Perita:ZAFA

Esta semana una de esas palabras que quedan en los meandros de lo rural, de lo hogareño, de lo doméstico. Una palabra de abuela, no solo por su frecuencia y entorno de uso, sino por el propio uso del objeto que determina. Tanto él como su sinónimo, que curiosamente lo define. De hecho no sabría decir cuál de las dos me gusta más, pero ambas me agradan, cómo suenan, y el aire sepia que respiran, pero claro, esto es totalmente subjetivo. Mucho más poéticas me resultan, desde luego, que palancana, o más endulzada palangana. 

Pero gana Zafa, quizá por su segunda versión, libre y desembarazado, y sin daño. Quisiera pues, una sociedad zafa, que además siempre evoca cierta humedad con intención de limpieza...



zafa.


(Del ár. hisp. ṣáḥfa, y este del ár. clás. ṣaḥfah, lebrillo).

1. f. Alb., Gran. y Mur. jofaina.






zafo, fa.


(De zafar2).

1. adj. Mar. Libre y desembarazado.

2. adj. p. us. Libre y sin daño. Salió zafo en el juego.

3. adv. Am. Salvo, excepto.


ZAFA es además el título de una nueva sesión de cuentos que lanzo esta temporada. La estrené sin ausencia de nervios el catorce de este mes en El Duende , de Valencia, un lugar para la palabra, sea contada, cantada o bailada, porque lo mismo se cuentan cuentos, que se canta, baila flamenco, pero en ambos casos, siempre se siente, siente de escuchar, siente de sentir.

ZAFA es una sesión distinta, un reto, como cada trabajo nuevo que propongo, que paro (de parir, no tanto por el dolor, aunque a veces sí). Un cambio de ritmo, de enfoque, una apuesta por otra manera de emocionar. 

A diferencia de otras sesiones, las palabras en ZAFA bailan a un ritmo más pausado, las emociones también. Es como contemplar el mar desde la misma orilla, con los pies en remojo, en un día de levante. Sin darte cuenta, el mar te va empapando, lentamente, gota a gota, cada ola va dejando sobre ti su porcentaje elevado de humedad, sin llegarte a mojar por sí sola, pero al cabo del rato, estás empapado, con sabor a sal allá donde te lleguen los labios, los tuyos o los que no son de tu boca.

ZAFA es la historia de una vida, recorrida a lo largo de setenta años, contados en setenta minutos. Una historia de vida, y dos amores, o quizá tres, el amor al amor, el amor a la amistad y el amor a la vida. Es la historia de la constancia, de la admiración por el ritmo que marca la vida al contemplar cómo pasa el tiempo, la historia de la pasión por sentir, por imaginar, por mirar y escuchar. ZAFA es una historia mediterránea, que trenza hábilmente el humor y la ternura, como en la mayoría del resto de sesiones, pero aquí con una suavidad delicadamente cuidada.

ZAFA deja el ánimo sereno y calmo, y en el alma se queda un regusto a plenitud que permanece, quizá, más tiempo, porque si lento llega, lento marcha.

ZAFA se estrenó en Cuenca, en la FLIIC, en el 2008 y tras dos años más de pulido y maceración comienza su andadura por los espacios que se dejen contar. Un lujo. En Valencia fue así, un lujo, de los grandes. Para una sesión especial, preparé un cartel especial y se lo encargué a una profesional: Raquel Marín . Un lujo: pies descalzos, un atardecer y toda la  vida que nos dé el cáñamo para llenar su humo de palabras con alma.

Ojalá la puedas escuchar. Ojalá te guste. Ojalá te animes y me lo cuentes.

Me levanto temprano

Me levanto temprano con la sensación y el recuerdo de haber dormido abrazado a alguien toda la noche. Y no queda ahí esta sensación agradable, va más allá. Me levanto también con la sensación de que en la noche, me han estado susurrando cuentos al oído con una voz más que sensual que me ha llenado de calma y de historias.

Me levanto además con una de ellas, una que creo que no podré olvidar ni como historia, ni como voz, ni como abrazo.

Los diez árboles mágicos, de Víctor González, en El río que se secaba los jueves, ilustrado por Pablo Amargo y editado en Anaya.

