Contar en Cañete

Cañete es un pueblo precioso de la provincia de Cuenca. Cañete no está donde Chillarón de Cuenca, hecho del que me convencí en la rotonda que da acceso al segundo buscando el indicador del primero. Es más, son municipios separados por unos bellos 75 kilómetros.
A Cañete voy por tercera, o quizá cuarta vez. Conté para niños primero y para adultos después. Llegué azorado en su segunda acepción y diez minutos tarde. Es la segunda vez que me pasa en este mes y casi en esta vida y me está preocupando.
En las antiguas escuelas del municipio, había un número ingente de niños, niñas, madres, abuelas y algún padre con ganas, muchas, de escuchar historias. Noelia, su bibliotecaria, lo había organizado todo.
Allá llegó mi maleta, azorada también por las prisas y mi palpitar, y al abrirse dejó salir a El gato tragón y Jaime y las bellotas , entre otros. Una sesión rápida y larga que lleno, espero, las ganas de un público inquieto y con mucha mucha voz.
Después me fui de merendola con Noelia y 60 mujeres más y unos siete hombres, contando con el camarero. Entre los hombres se hallaba el alcalde y entre las mujeres, el Club de Lectura de Cañete y el de la Biblioteca Fermín Caballero de Cuenca capital. Entre bocado y bocado, me entero de La alvarada , una gran fiesta medieval que se celebra en este municipio que posee belleza en él mismo (de momento) y en su entorno. Y digo de momento porque, al parecer, el conjunto de edificios que dan personalidad a esta villa amurallada, poco a poco, eso que llaman progreso y modernidad, los va haciendo desaparecer. La Alvarada este año cumple diez años, algo a celebrar a lo grande.
Después de la merienda llena de libros y palabras, volvimos a las escuelas donde ya esperaban un grupo menos ingente que el de niños pero superior al del año pasado en noviembre y mucho mayor que el de febrero. Para esta ocasión me decidí por Las cuatro esquinas . Una sesión donde la risa se concentra a tramos, acotados por la dureza emocional que transfieren los textos. Las cuatro esquinas y La casa del mal aliento fueron los dos cuentos que llenaron los 75 minutos de sesión, con un cuento mínimo al final.
Las componentes del club de lectura llegaron a mitad del segundo cuento y, quizá por ello, quedaron desconcertadas. Es un cuento delicado y silencioso, y no es el mejor para pillar a medias. Entre el público, Begoña y Mila. Mila parece plácidamente omnipresente y yo contento.
Después de la sesión me encontré con Irene, rehija adoptiva de este municipio, y sus progenitories con quien mantuvimos una gratificante conversación sobre los ires y venires de la vida, sobre los futuros presentes y los presentes pasados y sobre, cómo no, la belleza del entorno al que ya conociendo poco, por mi parte, era difícil no admirar.
No hice fotos porque soy un despistado y si llego azotado por la prisa y el desasosiego, se me nubla todo.
Cuenca siempre son placeres.  

2 comentarios:

    On 26/6/09 13:48 Anónimo dijo...

    Y después de que te fueras... Hablamos de ti tras laaargos minutos descifrando la dedicatoria... Mi papá dijo, ante mi comentario de que hay cierta gente (incluyéndote) que "me para" consiguiendo que me cueste entablar conversaciones relajadas... porque la veo algo más que gente; dijo (retomando lo que queria decir) que es que ante un artista suele suceder eso.
    Ya ves... te llamó artista, lo cual no he hecho yo todavía, a mi me sale genio... Seas lo que seas alumbras como un sol!

    Y... Yayerías... qué te voy a contar que no sepas... Espectacular y ya mismo lo busco para regalárselo a una amiga (lo encontraré facilmente?) "El pueblo de los mellaos"... me ha mezclado sentimentos...

    Te me cuidas hasta el próximo encuentro, eh?

     

    Olé. Pues comoun sol me pongo colorado enseguida, jo.
    Fue un lujo aquella conversación, descubrirse iguales en la manera de mirar, en las inquietudes, descubrirse acompañado en este caminar por personas como tu padre, tu madre, es todo un lujo y un goce y un aliento.

    Parece que a uno no le importen tanto las piedras que va encontrado porque siendo así, uno se imagina que el camino estaría mucho más empedrado de no ser por la de gente que anda quitando, limpiando sin decir nada. Hazles, por favor, llegar mi gratitud y mi alegría.

    Yayerías, en teoría no es difícil de encontrar. En tu librería habitual y, si tienes problemas me lo haces saber y lo solucionamos.

    Me cuidaré, no te preocupes.

    Besos

    P.D. ¿Me habrás visto descuidado esta vez?

     

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