CONTAR EN DAIMIEL

A Daimiel ya vine en abril de este año, con primaria. Y lo pasamos bien. Esta vez vengo a contar para adultos. Me recibe, casi sin esperarlo, David Luís, un chico majísimo que trabaja con Analía, majísima también, debe ser la tierra que da esta "majura", y ambos trabajan con Josefina que es la directora. Los tres, están en la foto de abajo del todo, después de haber terminado el trabajo.

Por la mañana me espera un grupo bastante numeroso de adultos y jóvenes pertenecientes a grupos, asociaciones y centro como Proyecto Hombre, PRIS, Centro de educación para adultos, centro de rehabilitación psicosocial...

Conté Nudo. Y lo pasamos bien porque al acabar, varios me llamaron monstruo. Eres un monstruo, eres un crack, fenomenal, se iban diciendo, y otros aún se iban riendo de algún trozo de alguno de los cuentos.

Por la tarde tengo el gusto de comentar Yayerías con el Club de Lectura de esta población. Vienen unas veintidós personas (que no están todas en la foto) y echamos una hora y un poquito para hablar de muchas de las historias del libro. Les ha gustado, les ha sorprendido. Ternura, muerte, amor, vida, imaginación, sencillez, imaginación, realidad... Son palabras que van surgiendo en la conversación. A veces hay preguntas directas... ¿esto es verdad o te lo has imaginado?, y otras van menos directas pero el libro ha despertado curiosidades. Me cuentan que aquí los jornaleros se ausentaban de casa quince días para trabajar el campo. (Creo que lo llamaban las quintillas) y allí se contaban historias, a veces, terroríficas, alrededor de un fuego. Hablamos de cómo ha cambiado todo y lo rápido que lo ha hecho.


Hablar del libro con un grupo así es altamente enriquecedor por conocer y mirar las historias desde un punto de vista diferente, desconocido y, en ocasiones inimaginable. Eso hace crecer el universo de cada historia, la ensancha, la engrandece, la hace más historia. De las que más gustaron: la primera, la de los pies en remojo, y la de Mirada de amor, o la última, La casa del mal aliento. Un lujo.

Por la tarde, asisto de "colado" a un taller de narración oral en la Biblioteca de Ciudad Real y de allí y con Carmela, una amiga de hace ¡uy! cuántos años, de cervecitas hasta la hora de dormir, que no llega muy tarde.

Otro día que suma. Duermo en un hotelito en Ciudad Real. Un hotelito de esos como... ¿lujurioso?

En el periódico digital de Daimiel, ayer publicaron esto.

2 comentarios:

    On 20/11/09 11:14 Anónimo dijo...

    Hola Félix, soy Luis, de Daimiel. Muchas gracias por tu artículo, pero creo que me has confundido con David, que trabaja en la sección de administración.
    Pero esto es algo que me extraña, porque anoche, sí que ponía Luis.

    Por otra parte, la casa del campo donde los labradores pasaban 15 días, se llama "quintería". De hecho, esta palabra se usa para designar el lugar, y también para decir el tiempo que pasaban dichos trabajadores en el campo. "Ir de quintería", era pasar 15 días en el campo, porque no había medio de ir y volver a casa todos los días.
    Un saludo, enhorabuena por el blog.

     

    Gracias Luís, y disculpa. Lo tenía claro al principio, pero no mucho porque leí un correo de la biblio firmado por David y dije, ays, que me he confundido. Y mira, pero ya lo rectifiqué.

    Gracias por lo de las quinterías. No me podía acordar pero es genial el concepto.

    Un abrazo y gracias por el comentario

     

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