Los diez árboles mágicos son los siguientes:
El Falso Tugup de la Isla de Manila, que da sombreros de paja perfectamente trenzados en distintas tallas.
El Talingaham o Árbol Orejudo, que oye todo lo que se dice.
Al Artocarpus, que da hogazas de pan bien cocidas.
El Nonoc, que no crece en la tierra, sino en el aire.
El Pâo de Ferro, una especie muy apreciada por los portugueses e imposible de talar.
El Sua, un tipo de naranjo cuyos frutos son del tamaño de melones, pero más pequeños.
El Árbol del Viajero de Magadascar que, como todo el mundo sabe, da agua potable.
El Silot, cuyas semillas de color azul tienen dentro un trozo pequeño de cielo.
El Buai, que da piedras y se utiliza en construcción.
Y por último, el Carraspiques Gigante, que no muere jamás y cuyas hojas cuando caen al suelo echan a andar y se van a descubrir el mundo.


No me digas. Una pasada de historia en la que cada árbol es una puerta a tantas historias como tú quieras y que susurrada en un abrazo se convierte en otra puerta que puedes abrir o cerrar tanto como tú quieras. Y ya se sabe que detrás de cada puerta siempre hay un camino.

¿Cuál es tu árbol preferido?

El libro de la historia está lleno de historias preciosas. Tanto, que acabo de decidir proponerlo leer en esta primavera en la Biblioteca de los Elefantes, en el blog y en el face. Despacico, saboreándolo. ¿Te animas?

¿Leemos? ¿Caminamos el camino de detrás de cada puerta?

Yo me quedo con el susurro, y el abrazo.
Feliz primavera. Feliz fin de semana.

PERITA: CAZCALEAR

Como cada lunes ¿?, una nueva perita en dulce. En esta semana... una actitud que igual os suena... No en uno mismo, claro. En mi anterior trabajo había dos que llamábamos satélites... Pero hay tantas, tantas personas cazcaleando y algunas lo convierten en todo un arte... no digáis. 

cazcalear.

1. intr. coloq. Andar de una parte a otra fingiendo hacer algo útil.


Lo dicho, en ocasiones un auténtico arte. Feliz semana...

A veces lo cuento pero la gente no se lo acaba de creer. Yo hice mi primaria en Alcalá de Henares. Allá llegué pequeñín y me marché siendo niño aún luciendo un bigote orientalmente lacio y grisáceo que ocupaba mi labio superior. En esa ciudad preciosa de conventos y cuarteles, desarrollé mi infancia de juego en la calle y mi imaginación en mi habitación. Allí aún guardo rincones y secretos, en ese río ancho de juncos y chopos, en esas calles antiguas hoy menos ruidosas de coches y más de gente que pasea y habla. Ese Cervantes presente, esa casa de Cardenal Cisneros donde aprendí solfeo y música, esas calles asoportaladas y esos puestos de castañas.  Militares y monjas que ya me daban casi el mismo repelús. Aún quedan.


A esa ciudad le debo mucho de lo que soy, no por la ciudad en sí, pero sí por el entorno que me acompañó en esos mis años de niñez, feliz, cómo no, que aunque entonces no lo defendía tanto, ya era mediterráneo.

A esa ciudad me llevan los Légolas, a su festival de Alcalá Cuenta, suyo de Légolas, suyo de Alcalá. Y ellos, Carmen y Manuel, como todo lo que hacen, lo hacen genial y para este año han conseguido un espacio algo más que especial: el Teatro Cervantes. Un teatro con una capacidad que ronda las 400 localidades, pero que sacan a la venta algo más de 350, suficiente para llenar su parte de abajo y su parte de arriba y sus palcos.

Para esta ocasión decido contar Las Cuatro Esquinas, una sesión de tres cuentos que se desarrollan en algo más de 100 minutos, 120 para ser exactos. El primer cuento de esta sesión se desarrolla precisamente en Alcalá, en el colegio al que fui, en parte de la infancia que viví. Y eso hace de este momento un hecho único tan delicado como especial para mí. Encima, se cuenta en un teatro, un escenario que yo no domino por la falta de frecuencia y que suelo reivindicar siempre que puedo. Los teatros también son para los cuentos. Me parecen un marco ideal también para escuchar historias, para poder disfrutar de la palabra dicha, de la voz, de los gestos, de la esencia de la comunicación humana, sin atrezzo, sin decorados, más allá de una silla por si me da un vahído, una frasca preciosa de agua para las resequedades y una mesa, porque la frasca en la mano... a la larga incomoda.

