ZARAGOZA, ZarAgoza
11 dic 2006
Lunes, a las cuatro y media de la mañana, pongo rumbo a Zaragoza.
El viaje acompañado por una lluvia de estrellas preciosa, con algún camión que otro curzando Teruel. En Calamocha, pueblo del jamón, los charcos se rompen cuando paso por encima con el coche. Parece que hace frío.
A esta hermosa ciudad me lleva una campaña que organiza el ayuntamiento para trabajar la diferencia y la inmigración. Cuentos del mundo, se llama el programa. Cuentos para todas las edades escolares. Y allí voy.
Un grado. Según entro a Zaragoza la niebla lo cubre todo. Voy directo a desayunar y de allí al colegio.
En el Carmelitas me esperan dos 1º de la ESO. Dos primeros que escuchan las historias y después charlamos sobre qué les parece esto del fenómeno de la migración. Con sus dudas, con sus opiniones, vamos avanzando y profundizando en el tema. Me encanta escuchar sus reflexiones. Creo que escuchando y hablando todos crecemos. Me voy más grande.
Como con Maricuela, mi anfitriona en esta ciudad, una narradora de lujo.
Por la tarde, el colegio Montessori. Con sus alumnos y alumnas más pequeñines. ¿Conclusión? no importa cómo seas ni de dónde vengas, todos podemos ser amigos. Me encantan las personas pequeñinas.
El viaje acompañado por una lluvia de estrellas preciosa, con algún camión que otro curzando Teruel. En Calamocha, pueblo del jamón, los charcos se rompen cuando paso por encima con el coche. Parece que hace frío.
A esta hermosa ciudad me lleva una campaña que organiza el ayuntamiento para trabajar la diferencia y la inmigración. Cuentos del mundo, se llama el programa. Cuentos para todas las edades escolares. Y allí voy.
Un grado. Según entro a Zaragoza la niebla lo cubre todo. Voy directo a desayunar y de allí al colegio.
En el Carmelitas me esperan dos 1º de la ESO. Dos primeros que escuchan las historias y después charlamos sobre qué les parece esto del fenómeno de la migración. Con sus dudas, con sus opiniones, vamos avanzando y profundizando en el tema. Me encanta escuchar sus reflexiones. Creo que escuchando y hablando todos crecemos. Me voy más grande.
Como con Maricuela, mi anfitriona en esta ciudad, una narradora de lujo.
Por la tarde, el colegio Montessori. Con sus alumnos y alumnas más pequeñines. ¿Conclusión? no importa cómo seas ni de dónde vengas, todos podemos ser amigos. Me encantan las personas pequeñinas.