El oficio
27 jul 2011
Ando de remodelaciones, como algunas personas sabéis ya y una de ellas es el blog que con tanta etiqueta y demás se me ha desorganizado.
Revisando los artículos que he ido publicando aquí, me he dado cuenta que, sin querer, he ido dejando de lado el hablar de este oficio que me apasiona: Contar historias.
En mi quehacer diario sí que le dedico tiempo. Dedicación plena, podría decir, pues qué mejor manera que defender el oficio de uno que preocuparse por hacerlo cada día mejor, creando mejores espectáculos y buscando nuevos espacios donde presentarlos.
Cada año, desde hace nueve, organizo junto a un equipo genial, el Festival de narración para adultos D'Palabra, en la bella ciudad de Cuenca, donde a lo largo de la semana de la Feria del Libro, la Lectura y las Industrias Culturales, cada noche más de trescientas personas se dejan llevar por la voz de excelentes narradores y narradoras que cada año elegimos delicadamente, pensando en el equilibrio de la semana y en el público que gustosamente va creciendo cada año en número y en exigencia. Como debe ser.
Además desde hace tres años, hemos ampliado este festival con el único espacio permanente de formación y reflexión sobre este oficio. El seminario D'Palabra, en el que este año, hemos estado dándole vueltas a las artes que a veces contribuyen a ampliar la narración: música, objetos, cuerpo, silencios...
A ratos, echo un poco de esfuerzo en Palabras del Candil, una editorial hecha por narradores y que publica textos de personas que cuentan. Ahora ando terminando un trabajo de un libro sobre teoría. Un lujo.
También llevo como puedo la secretaría de AEDA, la primera asociación estatal de profesionales de la narración oral desde la que andamos creando estrategias para capear estos malos tiempos para la lírica y la palabra.
Desde allí, y para empezar, os presento, a modo de contextualización, el trabajo de uno de los grandes: Pep Bruno.
Diez meses investigando sobre la historia de nuestro oficio en estas tierras. Un documento lleno de enlaces, la mar de interesante sobre todo para saber lo que ha costado llegar hasta donde estamos y el peligro que supone perderlo todo de golpe o desvirtuarlo poco a poco. Un trabajo para leer poco a poco pero que nos da una imagen de la gran red cultural que se ha ido tejiendo entre muchas buenas manos con mayor intención que buenos hilos. Una historia de la palabra, de la palabra dicha, de mi oficio, ese al que me debo y por ello me entrego día a día.
Este es el enlace y, si queréis comentar algo, ya sabéis... aquí ando.
Palabra.
Revisando los artículos que he ido publicando aquí, me he dado cuenta que, sin querer, he ido dejando de lado el hablar de este oficio que me apasiona: Contar historias.
En mi quehacer diario sí que le dedico tiempo. Dedicación plena, podría decir, pues qué mejor manera que defender el oficio de uno que preocuparse por hacerlo cada día mejor, creando mejores espectáculos y buscando nuevos espacios donde presentarlos.
Cada año, desde hace nueve, organizo junto a un equipo genial, el Festival de narración para adultos D'Palabra, en la bella ciudad de Cuenca, donde a lo largo de la semana de la Feria del Libro, la Lectura y las Industrias Culturales, cada noche más de trescientas personas se dejan llevar por la voz de excelentes narradores y narradoras que cada año elegimos delicadamente, pensando en el equilibrio de la semana y en el público que gustosamente va creciendo cada año en número y en exigencia. Como debe ser.
Además desde hace tres años, hemos ampliado este festival con el único espacio permanente de formación y reflexión sobre este oficio. El seminario D'Palabra, en el que este año, hemos estado dándole vueltas a las artes que a veces contribuyen a ampliar la narración: música, objetos, cuerpo, silencios...
A ratos, echo un poco de esfuerzo en Palabras del Candil, una editorial hecha por narradores y que publica textos de personas que cuentan. Ahora ando terminando un trabajo de un libro sobre teoría. Un lujo.
También llevo como puedo la secretaría de AEDA, la primera asociación estatal de profesionales de la narración oral desde la que andamos creando estrategias para capear estos malos tiempos para la lírica y la palabra.
Desde allí, y para empezar, os presento, a modo de contextualización, el trabajo de uno de los grandes: Pep Bruno.
Diez meses investigando sobre la historia de nuestro oficio en estas tierras. Un documento lleno de enlaces, la mar de interesante sobre todo para saber lo que ha costado llegar hasta donde estamos y el peligro que supone perderlo todo de golpe o desvirtuarlo poco a poco. Un trabajo para leer poco a poco pero que nos da una imagen de la gran red cultural que se ha ido tejiendo entre muchas buenas manos con mayor intención que buenos hilos. Una historia de la palabra, de la palabra dicha, de mi oficio, ese al que me debo y por ello me entrego día a día.
Este es el enlace y, si queréis comentar algo, ya sabéis... aquí ando.
Palabra.