Los nervios se alargan ya desde tres semanas atrás, quién sabe si por la primavera, quién sabe si por el cúmulo de eventos poco frecuentes (comienza la temporada de Zafa, en el Duende de Valencia, mi álbum sale a principios de abril, estreno la sesión en Cuenca el uno de mayo...) pero nervios tengo para regalar. 

Como es una ocasión especial y el espacio es precioso, me decido a grabarla y me llevo cinco cámaras, coordinadas por Dani Borrón, profesional de la realización audiovisual también y él las distribuye por el espacio, tres con trípode al escenario, una desde el escenario hacia el público y otra que va grabando la escucha y el disfrute. También los dos silencios que posee esta sesión. Densos e intensos como el resto.

Por correo, por el móvil, por el face, llegan ánimos de gente cercana más y menos conocida. Llegan abrazos que relajan, palabras que serenan y letras que reposan e incitan al disfrute. Estar rodeado también de gente a la que quiero, también ayuda y mucho, especialmente estar acompañado de quien siempre me acompaña.

A mí me gusta ver entrar a la gente al espacio donde se va a dar la palabra, me gusta escuchar, mirar, eso me va posicionando. En el teatro eso no lo tienes. Estás solo detrás de una tela que te separa del todo y más que tela parece pared, muro insalvable, pero no. Suenan los avisos, din, don, y al tercero, señores, señoras, la función va a comenzar; se apagan las luces, en el escenario queda dentro de un círculo iluminado una silla, la mesa enfundada de tela negra, una frasca de agua y un vaso, vacío como yo de nervios en el instante en el que salgo a escena. No salgo solo, salgo con todo, con todos.


Fue una sesión intensa, relajadas las tres historias brotan y corren patio de butacas abajo. Al fondo una mujer ríe y ríe y su risa aroma la sala por encima de las demás risas. Su silencio se mezcla con el resto, que se hace fuerte y parece poderse tocar en las dos ocasiones en las que se produce, en los últimos minutos de la primera y tercera historia. Así es esta sesión, Las cuatro esquinas se maneja entre la risa delirante, la línea voraz y, a veces feroz, de un humor intencionadamente repleto de puertas a la ironía, al sarcasmo, a la evocación, a la denuncia, a la reflexión, sin que esto moleste, sin partidismos ni panfletos, sin aleccionamientos. Solo faltaba. Eso no va conmigo. La palabra libre llena las historias y cada quien dibuja sus propios escenarios, sus propios vestuarios, con seguridad muy distintos a los míos, pero coincidimos en algo, estamos juntos en algo: en la emoción, riendo, imaginando, sorprendiendo, asustándonos, y haciendo manifiesto el silencio. Estamos juntos porque en ese momento somos juntos. Contar es un acto de grupo, hace sociedad. Nos emociona lo mismo a pesar de ser distintos y eso hace que nos sintamos bien, nos sintamos más, nos sintamos juntos.

Dos horas, dale que te pego y al final un aplauso que, como siempre, dudo merecer. En este caso no es distinto. Los aplausos siempre me hacen pequeño, no sé dónde meterme, aquí lo tengo claro, y justo al desaparecer el escenario se ilumina y se acaba. Abrazos, fotos, palabras y emociones. En el público personas de Salamanca, de Alicante, de Madrid, de Azuqueca, de Guadalajara, de Loeches, de Alcorcón, de... Un placer. Un placer. Un verdadero y sincero placer.

En soledad, mientras me cambio de camisa en el camerino, la calma me llena, y degusto otros placeres como este: mi amada Cuenca, Segovia, Gijón, Las Rozas, Agüimes, Guadalajara, Monóvar, Barajas de Melo, Pantoja, Elda, La Paz, Mérida, Zacatecas, Barquisimeto... por sus sesiones y por la gente que ya quiero en esos lugares que de alguna manera siento míos también, me siento de ellos; y mientras las ciudades siguen nombrándose, viene desde mis adentros mi niño, claro, y su madre, y, quizá por estar en la ciudad donde estoy, mis padres y a ellos le dedico, casi sin decidirlo, este muybienestar.

