos, con una cocina (que es por donde se empieza a construir la escuela allí) donde les dan de desayunar, y de comer, y de merendar y así se vuelven a casa, con la barriga y la cabeza llenas. Y llegan con tiempo y fuerzas para trabajar en casa, con los animales y la tierra y su padre si lo tienen, y su madre, que muchas más veces sí.

Dice el artículo de hace un año que se necesitan maestros y maestras. Gente que quiera enseñar, con ganas más que con recursos. Justo lo contrario que en el primer mundo, donde faltan ganas y sobran recursos. Por suerte quedan maestros de los de antes, de los que se metían a Magisterio no porque fuera fácil, sino porque era su vida, l oque siempre habían soñado, porque conocían la responsabilidad social y cultural que tiene el gremio de los educadores, de la gente que trabaja con la gente, y para eso no sólo hacen falta buenas notas.

Setenta y siete millones de niños y niñas deberían hacer un ruido tremendo, jugando, corriendo, cantando y soñando. Pero los niños que no van a la escuela cantan menos, juegan menos, sueñan menos y muchas de las veces que corren no lohacen para el "tú la llevas".

Lo peor es que las personas que crecen sin infancia no pueden valorarla y se convierten en otro eslabón en la cadena del sinsentido mundial al que tenemos sometido el trocito de mundo que vivimos de puta madre a costa de datos como éste.

Lo mejor es que es todo aleatorio. El que yo esté escribiendo aquí y tú leyendo ahí es pura suerte. Puta suerte. Yo tuve infancia. Tuve la suerte de tener infancia, pero la merecía tanto como cualquiera de los niños que juntos forman esos setenta y siete millones.

Y jode que mucho lo decida el lugar donde venimos al mundo, que en ocasiones, más que una fiesta y una alegría es una jodienda de las grandes.


Los niños y niñas, siempre acaban sonriendo porque a pesar de todo, le tienen ganas a la vida.

SANTA CRUZ, Bolivia

Es la segunda vez en mi vida que visito esta ciudad. La ciudad de los anillos.

La segunda vez que la disfruto. En la primera tuve el lujo de estar con SiLvia y SaMuel, y a partir de ellos establecí toda una red que volví a encontrar en este segundo viaje.

El pez más gordo de esa red fue, sin duda Luca, pero ni por pez, ni por gordo. Mora la casa que habitaban SiLvia y SaMuel sólo que con tres personas más: Anna, italiana como él, Joshua (norteamericano, pero intentando ser buena persona) y Rocío (aunque ella dice que se llama Rosario) que claro, con esos dos nombres no hace falta decir de dónde es.

Luca también es italiano, con todo lo que ello comporta y reconforta. Aunque con una moralidad distinta a la vaticana, por suerte, para él y para el mundo. Me presenté en la que ahora es su casa con mi maleta, con la intención de dejarla allí mientras buscaba un lugar donde pernoctar, pero no hizo falta buscar, Luca me había hecho un hueco en su casa, junto a María, una bibliotecaria obsesionada con la democratización de la lectura (pensaba yo, aunque en este viaje tuve la ocasión de descubrir tras de sus obsesiones). A partir de ahí, toda mi estancia en Santa Cruz fue así, de sorpresa en sorpresa.

El motivo de mi vuelta era impartir un curso, bueno, más que el motivo, la excusa y ya estoy buscando más. El curso lo organizó, como bien pudo, Alejandra, una de las mujeres más guapas de Bolivia y parte del extranjero. Lo celebramos en Jopoi, la escuela infantil de Kathy, otro encanto de mujer (mujer motor y rotor y polea y correa). Allí nos juntamos durante doce horas un grupo majo donde lo masculino escaseaba y lo que había andaba como en otro mundo. Y nos miramos, y nos escuchamos, y nos reímos. Hubo un día que incluso lloramos (casi todas), el último, pero cada una por sus razones, pero claro se había levantado el viento del sur, y eso trastorna a cualquiera.

Kathy tuvo a bien invitarme a descubrir la zona de Samaipata, y quedé enamorado de aquella tierra, a la que me encantaría volver, claro. Allí, además, van a montar una biblioteca, y ya ando pensando en cómo hacer llegar libros, si se os ocurre algo... La monta un grupo de mujeres, así, porque hace falta y no se hace nada, pues ellas se lían la manta a la cabeza y ale: biblioteca.

La casa, ubicada en el número 80 (año en el que aún escuchábamos vinilos), era un hervidero humano. Siempre había alguien con algo que contar, quizá por la intensidad de la vida boliviana, quizá por las ganas de aprender castellano.

