Contar en Cieza
20 oct 2009
Si inaugurar una biblioteca siempre es una alegría, inaugurar una en un instituto de secundaria es una fiesta. Más aún en los tiempos que corren donde nos encontramos con varios edificios construidos para albergar en ellos libros y vida cultural pero no hay dinero para muebles, o para personal, o para... Es, por ejemplo el caso concreto de Aluche, pero hay muchos más salpicados por toda la geografía. Seguro que cerca de ti hay uno. En mi caso, me he enterado de este.
Pero es justo de lo contrario de lo que voy a hablar hoy. En Cieza, una población del interior de Murcia, ubicada en el principio de un paraje asombroso regado por el Segura, hay un instituto de secundaria que se llama IES Diego Tortosa donde a simple vista, parecen haberse vuelto locos. Han "re"inaugurado la biblioteca del centro. Pero no solo la han equipado con mucho de lo necesario, seleccionando el fondo, poniendo ordenadores, haciendo acogedora la sala, catalogando, implantando una amplia sección de cómic... sino que encima les ha dado por inaugurarla a bombo y platillo.
Después comenzaron las actividades para un buen número de grupos.
Después invitó al alumnado de bachiller a que dibujaran a partir de unas formas geométricas redondeadas y achatadas dibujara cada quien a su Sanchopanza, y yo pensé ya verás como más de uno se parece a mí, pero por suerte no tuve tiempo de comprobarlo.
Era curioso ver cómo Juan dibujaba y explicaba que el dibujo tenía que estar ajustado a la época que representaba, a su clase social, a su carácter... Y conforme iba dando detalles de cada personaje iba dando trazos con habilidad aquí y allá hasta dibujar con certeza y definición a ambos personajes protagonistas.
De ahí pasamos (pasaron vamos, que yo solo escuchaba y aprendiendo alucinaba) a las bestias diferenciando muy mucho entre el estilismo elegante del caballo y la sencillez y afabilidad del burro ajustando a cada cual a su personaje de referencia.
Contar en secundaria cada día me gusta más. En este caso era un lujo, primero por inaugurar una biblioteca y segundo porque los grupos fueron la mar de majos y enseguida se engancharon al ritmo de las historias, al humor e ironías y algunos, sobre todo las chicas, a la interpretación de los dobles sentidos.
La versión de uno de los capítulos de Y decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero de Martín Casariego la verdad es que me ha dado más alegrías que tristezas y en estas edades rara es la vez que no funciona. Este no fue el caso: funcionó y lo hizo de manera natural, mezclándose entre las caras de asombro, dudas y carcajadas del público selecto.
Y todo eso ¿lo tienes en la memoria? me dijo uno de los contertulios. Claro, pero no en la que imaginas. Contar en secundaria no es ni más difícil ni más fácil que contar a otros públicos. Simplemente se trata de sintonizar. Es cierto que se ha de ser rápido y chocante. No es necesario exclusivamente ser transgresor o parecer cercano (a mis 36 años, por suerte, no estoy cercano a la adolescencia), simplemente se trata de sintonizar y, en ocasiones, ahí es nada la tarea. Pero una vez se sintoniza... es un lujo. Es un lujo comprobar que aquellos a quienes se les acusa de estar siempre detrás de la PSP o internet o los mp3, se abandonan y se dejan llevar por la palabra, por la voz, por una historia que les sumerge de nuevo en ese imaginario al que se ven condenados cada vez más pronto a abandonar por el racionalismo que acecha y arrebata la infancia y con ella la imaginación y la creatividad.La palabra llega, seduce y encanta, sea cual sea la edad a quien se dirige. Apenas hay que cuidar algunas cosas como la colocación del público, el silencio, las interrupciones...
En este caso se dio y a la vez que reinaugurábamos la biblioteca, creo que en algunos reinauguramos el imaginario de muchos, la capacidad mermada de disfrutar escuchando historias y quién sabe si el picor, la curiosidad por ojear alguno de los libros que expectantes miraban desde los anaqueles más altos.
Felicidades al equipo de docentes y equipo directivo del Diego Tortosa y, en especial, a la persona que se empeñó en que fuera allí a compartir mi trabajo: Rafa Salmerón.
Un lujo estos dos días, jueves y viernes. Dejadme que insista.

Cuanta genialidad hay en algunos tipos de locura!. Necesitamos más locos de esos en este pusilánime país.
Yo creo que en la mayoría de locuras hay, como poco un ápice de genialidad. Imagino que es por la distinta percepción del entorno que te aporta la propia locura, pero hay interpretaciones realmente interesantes al respecto.
En este caso, esta locura debería ser la normalidad y precisamente, la ausencia es lo que parece, es y hace extraordinaria la actitud. Imagínate que decidimos erradicar la pobreza transportando nuestros excedentes mercantiles. A simple vista es, más que justo, lógico. Pues a los ojos de esta parte del mundo que hemos creado, es una locura inviable... Mundo.