Luego cervezas y risas y más abrazos y más, pero no pudo ser con todo el público, aunque me hubiera encantado. 

Al día siguiente no pude evitar madrugar y pasearme solo por mi calle, y por mi colegio tan cambiado, y por el río de mis reflexiones infantiles, que parece que baje el mismo agua, que como nunca hube de beber, siempre dejé correr. Y más tarde una sesión familiar, más recoleta, pero igual de intensa, en otro escenario, distinto, y ya mucho más relajado. Disfrutando también, claro. Y el día siguió con más amigos y más comida, y cerveza, aunque ya no tanta.

Así que solo me queda agradecer, a todas las personas que fueron, a las que no pudieron ir, a las que estuvieron temprano sin ir, a Ángeles por poder compartir y estar ahí, y a los Légolas, claro, por ser de los mejores anfitriones que conozco, porque no se les nota nada que son de interior, por que lo suyo no son atenciones, son mimos y abrazos.

Ahora solo queda montar el video, que Dani ya está a ello, y tratar de encontrar un hueco en algún otro teatro. Sería bueno para mí. Sería bueno para mi oficio. Sería bueno.

Y seguir disfrutando, claro.

Esta vida es una fiesta, un baile.

¿Bailas?

Pues por lo que hice ayer.


Ayer estuve en Calpe, a unos pasados cien kilómetros de la puerta de mi casa. En este año, celebran la X campaña de animación a la lectura. A lo largo de prácticamente dos meses, la biblioteca se llena de actividades destinada a los escolares de la ciudad. Como es la décima edición y es una campaña importante, a la primera sesión acude el alcalde que comparte con el alumnado la necesidad de leer "para ser guapo" Siempre hay un libro para cada persona -dice, y se apoya en los cómics para aquellos a quienes no les gusta o les cuesta leer. Una conversación distendida, concisa, y con negrita en las palabras precisas. Se nota que es un gran lector.

Calpe queda en la orilla de un Mediterráneo sorprendentemente transparente y, a pesar de las multinacionalidades que pueblan sus casas y urbanizaciones que salpican sus paisajes, la lengua que prima en las calles es el valenciano. El valenciano es una lengua que voy hablando, bajo el consejo y ánimo de Dani Miquel, con la intención de en el año que viene haber alcanzado la suficiente fluidez y vocabulario como para poder utilizarlo como herramienta en mi trabajo sin que merme en absoluto la calidad del mismo, y que los distintos públicos no tengan que andar perdonandome ni limando nada. Y, cierto es lo que me decía Mario Pampol, los cuentos tienen otra música, otro ritmo distinto en cada lengua, y en valenciano suenan bonito. ¡Ja vorem!

El caso es que a esta ciudad llego temprano y me encuentro con su peñón, lamido por las aguas y abrazado por una bruma no tan espesa como para no dejar pasar la luz del sol. 

Ayer me esperaban tres grupos de primaria. Este año cuento a los mayores: 4º, 5º y 6º. El año pasado fueron 1º y 2º, por eso no les pude contar cuentos de miedo. Este año sí: Historias horripeliznantes, llenan las tres horas y pico que les dedico. Las risas se mezclan con los sustos, los ojos parecen salirse de sus caras, lo mismo hay silencio que lo rompen para comentar entre ellos y ellas situaciones similares, y la emoción no les permite evitar levantar una mano para compartir su propia historia. Al final, hay quien me abraza, hay quien me dice que esa noche no va a poder dormir, hay quien comenta que se lo ha pasado genial y cuando termino, a la tarde, el peñón sigue ahí, pero ahora pétreo sonríe, lleno de misterio, mientras se consigue quitar los restos de nube que le quedan y se deja acariciar por el viento que genera el vuelo circular de las gaviotas.

De regreso a casa, con las manos en el volante, sigo dándole vueltas a mi sesión para Cuenca. El viernes vuelvo a Calpe, con otros grupos, con otras historias quizá, un poco más horripeliznantes...

PASOS en marzo


Marzo, comienzo a ir "descarzo"


Ya está aquí la primavera. Y este año viene entera, que con lo que ha llovido seguro que se pone la tierra más que bonita. 

