Como algunas personas sabéis, cada semana comento un libro en mi Biblioteca pública particular. SOn libros que me encantan., que me apasionan, que me parecen muy muy buenos, incluso algunos imprescindibles. Esta semana le ha tocado el turno a uno de Lóguez. Se llama Qué blanca tan bonita soy.

Como estos libros forman parte de mi mí, he decidido, cada martes, postear en este blog también aquellos libros que publique en la biblioteca.

Ya lo he hecho ocasionalmente. A partir de ahora, lo haré periódicamente. Si queréis participar de los comentarios o sumaros a la lectura, solo tendréis que pasar por el blog o bien por el facebook. Espero que os resulte interesante...

Esta semana: Qué blanca tan bonita soy.

escrito por Dolf Verroen
ilustración cubierta: Wolf Erlbruch
traducido por Rodrigo Martínez
editado por Lóguez en el 2007

ISBN 978-84-96646-11-7

comentado por Félix Albo

Piensa en un regalo para una niña de doce años. Pero piensa un poco, un regalo nada común.

¿Ya? 

Pues verás, Maria (sin tilde), la protagonista de este cuento, cumple doce años. Aún no le han salido los pechos, y es algo que le preocupa durante todo el libro. Recibe regalos de todo tipo: un perfume, una Biblia, un bolso, un vestido... Pero de todos los regalos, el más importante es que le hace su padre. Se hace de esperar y se lo entrega en el convite. 

Su regalo se llama Kokó. Es un niño. Negro. Su regalo es un esclavo. Una tía suya le regaló también una fusta que, lamentablemente, era demasiado grande y no cabía en su nuevo bolso.

Este es el punto de partida de este intenso libro, dividido en cuarenta cortísimos capítulos en los que la vida de Maria se va plasmando a través de sus reflexiones: los esclavos, las conversaciones de sus tías que vienen a tomar té, la relación de su madre con su idealizado padre, la normalidad del desprecio y superioridad para con los esclavos, el mercadeo de personas, un amor de nombre Lukas y su propio desamor, esos pechos que no acaban de crecer...

Redactado en frases cortas. Muy cortas, tratando de simular la forma de redacción de una niña de doce años.
Lo que cuenta, en ocasiones, es duro, pero quizá resulte más duro la normalización de ese trato, de esa vida, por parte de una niña de doce años donde se mezclan las preocupaciones comunes a la edad y las explícitas a una forma de vida, a una situación social, a un periodo histórico concreto. 

¿He dicho concreto? Qué va. Hasta que no llegamos al epílogo, no sabemos que el libro es producto de una serie de viajes que el autor, holandés, hizo a finales de los 70 a Suriname. Pero en el libro, en la historia, realmente no nos indica ni lugar, ni fecha.

Y, seamos críticos y sinceros: ¿podríamos pensar en algún lugar de el mundo actual donde aún conozcamos que existe la esclavitud?

Vayamos más allá incluso, con un titular de la prensa de la pasada semana (julio,2011) sobre la hambruna de Somalia o el cuerno de África. A caso neustro hemisferio no somete a un inhumano trato a las poblaciones de Áfirca, regiones enteras de Asia o Latinoamérica. Sí, podemos decir que son los mercados, pero estos existen porque nosostros les damos aire. Podemos pronunciar palabras como demagogia, historia, pasado... pero este libro deja marca, como un nombre en el tronco del chopo.

Qué blanca tan bonita soy es un libro de esos que cuando se cierra, la vida sigue, pero tenemos la oportunidad y la razón para intentar mirar de otra manera.

A ti, ¿qué te parece?

Feliz semana. Feliz lectura.

Félix Albo

P.D.: La semana que viene, vamos con una historia para leer en pareja, o en familia, o en soledad, o...
Clementina y Arturo nos esperan.

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