ilustrado por Nella Bosnia
traducido por Humpty Dumpty
editado por Lumen, en 2001 (edición consultada)
ISBN: 84-264-3801-6
comentado por Félix Albo
Siempre he pensado que el noviazgo entre dos tortugas es largo, sin prisa alguna, pero este no es el caso de Arturo y Clementina. Ellas, son dos jóvenes tortugas rubias que un bonito día de primavera se conocen al borde de un estanque y esa misma tarde deciden casarse.
Arturo y Clementina es un libro editado en España por primera vez, si no me equivoco, en 1976, dentro de una colección creada por la misma autora que se llamaba "A favor de las niñas" y en ella, se incluían historias donde la mujer tomaba una actitud poco usual no solo en la literatura, sino en la sociedad de aquella época. Por ello, Arturo y Clementina, ha sido una historia que ha abanderado la lucha por la igualdad de la mujer, y la reivindicación de sus derechos en muchas escuelas y eventos desde aquellos años hasta la actualidad.
Clementina es soñadora e inquieta y anda compartiendo sus sueños con Arturo: viajar, conocer otras tortugas, otros estanques, otros mundos... Arturo asiente sonriendo. Pero la monotonía se va apoderando de la pareja y va encasillando a cada uno de sus miembros (miembras que dijo la extinta ministra de igualdad) en unos roles específicos y nada distintos al resto. Y así, Arturo iba todos los días a pescar para que Clementina pudiera descansar, pero a ella le aburría la soledad. Cuando él llegaba con la cena, le preguntaba con cariño qué tal había pasado el día y ella le hablaba de su aburrimiento. A Arturo le descolocaba esta situación y le decía que buscara algo que hacer. Solo se aburren los tontos, le decía. Clementina entonces se sentía tonta y se avergonzaba de ello.
Un día a Clementina se le ocurrió que podía aprender música y tocar una flauta, pero Arturo la consideró incapaz y le regaló un gramófono. Le pidió que se lo atara al caparazón porque era muy despistada. Otro día Clementina pensó que le encantaría pintar flores, lunas... Arturo lo consideró otra bobada.
Clementina entonces decidió hablar menos para que su marido no pensara que estaba casado con una estúpida. Y Arturo lo que pensó que su mujer era aburrida porque no hablaba y cuando lo hacía no decía más que tonterías. Aún así se sintió un poco culpable y le regaló un cuadro de un amigo pintor.
A partir de aquí, Arturo, siempre con cariño, le regalaba objetos vinculados a las aspiraciones de Clementina. Un jarrón de Murano (pues le gustaba Venecia), enciclopedias, lámparas, figuritas... que ella iba colocando sobre su caparazón haciéndolo cada vez más y más pesado impidiéndole moverse, no ya con agilidad, sino moverse a secas. Hasta tal punto que Arturo le tenía que dar de comer y esto le hacía sentirse importante e imprescindible para la vida de su amada.
Los regalos no cesaron y Clementina iba colocando más y más pisos de objetos sobre su caparazón hasta que un día, después de haberse ido Arturo, ella se deslizo hacia atrás, fuera de su caparazón y fue "desconchada" a darse un baño maravilloso. Volvió antes de que Arturo regresara para que no supiera nada y poco a poco esta escapada se convirtió en una costumbre. Arturo notaba algo pues Clementina sonreía sin aparente razón. Pareces tonta, le decía, pero a Clementina dejaron de importarle ya las regañinas de Arturo y un día cuando regresó a casa se la encontró vacía.
Arturo no entendió nada pues a Clementina, según su parecer, no le faltaba de nada.
El cuento acaba diciendo que las tortugas viven muchos años así que si algún día vemos una sin caparazón que la llamemos por su nombre y que puede que sea ella o quizá otra que ha seguido sus pasos.
Las ilustraciones son cálidas y explícitas y podemos comprender el hilo de la historia si las visualizamos sin leer el texto. Perderíamos muchos matices aunque nos surgirían preguntas pues las emociones quedan muy bien reflejadas en los rostros de las tortugas.
Desvelar el final es algo que no me gusta hacer, pero en este caso lo encuentro necesario y dado que que la historia, casi con seguridad, la conoceréis, espero que no os haya importado.
No dudo yo que en el año que se publicó y en una década posterior, o quizá más, este libro fuera fundamental para el cambio social. Revelarse ante esa supremacía cultural del hombre era algo que se iba forjando poco a poco, como un goteo, que no tardó (en aquella época, en la historia lo hizo demasiado) en ser apoyado por las instituciones hasta hoy, donde aún queda mucho camino por caminar, pero ya desde prismas distintos.
Pero a mí hoy, en la actualidad, me cuesta verlo como una reivindicación feminista, un acto de rebelión de la mujer ante un marido opresor o castrador de sueños. A mí Arturo no me parece una tortuga de lo más atractiva para la convivencia en pareja, pero tampoco es un ogro malo malísimo. Escucha a Clementina y da su opinión, que es más que discutible, pero es su opinión al fin y al cabo a la que Clementina no dice ni mú. De hecho Clementina no dice nunca: mira majo, que no quiero escuchar música ni mirar cuadros, que quiero tocar y pintar. En ningún momento le habla con claridad de sus insatisfacciones, de sus inquietudes como parte de la pareja... Incluso le oculta lo de sus baños desconchados en el estanque. Y llega un día y se marcha. Sin más. Sin explicaciones ni razones.
Ahí es donde veo que radica el cambio. Imagino que los roles de pareja de la época, daban más votos a la opinión del marido y ya dependía de una actitud individual el equilibrarlos o no y, en algunos casos, exigir igualdad por parte de la mujer era algo impensable. Pero dejad que insista en que hoy esto ha cambiado. Y que más en este libro, trabajar la idea de una mujer reivindicativa, yo hablaría más de la vida en pareja, de lo que se comparte, de la escucha, de la comprensión, del toma y daca, de las inquietudes compartidas y del respeto al espacio individual de cada uno, de lo material, de los roles que cada quien asume y dispone. Y de una de los grandes peligros de la pareja como es la monotonía.
El ambiente social y cultural, el caldo en el que se cuece hoy la vida en pareja, creo que es mucho mejor, más equilibrado, más amable y en todo ese camino por hacer, tiene mucho que ver la opción individual (como antes, pero ahora más pues ya son dos los agentes que pueden intervenir: el hombre y la mujer). El machismo y el feminismo paradójicamente encuentran defensores y detractores en ambos sexos y quizá, al margen de estas dos corrientes, ahora, hoy, debamos educar en igualdad.
Pero claro, esta es una opinión particular. El libro en sí, me parece una belleza.
¿Y tú? ¿Qué opinas?
Feliz lectura. Feliz semana.
P.D.: La semana que viene volvemos con Anthony Browne y su "Cosita Linda" editado en el Fondo de cultura de México.