En este mes, terminamos ya el álbum Si un día juntáramos todas las camas del mundo. Madre, qué ganas de verlo.

Y como si la primaverara la sangre no alterara, encima uno (yo) va y se busca más momentos de alteración. Pero toda alteración primaveral produce placer en general y yo no voy a ser una excepción.

En este mes (sí) estrenaré ZAFA en El Duende, Valencia, el domingo catorce, el de los enamorados despistados (como yo, enamorado y despistado). También contaré dentro del festival de narración ALCALÁ CUENTA, organizado por Légolas, en el Teatro Cervantes, de Alcalá de Henares. La sesión es especial porque se va a grabar y ese día me tendré que peinar y no sé a qué lado ponerme la raya. 

También contaré por las provincias de... Bueno, mejor te lo cuento con detalle, a ver si te animas y nos vemos:

lun 8 BULLAS, Murcia
El día de la mujer se lo dedico a los centros educativos de este municipio murciano contando historias "en femenino".

lun 8 JIJONA, Alicante 
19.30 h. LAS CUATRO ESQUINAS, en la Biblioteca Pública Municipal.

mie 10 JIJONA, Alicante
Sesiones concertadas con los centros educativos de primaria de la localidad.

jue 11 VILLAVICIOSA DE ODÓN, Madrid
18.00 h. CUENTOS DE MALETA, sesión familiar, en la Biblioteca Pública Municipal.

dom 14 VALENCIA, Valencia
20.00 h. ZAFA, sesión para público adulto/joven, en El Duende, c/ Turia 62.

mie 17 YECLA, Murcia
ZORRONGLÓN, historias para secundaria, en el IES Castillo Puche

mie 17 MURCIA, Murcia
17.30 h. EL CUENTO EN EL AULA, charla para profesionales de la educación y responsables de bibliotecas escolares.

vie 19 ALCALÁ DE HENARES, Madrid
21.00 h. LAS CUATRO ESQUINAS, sesión para público joven/adulto, en el Teatro Cervantes. Dentro del Festival ALCALÁ CUENTA. 
Compra de entradas en la taquilla del teatro o aquí. 5 €.

sab 20 ALCALÁ DE HENARES, Madrid
12.00 h. CUENTOS DE MALETA, sesión para público familiar, en Santa María la Rica. Dentro del festival ALCALÁ CUENTA.  
Compra de entradas en la taquilla del teatro o aquí. 1 €.

22, 26, 29 y 30 CALPE, Alicante
HISTORIAS HORRIPELIZNANTES, para el alumnado de primaria de la localidad.


Y poco más. Si te apetece nos vemos donde quieras. Feliz primavera. La luna, el 30.

Feliz mes. Feliz vida.

Félix Albo.

P.D.: Si quieres recibir esta programación en tu correo, solo tienes que decirlo a felix.albo@gmail.com

Sin palabras para explicar... Pero suena a que esto debe hacer ruido.

Feliz lunes, mujeres. Feliz semana, mundo.



ensoberbecer.

1. tr. Causar o excitar soberbia en alguien. U. t. c. prnl.

2. prnl. Dicho del mar o de las olas: Agitarse, alterarse, encresparse.
MORF. conjug. c. agradecer.


Otro curso

Ayer acabé un curso de Monitor en el Ocio y el Tiempo Libre. En esta ocasión era un curso para gente laboralmente activa. Treinta horas son muy pocas para lo que de sí puede dar un curso de esta temática, pero dan tiempo suficiente para reconocer un grupo con ganas y con mucha predisposición. Esta noche nos vamos de cena. Seguro que nos lo pasamos bien. 

Es cierto que impartir estos cursos me sirve para obligarme a mantener un contacto directo y continuo con el mundo de la intervención sociocultural al que le he dedicado tanto en mi vida laboral. Es cierto además que me encanta impartirlos. Pero lo más cierto es que me lo paso en grande y encima me pilla al lado de casa y para mejorarlo aún, en todos los cursos me he encontrado con personillas estupendas.

¿Se puede pedir algo más?

Ya estrenamos marzo. Ahora a por abril.

¡¡¡Buen martes!!!

