Contar en Villarrubia de los Ojos
30 jun 2009
Villarrubia de los Ojos queda cerquita de Manzanares, allá por las Ciudad Reales. Del municipio apenas puedo contar que posee un entramado de calles dificultoso para la orientación en un ser fatigado como yo; una fachada de ayuntamiento muy aparente, una plaza amplia y no vegetada en exceso y, eso sí que lo sé a ciencia cierta, unas gentes la mar de majas.
La sesión familiar, la hicimos en la sala infantil, acristalada y con un fondo muy bien seleccionado y dotado. No sé quién era más tímido, si los niños y niñas que escuchaban o las personas adultas que les acompañaban, pero poco a poco, y con insistencia, la timidez casi la dejamos del todo, al final de la sesión. Aún así, quedaron muchas ganas de saber cómo terminaba El libro inclinado, o cuál era el secreto de El secreto o qué cosas dice que encantan en Me encanta. Y así un par más sin terminar y unos seis cuentos terminados. Jaime y las bellotas se ha hecho un hueco en la maleta y no ´se cómo se las apaña pero cuando la abro ahí está de los primeros y con muchas ganas, tantas que no pe puedo resistir a contarlo.
La sesión adulta fue ligera a pesar de los pasados noventa minutos que duró. El público era colchón y recogía todo aquello que con gusto lanzaba, y venga. Yayerías tomó fuerza en un público muy cómodo que expresaba con fuerza lo que sentía venciendo también a una (deduzco yo) oriunda timidez. A una mujer de la segunda fila le daban miedo los cementerios y todo lo que acontecía en ellos así que le dió por reírse para vencerlo, que es una manera infalible, por otro lado. Y ahí anduvimos con su miedo y mi cuarto de hora de cuento ubicado, sin posibilidad de cambio, en el centro de un nocturno cementerio. Lo pasamos bien.
El viaje de regreso lo disfruté más que el de ida. Primero por la tranquilidad de volver sin prisas. Segundo por la hermosa noche que me acompañó. Y tercero por el recorrido. Regresé por mi querida carrtera que va desde Munera a Hellín serpenteando una sierra plagada de conejos, zorros y silencio. Eso da para disfrutar mucho y darle forma despacio a un par de historias que me rondan por la cabeza ultimamente.