La prensa y el oficio





Cuenta-cuentos: los niños se divierten

www.torreguia.es · Sábado, 2 de Mayo, 2009 · 0:02 h. 


Fernando Guardiola
Durante los sábados de abril, se han celebrado en la Biblioteca Municipal diversas actuaciones de cuenta-cuentos, en los que se ha intentado hacer pasar unos divertidos momentos a los más pequeños. Han sido varios los cuentos que se les han ido representando, aunque es de destacar la representación del último, realizado el día 25 en el patio, donde, bajo una incipiente lluvia, y con motivo de la celebración del día del libro, se quiso acercar a los niños la figura de Cervantes y su obra cumbre, «Don Quijote de la Mancha». Aunque al principio los niños esperaban otro tipo de cuento más infantil, al final y con el buen hacer de los chicos que realizan esta labor, se supieron integrar y disfrutar y reírse con ciertos pasajes de la obra.
Es curiosa esta noticia que encuentro por internet. La leo y la releo y me  produce cada vez una sensación más extraña. Extraño es, desde luego el tratamiento cotidiano que frecuentemente se da a nuestro oficio en los medios. Por ejemplo,  ¿quién cuenta? ¿da igual? Y como ésa, que creo básica, hay un montón de preguntas más que se me vienen a la cabeza. 


Aún así, el artículo viene firmado con un nombre y un apellido, no pone periodista, o mejor, un periodista, o ajustándome más a su estilo, un chico que realiza la labor con muy buenhacer. Quizá este periodista desconozca que mi trabajo es un oficio, una profesión. Quizá ni lo pueda imaginar, pero digo yo, qué mejor persona para preguntar lo que no se sabe, que un periodista.


A veces nos hacen entrevistas y pocas las realizan personas que sepan de lo nuestro.  Ni tan siquiera han puesto en google contadores de cuentos, o cuentistas, o algo que me ubique. Lo descubres por el tipo de preguntas que te hacen, o por la poca conexión que tienen entre ellas, o, las menos, por el poco interés que le suscita el tema.


A veces tenemos que explicar al profesional (sobre todo gráficos), siempre que se nos quiera escuchar, que no pueden ocupar el plano visual entre el público y nosotros, o el escenario mientras estamos contando para hacer una foto, por ejemplo, o no pueden entrar y montar el trípode cuando el cuento ya ha empezado, que todo eso molesta a la comunicación entre el público y nosotros. Que agradecemos su trabajo en la medida que no entorpece que el nuestro se desarrolle, y va más allá de que se escuche bien. Hasta una entrevista he visto hacer a un niño, mientras contaba.


En el pasado Cuenca, ciudad De Palabra, un narrador se vio asaltado violentamente por un fotógrafo de un periódico local. ...para cuatro cuentos de mierda que cuentas... le llegó a espetar. 


Poco a poco, paciencia. Es cierto que hay veces que es todo un lujo. Me viene a la cabeza y casi sin pensar el caso de Segovia, donde A.Arribas acude a todas y cada una de las sesiones que Ignacio Sanz organiza dentro del festival de esa bella ciudad. El grado de disfrute, en mayor medida frecuentemente, lo hace público en el periódico El Norte de Castilla, con ojo realmente crítico; por ejemplo, bajo el título ANOCHECE QUE ES BASTANTE , hizo la crítica a mi participación en el festival hace dos años. Y así con todos. Un lujo, insisto.


Encontrar periodistas así es proclamar el buen hacer de nuestro oficio. Esto hace público, reafirma espacios, ésta labor informativa, proclamadora, junto al buen trabajo que cada profesional realiza sobre el escenario cada vez que se da una sesión de cuentos. Y si no hemos hecho el trabajo pues también.


Poco a poco, paciencia. A ver si podemos organizar una sesión de las buenas en un congreso de periodistas y así tengan la oportunidad de comprender que contar cuentos va más allá que mantener entretenidos a unos chicos. 

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