Me llega por correo, de una amiga, y no puedo evitar pegarlo, antes buscando donde se piblicó. EN el mail me pone que es de El faro de Vigo, pero yo lo encuentro en El diario de Ibiza .


Allá va. Leed sin prisa. Sin prisa. Sin prisa.


Yo quiero estar imputado, como Camps, para ser feliz, para reír con la franqueza con la que ríe él, para divertirme a la entrada y a la salida de los juzgados, para que la gente me aplauda y me jalee como a un actor de moda, para que la alcaldesa de Valencia o cualquier otra se muera por acompañarme, del brazo, a los tribunales de justicia. Tengo derecho a ser feliz, a que me regalen trajes y entradas para el circo, lo mismo que a mi señora y a mis hijos. Yo quiero que mis defectos se hagan públicos y que a la gente le parezcan normales, del mismo modo que parece normal no usar para nada las tarjetas de crédito. 

–Querida, te cojo doce mil euros de la caja de la farmacia, para hacerme unas chaquetas.

–Vale, corazón, pero no pidas factura, que estoy de papeles hasta el gorro.
Yo quiero que las bolsas de plástico con las que la gente me ve ir y venir por la calle estén llenas de billetes de 500 euros y no de judías verdes o lechugas. Yo quiero pagar al contado mis viajes a Sudáfrica (8.000 euros) y devolver 300.000 en billetes de 50 sin que a nadie le parezca raro. ¿Qué pasa? ¿Son obligatorias las transferencias? Yo quiero estar a gusto conmigo mismo, con mi conciencia, como Trillo, que no tiene remordimiento alguno por lo del Yak 42. Lo malo es que yo no he estado implicado en nada raro, ni en estafas, ni en muertes, ni en cohechos, ni en maquinaciones para alterar el valor de las cosas, sólo en pequeñas miserias, en tonterías de andar por casa, en mezquindades que no llaman la atención de los jueces, que no van a ningún sitio. Y por eso, sospecho, sufro de tantos problemas de conciencia y de tantas dificultades para ser feliz. No tengo amiguitos como El Bigotes, como Correa, no frecuento los bajos fondos. Del trabajo a casa y de casa al trabajo, perra vida. Por eso Rita Barberá no me llama para acompañarme al juzgado y echar unas risas por el camino, como los actores cuando atraviesan la alfombra roja. Yo quiero ser un chorizo, no por los trajes, ni por los viajes a Sudáfrica ni por los 300.000 euros que me dan un día y devuelvo al siguiente en bolsas del supermercado, sino para que la gente me quiera más.

2 comentarios:

    On 17/6/09 11:07 Rose dijo...

    Millás, siempre genial.
    Es curioso, sí, pero suele ser así, que las mezquindades que no llaman la atención de la justicia sean precísamente las que hagan sufrir (generalmente sólo) a quién las padece...
    Buen día. A poder ser, sin prisa...

     

    ES curioso la poca honradez que tiene la gente... un mundo sin distinción alguna, sin las clases en que toda la vida se ha dividido nuestra sociedad, sin pobreza sin... sin TANTAS cosas que nos gustaría que existieran, pero por desgracia es la realidad en la que nos encontramos... que leer este tipo de noticias, escucharlas e incluso verlas... proporcionan cierta repugnancia hacia la persona o "ser" en la que puede se puede convertir alguien tras una pequeña adquisición de "poder". Lo siento pero es que me indigno al leer estas cosas...

    Pd: lo siento pero no se que he hecho que he borrado el comentario y me ha tocado volver a ponerlo.
    Saludos

     

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