Yo aprendí un montón; jamás pensé, por ejemplo, que para determinar la ubicación de un cd, hicieran falta más de dos frases (una preguntando y la otra respondiendo), pero aquí se pueden invertir hasta más de siete minutos, tratando de abordar el pluralismo semántico del castellano desde todos sus flancos. Lo de menos es el cd y su ubicación. Y así con todo.

Luca heredó de Samuel esa antisonrisa natural, pero que hace que luego al sonreír florezcan las amapolas. Por eso se le quiere, por lo menos yo, por eso, por su gentileza, generosidad y por la ironía con la que envuelve su vida, por lo menos lo que conocí, aunque le cueste elegir su ropa interior, o se dedique a reventar cafeteras. No sonríe, por fuera, porque no le da la gana, pero le sobran motivos, de hecho se mea por dentro.

Joshua es norteamericano, así que nunca sabes si lo que dice lo dice de verdad o no, pero casi seguro que no lo siente. Es broma. Un tipo muy majo para ser de allí, que canta genial y que tiene todas las habilidades típicas de los yankis. En las ocasiones especiales en las que cocina siempre prepara comidas de otros lugares del mundo: mejicana, japonesa, iraki... si igual su ejército no pretende someter al mundo, sino simplemente aprender sus recetas porque comida típica norteamericana... No, las hamburguesas también viene de Europa.

Anna es un encanto. Italiana también con toda esa carga de romanticismo que les caracteriza, a muchos. Le costaba seguir mi forma de hablar, rápida y llena de dobles sentidos que a veces ni yo mismo pillo. Pero era sincera, cuando no entendía algo lo decía, y seguía riéndose. A mí me costaba entenderla, pero no por la rapidez ni los dobles sentidos (pues sólo le faltaba a ella), sino porque no se le entendía.

Iba a hablar de Ana, que no Anna, después, para no liar a quien lea, ni liarme yo, pero me parece inevitable nombrarla aquí, sin que ello le reste solemnidad al hecho de haberla conocido. Ana, boliviana y médico y especial entre las personas especiales, siempre decía que la entendía (por su intención integradora) pero luego era incapaz de repetir lo que había dicho Anna. Era como Loyola de Palacios (el señor la tenga lejos) que sabía por qué era necesario enviar tropas a Irak, pero era incapaz de explicarlo.

Con Ana y Anna pasé los últimos dos días genial. Reí como hacía tiempo y, de alguna manera me hice grande por dentro. Si es que es pasármelo bien y echarme a perder. Con Anna tuve un paseo a primera hora de la mañana de mi último día que fue pausado, un paseo como de otoño, con un paso tranquilo y una conversación intensa. Los árboles deshojados y desojados (pero por su propia naturaleza) le daban un tono de despedida a ese paseo. No de Anna, que también, sino del viaje, de todo este mes.

Con Ana me hubiera encantado tener el paseo, pero no pudo ser. Aunque quizá mejor, porque el otoño se hubiera hecho más intenso y cuando a los árboles no les quedan hojas dejan caer sus ramas. Así nacieron los sauces llorones que si beben cerveza se convierten en toborochis, que es lugar preferido para los colibríes y para los perezosos. Con Ana disfruté de Los amantes del círculo polar, y de sus ojos de asombroalegríadesconcierto al final.

Y María (acoplada, como yo). María tenía las orejas hacia adentro estos días. Y andaba ahí, de cena en cena, con una marejadilla interior tirando a marejada, y ella en una cáscara de nuez, con hambre y pena. No es fácil dejar casi un año de vida así, como si nada. No debe serlo y a ella se le notaba. Pero bueno, le daba igual, o no, según se levantara. Un día que se levantó a mi lado amaneció llorando. Tampoco es para tanto le dije, pero no me oyó. El resto amanecía riendo y haciendo ruido (según Luca, que no paraba de toser). María el torbellino ya está por Madrid, y se le nota. Ana sigue en Bolivia, y también se nota. A Luca le encanta el café y los agujeros en el techo. Joshua sigue pensando que no todo es malo en su tierra y a Anna le petó el portátil. De Rocío no puedo decir nada (más que gracias) porque con ella intercambié a penas nueve minutos de conversación. Pero Anna dice que es maja, y si lo dice Anna yo me lo creo.

Y bueno, ya volví de Santa Cruz y allá quedó gente a la que se le quiere, en distintos grados, claro, y no de alcohol, pero hay a las que mucho. Quedaron conversaciones, noches, cervezas, canciones y me traje un montón de cosas: preguntas, recuerdos, fotos, libros y 3100 bolivianos a un país donde no cotizan los bolivianos. Pero también me traje ganas, ganas de volver, si no a Santa Cruz, por lo menos a vernos, donde sea.

Gracias por todo y besos.

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