VOCES
6 ene 2009
Basta darse una vuelta por la red, o echar un vistazo a las portadas de los periódicos, on line, o físicos para comprobar el terror en Gaza.
Terror oficial, por eso desde ese lado no lo llaman terrorismo, pero ¿existe algo peor que unos soldados ataquen a la población civil? una población civil a la que, por cierto, el estado representado por esos soldados tiene metida en una ratonera de la que no pueden escapar hacia ningún lado.
Terror oficial, por eso desde ese lado no lo llaman terrorismo, pero ¿existe algo peor que unos soldados ataquen a la población civil? una población civil a la que, por cierto, el estado representado por esos soldados tiene metida en una ratonera de la que no pueden escapar hacia ningún lado.
Encuentro artículos dignos de su lectura, como el de Juan Diego Botto en Público; lo titula La decencia y de él destaco el siguiente párrafo:
"Si la decencia, no ya la moral o la ética, sino simplemente la decencia, tuviera alguna cabida en la política, los Estados europeos deberían amenazar con romper relaciones con Israel, o romperlas de hecho, o llamar a consultas a los embajadores, o, al menos, imponer sanciones económicas –por muchísimo menos se las impusieron a Hamás–. Pero todos sabemos que eso no va a ocurrir. Israel entrará en Gaza a sangre y fuego, Europa no hará nada, Estados Unidos ni hablemos, (Obama sigue jugando al golf)."
Decencia. Moral. Ética. Humanidad. Piedad. Todo aquello que no tenían los nazis con muchos judíos, abuelos de quienes hoy disparan.
Parece que los malos sueños se repiten pero cambian los verdugos, o quizá los vengadores de una ira y rabia se descargan con otros nuevas víctimas. Aquí nos pasa con la inmigración. La memoria la mantiene la palabra, pero en nuestra sociedad no se escucha. La memoria la mantiene la letra, pero nuestra sociedad no lee. La memoria la transforma a su manera la imagen. Nuestra sociedad sí que mira, pero no ve. Y si ve, no se pregunta.
Me quedo perplejo y helado leyendo a Hernan Zin, en su blog: Vijaje a la guerra . Leedlo y respirad un rato. Yo he estado paseando.
Por suerte, entre mis compañeros encuentro más voces. La de Carles, que decide dedicar un cuento en cada una de sus sesiones al pueblo palestino.
Es poca mi contribución para parar esta barbarie del Estado Terrorista y Genocida de Israel, pero no quiero que al menos mi silencio sea cómplice.
Y también en las manos de Soledad Felloza , que con una "hebra" que llama ella, insiste en que los reyes no pueden venir de Oriente.
Hoy, los niños y niñas del mundo deberían estar jugando con sus juguetes nuevos.