Perita: HUESERA
7 ene 2013
Cuando
no era moda poner nombre a los perros, Mariana vio a Canelo, el suyo,
enterrar con afán un hueso en la parte trasera de la casa.
Ojalá la alegría deje de ser una necesaria manera de resistencia y vuelva a convertirse en una manera más de celebración de la vida.
Ojalá la alegría emerga desde los adentros hasta las afueras.
Ojalá la alegría.
Le
impresionó. Le pareció una idea brillante esa de enterrar las cosas
que uno más desea, para salvaguardarlas del abuso y la pérdida.
Y así a sus siete mágicos años, decidió enterrar aquello
realmente importante para ella haciendo un agujero enorme para
un pulido cristalito azul.
También
enterró una concha que encontró la primera vez que vio el mar.
Y
durante la guerra enterró a su muñeca al lado del almendro en el
borde del camino.
Rodeó de malvas la simbólica tumba de su primera carta de amor que nunca
envío y la segunda que recibió. Una llave, una percha, un broche
del pelo y un mechón de cabello, una rosa entera y un trozo de
vasija. Un pequeño avión, un girón de su vestido de novia, la
alianza de su padre y las lentes de su abuela.
Enterraba
todo aquello que quería, aquello que le resultaba realmente
importante.
¿También
me enterrarás a mí? -le preguntó Antonio, su amor.
Tiempo
al tiempo -decía socarrona con una sonrisa que se le truncó el día
que lo tuvo que enterrar.
Desde
entonces, también enterraba lo que más le dolía y era bien común
encontrarla hurgando en la tierra que rodeaba la tumba de su marido,
haciendo con las manos pocitos donde depositaba una porción chiquita
de soledad.
En
toda su vida salió tres veces del pueblo. Tres. Una para ver el mar,
otra para buscar a su madre y la tercera a la boda de su quinta hija.
En
sus últimos años, caminaba despacio hacia el margen de uno u otro
camino, para enterrar un objeto o un susurro. A veces había que
ayudarla a levantarse y ella lo agradecía siempre con una sonrisa
que brillaba.
La
enterraron en el mismo lugar que a su marido y es bastante frecuente
encontrarse sobre su tumba pequeños objetos que alguien ha
encontrado al excavar para poner una tubería, levantar una casa o
mover una piedra.
También
hay quien cuando nadie le ve, entierra en el borde de la tumba un
buen deseo o un trocito de sus más amargas soledades.
huesera.
Lugar
en donde se echan o guardan los huesos de los muertos.
Arranca
este dos mil trece con muchas ganas, con muchos anhelos, con muchas,
muchas esperanzas.
Ojalá la alegría deje de ser una necesaria manera de resistencia y vuelva a convertirse en una manera más de celebración de la vida.
Ojalá la alegría emerga desde los adentros hasta las afueras.
Ojalá la alegría.