Otra vez Cuenca

El anterior al pasado fin de semana (toma ya) anduve de curso por Cuenca. Llegué el jueves por la noche y ya llegué contento. Siempre me alegran cualquiera de los caminos que llevan hasta esa ciudad.

Cuenca tiene algo mágico que rara es la vez que no me haya ido de esa ciudad con ganas de quedarme un ratito más y con el deseo también, no de volver, si no de regresar pronto.

Los caminos que llevan a Cuenca también me producen un bienestar placentero, mientras esparzo los universos de cada una de mis historias por los campos, bosques, caseríos y firmamentos a los que alcanza mi vista desde la lengua negra por la que circula mi coche.

En esta ocasión Didesur, tiene a bien contar conmigo para impartir un taller de iniciación en el contar cuentos. El taller anda enmarcado en un programa para divulgar y promover los ocho objetivos del milenio y tomar iniciativas para que estos se cumplan en el plazo establecido. Al parecer ya vamos mal de tiempo.

Llego jueves, habiendo disfrutado de una sesión en Jávea y un paseo nocturno salpicado de fugaces despistadas.

El curso durará viernes tarde y sábado y domingo completos. Hice una selección de álbumes especial con libros que trataran una materia/valor/concepto concreta sin que eso suponga un menoscabo en la calidad de la historia o la ilustración.

Tuve suerte. Mucha. Me encontré con un grupo de personas con mucho interés en aprender y encima majas. No sabría decir con exactitud cuántas personas éramos, porque aún siendo las mismas, los números bailaban entre 19 y 23 sin necesidad de que entrara o saliera nadie. Lo peor no era eso, sino que llegó un momento que no era capaz de contar objetos inanimados como pinzas o sillas.

Fue una maratón de esfuerzo con los libros en la mano y con las palabras en la boca. Mirándonos, escuchándonos, gritándonos, susurrándonos... Yo me lo pasé a lo grande. Un grupo en el que establecimos una relación de complicidad continua y el buen humor se convirtió en música de baile. Así pudimos hablar de los álbumes, de cómo contar, de los miedos, de los gestos, de los objetos, hubo inquilinas, y vecinas, y elefantes y palmeras inimaginables. Anduvimos buscando unas llaves y también hubo objetos volando, y pollos con y sin plumas, y una pelotita roja, y leímos El Monstruo, y formamos círculos culicéntricos y nos fuimos contando poco a poco la historia que habíamos elegido. 

Y nos la contamos. Dedicamos toda la tarde del domingo a disfrutar de las dieciocho historias: La Isla, El punto, El capitán Calabrote, El pato y la muerte, Juan Oveja quiere una persona, Cierra los ojos, Boca cerrada, El jardín de Babaï, Selma... y así hasta dieciocho de los treinta y dos álbumes que había seleccionado, algunos complicadillos de contar. Hubo nivel. Se manejaron distintos registros de emoción, se jugó con objetos, con voces, con manos pintadas... Y fue un lujo porque encima nos lo pasamos bien.

Hubo noche de Babylon, claro. Y cena en la Bodeguilla y también me dio tiempo a disfrutar del solomillo del Darling. Y llovió, e hizo sol, y nevó el sábado por la mañana, y por las noches, como siempre, Cuenca se pone bellísima.

Un lujo, además, encontrar en el grupo a gente querida, como Sole que no paraba de reír, o David y Ana, a cuál más majo, que yo al ser mediterráneo...

Ya tengo ganas de volver. Mecachis. Tendré que esperar a abril.

Un lujo, aunque nos faltó tiempo.

Hay algunas palabras que me gustan por cómo suenan. Me atraen, no sabría decir. Una de ellas es bribón. Es bonita de por sí. Bribón. A uno se le llena la boca. Bribón. 

Cuando son un conjunto, forman una banda, o un partido político, o una inmobiliaria, o mejor un banco, que así todo el mundo les ayuda. Hay algunos que incluso osan montar una ONG.

La palabra de esta semana no hincha la boca, pero sin embargo, al no dejar salida, parece que a uno le hinche, por dentro, y tenga ganas de reventar. Aquí os dejo, perita en dulce.


heria.

1. f. ant. feria.

2. f. germ. Conjunto de bribones.

3. f. germ. Vida de bribones.

. . .