Perita: KAFKIANO

El primero.


Vivía a ocho calles del colegio. Ocho calles, cuando tus piernas no son muy largas, son muchas calles. Así que, desde que su madre le dejaba en la puerta de la mercería donde trabajaba al colegio, tenía que caminar bien deprisa  para intentarlo, pero nunca lo conseguía. 

A veces su madre se entretenía con una vecina, o una clienta. Te he dicho mil veces que no te pongas impertinente cuando estoy hablando con una clienta -le decía nerviosa mientras le sacudía ritmicamente el brazo.

Él le había propuesto salir antes, pero a su madre, como siempre, le pareció una tontería. El caso es que desde la puerta de la mercería a la fila del colegio, le faltaban seis calles, seis calles en las que, aún sin aparecer el perro del número cinco, el amigo de su padre que era jardinero y siempre le gastaba alguna broma, o cualquiera de los semáforos del trayecto en rojo, no llegaba por mucho que caminara deprisa, que corriera, más que en educación física incluso.

Alberto siempre estaba allí: ñéñe ñeñéñe, he llegado primero -canturreaba contoneando sus caderas y sacando la lengua- ñéñe ñeñéñe

¡Uy! Qué rabia le daba.

Llegaba el segundo, sin aliento, pero el segundo. Y por eso tenía que aguantar en solitario la burla de Alberto que vivía justo enfrente del colegio. Tan solo tenía que bajar de un primero (¡un primero!) y ya estaba. No era justa. Ni la carrera, ni la burla.

Aguantó todo segundo y medio tercero. Se le llegaba a aparecer en numerosos sueños: ñéñe ñeñéñe... ¡Segundo! -le llamaba en el patio, y se le llevaban los demonios.

Una mañana se levantó antes de que se despertara su madre. Se vistió en silencio, y en silencio salió de su casa cerrando con sigilo la puerta. Las escaleras oscuras le estremecieron. También la calle, encontrándose con otras gentes, que le miraban presionándole y echó a correr, antes incluso de la calle de la mercería.

Aquel día ni perros del cinco, ni jardinero, ni vecinas, ni clientas... ni madre, ni colegio. Llegó tan temprano que aún estaba cerrado. Él no lo sabía, pero aún no eran las seis de la mañana.

Ñéñe ñeñéñe -tarareaba en sus adentros, temblando de frío y también de miedo.
Ñéñe ñeñéñe -repetía sin encontrarle ni placer, ni sentido.
Ñéñe ñeñéñe -mientras con sus ojos miraba fijamente el edificio de enfrente del colegio.

Cuando Alberto abrió el portal, él no pudo esperar y corrió hacia él.

Cuando la madre, desencajada, doblaba la esquina de la calle del colegio, encontró a los dos niños abrazados en medio del paso de cebra. 

Pasa tú, pasa tú -le decía su hijo a Alberto aún sorprendido -gana tú.

kafkiano, na.

1. adj. Perteneciente o relativo a Franz Kafka o a su obra. Las novelas kafkianas

2. adj. Característico de este escritor checo o de su obra. Visión kafkiana del mundo
3. adj. Dicho de una situación: Absurda, angustiosa.




Con presión no se piensa -decía un amigo-. Con distensión, no se trabaja.
A veces el absurdo, lo llevamos justo al lado de la magia.

Feliz semana.














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