Ha sido un año bonito este dos mil diez. Intenso, único.
Es curiosa esta manera de organizar el tiempo que, a veces, hace que uno le coja cariño a un año.
A nivel profesional ha sido un año sin desperdicio alguno. Más de
231 sesiones, la mayoría para público adulto, talleres, charlas para madres, para profesionales de la educación, de las bibliotecas; Alguna
deliciosa rareza como la presentación de unas reinas de fiestas, el oficio de una boda civil, la celebración de otra, tres maratones, una entrega de diplomas, una recogida solidaria de juguetes, el seminario de narración oral integrado en
la FLLIC; El
estreno de dos sesiones para adultos:
Zafa y
Memento Mori; La publicación de
dos libros:
Si un día juntásemos todas las camas del mundo (con el que se ha pintado un
parque en Lanzarote) y
Memento Mori; La
fundación de AEDA, la Asociación de profesionales de mi oficio; Formar parte de un sueño editorial que ya tiene más de treinta libros editados, libros de narradoræs, personas que cuentan, que hablan de cómo contar o escriben lo que cuentan o recogen los cuentos que andan en peligro de extinción y que todo junto da forma a
Palabras del Candil; ;
Narrantes, el ejercicio creativo entre narradoræs, entró en una especie de letargo en el último trimestre, pero es lo que tiene el invierno, aunque ya está aquí la primavera, ¿la oyes venir?; La
Biblioteca de los Elefantes sigue adelante con más de ochocientas personas que nos acompañamos cada semana entre el
facebook y el
blog. Este año seguimos más en serio, un álbum ilustrado cada semana y libros para leer entre todos ¿
te apuntas?
He conocido lugares que nunca habría imaginado mientras recorría doce provincias y Smara, el campamento de refugiados del Sáhara que llevaré conmigo siempre. Kilómetros innumerables han ido dando forma a mis historias, a las que ya son, y a las que vendrán, que algunas tienen muchas ganas.
He visto atardeceres gloriosos, amaneceres únicos y he disfrutado de cómo las noches se salpican de estrellas que ya voy aprendiendo a unir con líneas rectas para formar las figuras que crearon los pueblos primeros. Sol, viento, nieve, granizo, lluvia, seresere, chuzos de punta. He pinchado dos veces y me quedé sin gasolina una, por torpe, claro.
Mi relación con la guardia civil va mejorando, no creáis. El recorte de la barba me hace más joven y menos malo... aunque ni una cosa ni la otra.
Bibliotecas, auditorios, parques, veredas de río, Casas de cultura, escuelas, institutos, plazas, teatros, gimnasios, bares, cafés, salas, prados, bodegas, sótanos, el Bubisher, claustros..., hasta una iglesia, después de misa de siete, ha albergado mis palabras. Algunos ya forman parte de mi memoria emocional porque cada año regreso y cuento.
Pero todo esto no tendría sentido ni sería posible sin las personas: personas que conducen a buen puerto a las bibliotecas, a las escuelas, a los institutos, a los teatros, a los municipios enteros, a las áreas de cultura, juventud, educación, servicios sociales, locales de ocio, de vicio, personas que disfrutan leyendo, escuchando, hablando, entrañables, asombrosamente cercanas y cariñosas (aún siendo muchas de interior), personas que escriben al correo, al face, al blog, que mandan fotos, textos, recuerdos, evocaciones, emociones, besos y abrazos. Personas, personas. Entre
Facebook y
blog, casi dos mil personas andan cerca de mi trabajo y pasan de tres mil las que reciben un correo mensual con la programación. Entre todas esas personas también
compañeros y compañeras de oficio, claro, gente de palabra entre las que hay amigos y amigas de los de cerca, también gente que escribe, gente que ilustra, gente que crea.
Gracias a todas y cada una de ellas, a todas y cada una de vosotras. Gracias a ti.
Gracias también a mi gente, a esos que siempre están ahí, a los que no dudan: la persona con la que bailo y el mejor motor que tengo, mi niño.
Todo un regalo, claro. Un regalo para mí, para mi oficio, para mi vida. Me quedo con todo, porque es difícil elegir, pero si tuviera que hacerlo, me quedaría con las risas, las tantas risas que he disfrutado, y los sustos (madre qué cara que ponen algunos) y con las lágrimas y los silencios y, sobre todo, las miradas.
Qué sería de la vida sin toda esa sinfonía que va creando nuestro sentir. Una partitura irrepetible y bella.
Cuánta buena gente hay por el mundo dispuesta a disfrutar y qué fácil es pasar un buen rato. Qué poco sale esto en el telediario y parece que no, pero es más lo bueno, lo mejor, que aquello de lo que nos quieren convencer. Y encima, el gozar se da más a menudo que el padecer y, seguro, nos sale más barato.
No puedo adivinar cómo va a ser este 2011, pero sí puedo imaginar cómo quiero que sea, y poner todo mi empeño en tratar de conseguirlo.
Si me dejan, seguiré contando. Aunque tarden en pagar, aunque el banco, como a todos, me haga temblar, seguiré contando. De momento en este enero ya lo hago en Iniesta (abc) el 3, para público familiar y adultos, y me subo a Galicia, a Narón (crñ), donde contaré para secundaria el 14 y el 15 para adultos, y empiezo el año impartiendo un curso, en Cuenca (cue), mi ciudad querida, el 21 y el 22.
Y si aún no tienes regalos de reyes, puedes pedirme para regalar o regalarte historias como la del Pueblo de los Mellados, o La casa del mal aliento, o el hombre que acuna a su niño, o tantas otras que están en los libros de
Yayerías (10€), o
Memento Mori (10€), o
Si un día juntásemos todas las camas del mundo (12€), que te los mando y si quieres te los dedico, o puedes comprar unos cuantos
ladrillos de adobe (7 ladrillos=1€) para la Biblioteca que el
Bubisher está construyendo en Smara.
Pero sobre todo soñar. Soñemos con un año bueno, un año muy bueno y un mundo mejor. Si lo imaginamos todos, será más fácil caminar hacia un horizonte definido, imaginado, soñado. Será más fácil caminar.
Feliz 2011. Feliz baile. Feliz vida.
Abrazos a capazos, a camiones, cargueros enteros repletos de abrazos para este año.
Félix Albo, contador de historias.